Seis patrulleros , varios vecinos de Boedo golpeados, un grupo de infantería frente la comisaría, una brigada de Migraciones, una causa judicial. Todo eso para detener a un inmigrante senegalés que sobrevive vendiendo cosas en la calle.
En el día de ayer varios vecinos del barrio de Boedo protestaron ante el hostigamiento policial hacia un joven senegalés que vendía en la vía pública. Según contó la directora de Cine Migrante, Florencia Mazzadi, se interpusieron “para que detengan los golpes que le estaban dando, a él y luego a su hermana”.
Al lugar llegaron seis móviles de la Policía de la Ciudad y, según Mazzadi “no sólo se llevaron al chico detenido, sino que golpearon a todas las personas que estaban allí, quienes indignadas se fueron a la puerta de la comisaría”.
A la comisaría llegaron unos quince vecinos del barrio. Allí los estaba esperando dos camionetas apostadas en las esquinas de la comisaría, una línea de policías con cascos y escudos, policías de civil sin identificación y dos policías filmando.
“No nos dejaban entrar para conversar del por qué de su detención, ni si estaba bien o mal fisicamente. Sólo dejaron ingresar a la hermana -que también había sido golpeada por la policía en la calle y amenazada por dos agentes de policías durante la detención de su hermano”, contó Mazzadi.
Cuando la mujer entró, le dijeron que si la gente de la puerta no se iba, le van a imputar no sólo resistencia a la autoridad y flagrancia por venta de mercadería con marcas , sino “lesiones a los policías y a los patrulleros”.
A las 2 de la mañana llegaron dos móviles de la Dirección Nacional de Migraciones. “A esa hora seguíamos sin saber la causa y quiénes serían sus abogados defensores. Los de migraciones se fueron diciendo que ‘el juez en la causa les ordenó ingresen a la comisaría para constatar si los papeles del detenido no son truchos y notificar a migraciones su estado de situación en cuanto a residencia. Que de no tener residencia, ellos venían para que luego migraciones le notifique te debe regularizar y encontrar los modos y que de tener residencia, ellos deben notificar a migraciones de la causa”, contó Mezzadi.
Hasta ese momento, nadie sabía cual iba a ser la causa, ni si el chico senegalés estaba siendo asistido por un abogado.
A las 3 de la mañana, escoltados por dos policías, llegaron cinco personas de civil. “En ese momento estábamos dentro intentando darle bebida, comida y abrigo al chico detenido. Y observamos cómo a estas personas las hicieron declarar como testigos de algo que no vieron, para incriminarlo en hechos como golpes a la policía, roturas de vidrios, etc”, contó Mezzadi.
Todas las personas que fueron testigos y que sufrieron golpes y amenazas de la policía se están presentando en la PROCUVIN (Procuración contra la Violencia Institucional) para declarar.
“La amenaza se convirtió en un hecho”, reflexionó Mezzadi. Para la directora de Cine Migrante, el mensaje de la policía fue claro: “¿Ustedes defienden a este chico? Ustedes serán los culpables de su expulsión o de sus causa por delitos que no cometió. Si nos hubiesen dejado hacer lo que queríamos hacer: detenerlo, pegarle, pedirle coima todos los días, hostigarlo, etc, esto no hubiese pasado”.
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