En la sala de partos, Gonzalo Leiva Rojas ve una escena que se repite. Entre contracciones, los varones les hablan y las mujeres les gritan que se callen. Ellos no saben por qué: “Pucha, no entiendo por qué pasa eso”. Para el partero y miembro del Observatorio de Violencia Obstétrica en Chile, a los hombres les cuesta comprender lo que viven las mujeres durante ese proceso “tan vulnerable”. “Si los hombres participan, si practican una paternidad activa, impactarán positivamente en la vida de mujer, de los hijos y en la suya propia”, dijo a Cosecha Roja.
Gonzalo es partero y milita contra la violencia obstétrica. Está de visita en Buenos Aires por la Semana Mundial del Parto Respetado. Vino a ver el documental “Parir” y a dar una charla en la Maternidad Carlotto, en Moreno. Los problemas que encontró en Argentina son iguales a los Chile: intervenciones y cesáreas innecesarias, desconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos y de los del parto y nacimiento.
Nunca se sintió incómodo por ser varón un partero varón, a pesar de que es un mundo de mujeres. “En sociedades machistas faltan varones que se dediquen a profesiones relacionadas con el cuidado. Es poco frecuente ver enfermeros o matrones, tampoco es tan extraño pero somos una minoría”, contó. Para él, la participación masculina en los procesos de crianza mejora la calidad de las familias. “Hay estudios que muestran que los varones que practican una paternidad activa tienen menos problemas de salud, menos conflictos con drogas, alcohol y con la ley, participan más en la sociedad e influyen positivamente en la vida de sus hijos. La crianza no es exclusiva de la mujer y es una proceso de alto impacto emocional para ambos”.
Cuando era estudiante de pregrado notó que había situaciones que no le cerraban en torno al nacimiento. Le preocupaban las altas tasas de intervenciones y la falta de conocimiento de los derechos. “Hay mujeres que piden cesáreas pero los médicos no les explican los pros y los contras, entonces no están decidiendo con información. Hay diferencia entre consentir y consentir informadamente”.
Chile tiene la segunda tasa de cesáreas más altas del continente. “Somos una población bien analfabeta en temas de salud sexual, apenas sabemos usar los preservativos y cuidarnos de algunas enfermedades. Y nos enfrentamos a la gestación y al nacimiento sin tener idea, no importa el nivel educativo al que pertenezcamos”. Las cifras lo dicen todo: en las clínicas privadas, el porcentaje de cesáreas llega al 70; en los hospitales públicos, al 40. A nivel nacional, el promedio llegó a 51 por ciento en 2015. Los números están muy por encima de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (entre el 10 y el 15 por ciento) y, a diferencia de Argentina, en Chile no hay leyes en torno a los derechos del parto y el nacimiento.
El Hospital de La Florida – donde trabaja inició trabajo interesante que busca “devolver lo que se perdió, que la mujer sea la protagonista, que tome decisiones informadas. Y eso se hace previamente, no el día del parto, que llega muy tarde”.
El Observatorio de Violencia Obstétrica de Chile es un organismo no gubernamental multidisciplinario que busca visibilizar una forma de violencia que está naturalizada, acompañar a las mujeres que son víctimas con asesoramiento legal o apoyo psicológico, y capacitar a los equipos de profesionales de la salud. En marzo lanzaron la primera encuesta sobre violencia en el parto y ya contestaron más de 17 mil mujeres. “Es un indicador que que la mujer necesita hablar de estos temas, contar cómo fueron sus experiencias”. Los resultados estarán a fin de año.
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