La mala fama lo ha convertido en el pastor evangélico más famoso del país. Javier Soto hizo de la provocación una prédica y no se cansa de redoblar la apuesta: pisotear banderas multicolores, trenzarse a golpes y perseguir parlamentarios son solo algunas de sus acciones más conocidas. Mientras más viral se vuelven sus acciones, más le dan la espalda la sociedad y sus propios hermanos.
“Bienaventurados sois cuando los hombres os aborrecen, cuando os apartan de sí, os colman de insultos y desechan vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre”. (Lucas 6:22)
El día que por fin alcanzó la fama, el pastor Soto llegó a la entrevista de Vía X con su clásico pelo engominado y la biblia bajo el brazo.
—Antes que todo —dijo frente a las cámaras—quisiera saludarlo a usted y contarle que traje un invitado. Su nombre es Jesucristo.
El periodista José Miguel Villouta observó descolocado. El pastor inició conversación en voz alta con Dios, donde le informó que hablarían de las cosas de Chile que le agradan y de las que no. Al terminar, sonrió con picardía y adelantó su próxima intervención:
—Es importante que sepa que el Señor, como es el dueño de este día, también tiene una pauta.
Villouta ignoró la advertencia y dio inicio a la entrevista. Soto volvió a interrumpirlo:
—Tengo un poco de frío en los pies -dijo-. Vamos a poner una alfombra.
Acto seguido extendió en el piso una supuesta bandera de la diversidad sexual e instaló sobre ella sus zapatos negros recién lustrados.
El rostro se le iluminó ante la incomodidad del periodista, quien intentó convencerlo de no seguir pisoteando el emblema.
—Pero si este es el trapo de inmundicia. Es para hacer un poquito más ameno el programa.
La directora de contenidos se sumó a la escena y le pidió por última vez que terminara su intervención. Él se negó, recogió el “trapo” y decidió marcharse. Más tarde los medios identificaron la bandera como la del Cusco y no como el símbolo de la diversidad sexual, pero no importó. El objetivo ya estaba logrado. El pastor era noticia.
Como cada día, viste terno negro, corbata roja y el cabello peinado con gel, al estilo militar. El corte recuerda sus años mozos en la Armada de Chile, desde donde asegura que salió por voluntad propia, aunque la institución afirmó haberlo expulsado por faltarle el respeto a su superior.
En la mesa donde transcurre la entrevista, despliega una biblia de bordes dorados y unos lentes oscuros con los que disimula su verdadera identidad en las calles. Ignora la primera pregunta, pide un minuto y repite el mismo formato que en TV y en casi todas sus entrevistas:
—Vamos a hacer una oración para que siempre esté en consideración el invitado que yo elijo, que es Jesucristo. Para que todo sea de bendición. ¿Cómo se llama usted? Bien, vamos a orar.
Atrae miradas de rechazo entre quienes lo escuchan y reconocen alrededor. Carlos Javier Soto Chacón, popularmente conocido como Pastor Soto, cierra los ojos verdes e inclina la cabeza para pedir que todo lo que salga de su boca sea bendición. “En el nombre del poderoso Jesús, amén y amén”, cierra.
Lo acompaña una mujer, hermana de su iglesia, según explica, quien graba sus respuestas con un celular y le avisa que tiene la boca manchada por la leche del café cortado.
“Eso lo editamos”, aclara sonriendo hacia la cámara mientras se limpia y confiesa que alguna vez tuvo la oportunidad de ser una persona normal, pero algo cambió. Levanta la voz para hacerse escuchar sobre el ruido de la cafetera:
—Tenía mucha seguridad en mí mismo. Mucho ego.
Irrumpió en la opinión pública hace más de cinco años y ha sumado numerosas apariciones en los medios de comunicación. La fama de su prédica furibunda se ha alimentado de amenazas de catástrofes y castigos divinos que perseguirán a las minorías sexuales y a cada uno de sus defensores.
Él atribuye sus enseñanzas y fe a la Iglesia Evangélica en Chile, una comunidad que supera los 2 millones de fieles, con firme arraigo en sectores populares. Y se define a sí mismo un misionero, cuyo objetivo es frenar los avances en los derechos de la disidencia sexual y la autonomía reproductiva de las mujeres.
Para lograrlo está dispuesto a sumar querellas, detenciones en la vía pública y los insultos que sean necesarios. En 2015, la justicia lo condenó a una pena remitida de 300 días por injurias con publicidad contra Rolando Jiménez, líder del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh). No se le movió un pelo. La labor que se impuso está por sobre todo:
—El atalaya tiene una misión tan importante como cuidar de la ciudad o de un pueblo y advertir cuando viene el peligro. Si se impulsan esas leyes, viene el peligro y la mano de Dios. Como atalaya, debo advertir.
Los versículos más brígidos de la Biblia
A fines de diciembre en 2014, el día en que se aprobó en Chile el Acuerdo de Unión Civil —un mecanismo del gobierno de Sebastián Piñera para evitar la legalización del matrimonio igualitario— Soto irrumpió en el Congreso Nacional para reprochar a los parlamentarios de todas las tendencias.
“Esto es vergonzoso, hombres con hombres. ¿No es esto falta al pudor y a las buenas costumbres?” aulló apenas concluyó la votación, desplegando su rutina de insultos a los legisladores hasta quedar ronco. “¡Depravados, corruptos, pedófilos!”, gritaba sin parar.
Al negarse a ser expulsado de la sala, se enfrascó en un forcejeo con el diputado Cristián Monckeberg que terminó por despedazar su vestón favorito, como reconocería más tarde en una entrevista.
Desde entonces no es bien recibido en el Parlamento. Eso no ha impedido que siga visitándolo. Junto a uno o dos hermanos —y muchas veces solo—llega megáfono al hombro y despliega una intervención dependiendo de la ley que se discuta. Para la despenalización del aborto llevó un ataúd blanco de bebé al que llamó un depósito de fetos. El pastor se reinventa y busca impactar, cual artista visual:
—En este edificio se están aprobando leyes que atentan contra la palabra de Dios. ¿Quién puede contradecir la palabra?
Está convencido de que cuando instala sus equipos frente al Congreso Nacional lo escucha mucha gente, pero su fin principal no es ese. Ha identificado a cada uno de los legisladores y dirigentes a favor de la diversidad. Sabe qué votaron y a qué organizaciones representan. En función de ello, los acosa y persigue. Cuando llegan a las sesiones y debates, les grita insultos y respuestas bíblicas, hasta que se alejan resueltos a ignorarlo o terminan por reaccionar.
—Me gusta buscar los versículos más brígidos de la Biblia.
Parece disfrutar leyendo en voz alta selectos pasajes violentos de la palabra del Señor. A su juicio, es un libro que está por sobre la Constitución. Su rol supera el de cualquier profesional o autoridad: “Lo tomo y me posiciono sobre el Gobierno para decirle esto está bien y esto está mal. Los demás tienen que sentarse y escuchar solamente”, argumenta como si estuviera predicando.
Y agrega:
—Porque opiniones hay muchas, pero yo tengo que ir sobre una plataforma segura, sólida, firme, que es la palabra de Dios.
El pastor reconoce que aún le falta trabajo para complacerlo. Como ocurrió en Perú, donde se archivaron dos leyes a favor de la diversidad. “Imagínese, de repente se mira en menos, no voy a decir al peruanito, pero se les mira en menos”, sonríe. “Pero ellos fueron valientes, se levantaron, se unieron y confrontaron al Gobierno. Dios los respaldó”.
Soto se financia a través de diezmos, pero también trabaja con su esposa “haciendo asesorías contables y cosas así”. Dice que recibe ofrendas desde países como Italia y Francia, de gente que lo anima a seguir con su misión. Sus videos, censurados en Youtube, son grabados en el patio, justo donde construyó su iglesia, “un templo con estilo rústico”, según describe.
Chile necesita un Donald Trump
En Chile las iglesias evangélicas crecieron en un 27% durante la última década. Hoy se posicionan como una comunidad poderosa que ha optado darle la espalda al pastor Soto, asegurando que comparten el fondo pero no la forma de sus críticas.
Él evita profundizar en cómo se hizo líder. De su congregación, la “Iglesia Misionera Pentecostés Ríos de Agua Viva” no hay más detalles porque no figura en el listado de entidades religiosas del Ministerio de Justicia.
En la Mesa Ampliada de Iglesias Evangélicas desconocen su formación teológica y recalcan que no les consta que haya sido ordenado por alguna entidad. Esa es una de las razones -quizás la más formal -por la que no será invitado al Te Deum que se celebra durante Fiestas Patrias, con la presencia de autoridades políticas. Consideran que perjudica la imagen de la comunidad.
Eduardo Durán, relacionador público de la Catedral en Santiago, dijo que su accionar público atentaba severamente la misión pastoral del mundo evangélico. También agregó que el pastor es “una preocupante expresión de intolerancia, que busca amparar detrás de una biblia la agresión y la discriminación”.
Soto muestra un diploma que carga en su maletín, firmado por una de las autoridades de la catedral, donde se reconocen sus “labores eclesiásticas”. Aunque no es prueba de su formación, lo exhibe para acusar que mienten y califica a Durán, su hermano en la fe, como “ave rapaz y hiena del infierno”:
—Están echados, les gusta dormir, cuando deberían andar tempranito en las calles, con su iglesia. Están engordando como vacas, tienen tremendas panzas.
En marzo de 2015 se paró en el frontis del templo y protestó frente a ellos tratándolos de “perros comilones”. La escena siguió con una violenta pelea a golpes entre los hermanos, que terminó a un costado de la iglesia después de que uno de los partidarios de Soto recibiera una patada en la cabeza. Las imágenes siguen en Youtube.
—No son mis hermanos, no soy hermano de los Judas traidores y vendidos baratos por 5 mil millones de pesos.
Sus dardos apuntan al financiamiento otorgado por Bachelet a la Catedral Evangélica para su remodelación. “Están fornicando con el Gobierno. Han tenido a la Presidenta en frente y no han sido capaces de reprenderla y corregirla”, acusa. Para el pastor, Bachelet es una mujer está pasando a llevar al autor de la vida:
—Dios aborrece a esta presidenta.
Aunque dice que no le interesa la política, le importa el destino de su país y exige un hombre “consecuente y con carácter como Donald Trump”. El actual presidente de Estados Unidos advirtió claramente que no iba a apoyar la diversidad y se echó a mucha gente encima, “pero Dios finalmente lo respaldó”, celebra.
A Sebastián Piñera lo rechaza porque no dijo nada cuando otros personajes de su coalición izaron banderas del orgullo LGBTI. Hoy, donde va, le advierte a los pastores que no voten por él. “Este no es de fiar”, les dice. En cambio, apuesta por el senador de ultra derecha José Antonio Kast como carta presidencial en las próximas elecciones e incluso grabó un video con él. Ambos tienen en común la lucha contra una supuesta dictadura gay. Lo considera valiente “cuando dice que el comunismo va a terminar con los valores cristianos. Un Donald Trump chileno”.
El pastor se refiere al ex presidente Salvador Allende como “el maldito Allende” y despotrica contra la “inmundicia del comunismo y socialismo”, convencido de que Cristina Fernández y Dilma Roussef fueron castigadas por promover medidas a favor de la diversidad sexual.
—Un día juré dar mi vida por la Patria. Hice un juramento y voy a ser consecuente con él. A través del evangelio puedo defender a mi país.
Soto titubea y parece esforzarse en exceso por ser diplomático cuando se le consulta acerca de la dictadura de Pinochet. “Es injusta” —reconoce— “la palabra de Dios es clara: ningún asesino tiene entrada al Reino de los Cielos”.
-El señor Pinochet quedó chico al lado de Michelle Bachelet, porque ella intenta matar a millones de compatriotas que no van a alcanzar a nacer. Los va a descuartizar en el vientre de sus madres, a romper su cuerpo, sus manos, sus piernas. Es una verdadera tiranía.
Criaturas de dios sí, hijos no
Tenía apenas 26 años cuando conoció a Dios. Su emprendimiento de alfajores iba rumbo al fracaso y la angustia no lo dejaba dormir. Dejó entrar a Cristo en su corazón y abandonó el alcohol y el cigarro en el acto, siendo invadido por una paz tan notoria que se hizo incómoda. Algo cambió en él para siempre.
—Yo entendí que todas las personas son criaturas de Dios, pero que no todos son hijos de Dios.
Durante su primer día de culto, Javier Soto se sentó con timidez en la última banca de la iglesia y no volvió a ausentarse más. Sentía que le estaban contando la historia de su vida. El mensaje lo alentaba y, a los pocos meses, ser predicador se había convertido en su anhelo, por lo que se compró una biblia de estudio, una Thompson.
“El evangelio habla de las cosas cotidianas de la vida. No es un libro que hable de cosas que hoy están pasadas de moda. La biblia habla de actualidad”, opina con una mano sobre la tapa. Durante la entrevista, la agita, hojea y exhibe sin parar.
—Más que estudios bíblicos, a los predicadores nos forma la biblia.
La vocación del pastor se despertó durante un viaje a Argentina, en 2011, cuando hizo erupción el volcán Puyehue provocando la evacuación de más de 3.500 personas. La nube de ceniza retornó después a Coyhaique, su ciudad de origen, para convencerlo de que el peligro era inminente y el país vecino ya comenzaba a pagar sus consecuencias.
—Argentina—dice— nos ha dado un mal ejemplo al aprobar el matrimonio igualitario.
Para Soto el principal impulsor de ese mal ejemplo fue Néstor Kirchner, quien murió tres meses después de promulgar la ley. Cita Romanos 6, versículo 23: “La paga del pecado es muerte”. Al regresar a Chile leyendo el mismo capítulo, descubre un versículo que habla de un hombre que tiene relaciones con otro hombre, de donde saca una de las palabras clave de su discurso: inmundicia.
—Es fuerte, pero es bíblico— aclara. Y lee la palabra del Señor:
—Deshonraron entre sí sus cuerpos, ya que cambiaron la verdad por la mentira. Tremendo, pero lo dice: cambiaron la verdad de Dios por la mentira. ¿Qué más dice? De la mujer lesbiana: porque aún sus mujeres cambiaron su uso natural por el que es contra de la naturaleza.
No pestañea. Llegó a su punto favorito de argumentación:
—Cambiaron su uso natural, no es que nazcan lesbianas. Lo mismo habla de los hombres.
—¿Y si una mujer o un hombre aman a Dios y a la vez a otra persona del mismo sexo?
—A eso quiero llegar. Dios es amor y nos manda a amar. Hay que amar a los homosexuales y lesbianas. Pero el amor de Dios tiene un orden, es limpio, porque o si no yo me voy a acostar con un perro, ¿o no?
—No es lo mismo.
—Oiga, pero si en otros países hay gente que sí tiene relaciones con animales, porque según ellos aman. El amor no es tan diverso, cuidado. El amor es bello, pero también tiene cualidades, virtudes, parámetros. Nos corresponde a nosotros enseñar cómo es el amor de Dios.
—Pero esas enseñanzas se basan en sus interpretaciones personales.
—Usted es una persona inteligente que entendió lo que le leí. Dios entiende al homosexual, pero eso no va a impedir que uno les diga que a Dios, que es un profesor de amor, no le agrada.
—¿Cómo sabe que a Dios no le agrada el amor que nace entre las personas?
—¿Usted cree que Dios ama a la inmundicia? No pues, no ama la inmundicia. Dios ama al homosexual, a la lesbiana. Siempre han habido y siempre los van a haber. Si un chileno ama a diez, quince hombres si quiere, que lo haga. Pero no pidan que a los niños se les introduzca esta ideología.
No habla de sus propios hijos, aunque tiene dos. Toma un trago largo de café y dice que es un tema personal, pero está convencido de que nunca habrá un gay o una lesbiana en su familia.
—Yo le diría oye, Señor, si tú me dices que esta gente se está entregando a la inmundicia, ¿me estás dando un hijo inmundo? Sería injusto. Dios a nadie le da un hijo homosexual o una hija lesbiana. Nadie nace así.
“Hoy estamos molestando”
El 5 de agosto de 2010 se derrumbó la mina San José en Copiapó, enterrando a 33 hombres. El religioso vio en la tragedia una oportunidad, luego de pedirle a Dios que preparara algo especial para su vida, así que viajó al norte e instaló una carpa en el Campamento Esperanza, junto a las familias.
En el lugar conoció al ex ministro Laurence Golborne y compartió un mate con la senadora Isabel Allende, algo que “ahora no repetiría”. Lo mejor estaba por venir: consiguió celebrar un servicio a los mineros, justo tres días antes de que fueran rescatados.
“Yo tuve una entrevista por videoconferencia. Oré por ellos, les leí la palabra, cantamos alabanzas e hicimos una oración de fe con los 33. Yo grabé eso y es un video único, que ningún pastor evangélico en Chile tiene. La catedral no lo tiene”, aclara. Toma aire y exhala orgullo:
—Ningún pastor le ha predicado a 33 hombres sepultados bajo tierra.
Soto aclara que no es una persona a la que le guste andar gritando quién es. Prefiere ser “sencillo, prudente y bajo perfil”, sostiene, en directa contradicción con sus actuaciones. Su objetivo final es que los niños puedan andar libremente por las calles, sin ver las “atrocidades que hacen hombres semi desnudos, que las familias no tengan que estar tapándoles los ojos”.
No está solo y tampoco está dispuesto a ponerle fin a sus prédicas, aunque sean catalogadas como discursos de odio. Ni aunque sus propios hermanos lo rechacen. En redes, en medio de numerosos memes que circulan con sus fotos, aparecen algunos que apoyan su mensaje y sus formas. Le dicen que no afloje.
Él cree que el evangelio se ha empoderado y hoy está llegando en la cara de todos. Durante años, fueron mirados con desconfianza y llevados a la caricatura. “Estamos rompiendo estructuras que había acá en Chile, como cuando creían que el evangélico era ignorante”, sostiene, recordando que usa Twitter, Instagram, Youtube y Facebook.
—Este giro no le está gustando a nuestras autoridades. No le gusta a la prensa. Porque al principio siempre se burlaban, hoy estamos molestando.
El 13 de julio pasó el bus anti transgénero por Valparaíso. La iniciativa tuvo de vocera a otra evangélica llamada Marcela Aranda, quien sostiene un discurso similar al de Pastor Soto, pero revestido de diplomacia y otro roce social. A diferencia de él, ella llegó a ser asesora parlamentaria. Soto, en cambio, fue a apoyar el mensaje como uno más. El ambiente —ya tensado por las protestas— se crispó al ritmo de su prédica.
En los matinales de la TV transmitieron la escena por varios minutos con la leyenda “Pastor Soto detenido por Carabineros”, hasta que su cabeza se perdió entre los efectivos de Fuerzas Especiales rumbo al carro policial. La foto de ese día viralizó tanto o más que sus zapatos pisoteando la bandera del orgullo. La alegría por su detención era transversal. Fue un momento de placer colectivo, compartido por aliados y enemigos. Él lo resume así:
—Uno de los requisitos que deben tener los predicadores en Chile es ser aborrecidos. Cuando me aborrecen, es porque voy en buena línea, estoy alineado con la palabra de Dios. Yo debo terminar como dice la Biblia. Aborrecido. O quizás muerto.
Esta nota fue escrita en el marco de la Beca Cosecha Roja y será publicada también en El Desconcierto.-