¿Cuándo podemos informar que un cuerpo que aparece flotando en un río pertenece a la persona que estamos buscando? En nuestros medios repetimos los datos que conocemos, que están chequeados, que circularon antes de hacernos la pregunta.
La respuesta la aprendimos con los casos de las pibas desaparecidas y asesinadas: cuando lo reconozca la familia o cuando la justicia pueda confirmarlo de forma oficial después de las pericias necesarias. El cuerpo que hallaron ayer al mediodía en el Río Chubut, a pocos metros de la comunidad Mapuche Pu Lof Cushamen, no fue reconocido por su familia. Sergio Maldonado viajó a la zona junto a sus peritos de parte y vio el cuerpo pero no lo pudo reconocer.
El periodismo buitre pelea por primicias que duran apenas unos segundos. El clickbait – la idea de conseguir tráfico a cualquier precio- puede más que el respeto por una madre, un padre, una familia que espera noticias. Los medios que nunca estuvieron preocupados por la búsqueda, de pronto se vuelven los abanderados de la causa. Hay que llenar espacio: el vivo contiene el lugar común del vacio y se lo llena de pseudo expertos, opinólogos y diletantes. El morbo hace lo demás: en este caso, como en el de Araceli y el de tantas pibas, enseguida circularon fotos horribles. La carroña vive en los despachos policiales donde se vende información, en las redacciones donde se compra, en el boca a boca de la perversidad.
En este caso, las fotos nos llegaron a todos. En las redes de periodistas que anoche no pudimos dormir, la opinión fue unánime. Las imágenes forman parte del terreno de lo indecible.
La Fiscalía Federal de Esquel informó a través de un comunicado que el cuerpo estaba “300 metros río arriba desde el epicentro del conflicto”. En la zona trabajó el Equipo de Antropología Forense levantó los rastros que puedan servir más adelante para esclarecer la identidad, las causas de la muerte y, en una investigación, quiénes fueron los responsables. Habrá que esperar a que el cuerpo llegue a Buenos Aires donde se harán las pericias.
Desde ayer al mediodía en la redacción de Cosecha Roja trabajamos para dar la mejor información posible. Hablamos con peritos, con fuentes judiciales, con fuentes de la investigación, con personas de la comunidad, con organismos de derechos humanos, con otros periodistas. Consultamos una y mil veces el expediente e intentamos presentar la información lo más clara posible. ¿Alcanza con que varias fuentes judiciales confirmen que es él? ¿Alcanza con que lo ventilen autoridades políticas nacionales y provinciales? ¿Alcanza con que los colores de la ropa coincida? No, no alcanza.
Desde ayer al mediodía todo el equipo está sin aliento. La incertidumbre es un dolor en el cuerpo que vivimos desde hace 78 días cuando se lo llevaron. Lo vimos en una familia que tuvo que pelear para ser escuchada, en las miles de personas que salieron una, dos, tres veces a la calle a exigir la aparición con vida, en las Madres y Abuelas que acompañan sintiendo que la historia se repite, que es Santiago pero podría ser cualquiera otrx. La aparición de un cuerpo abre nuevas preguntas: ¿Quiénes son los responsables? ¿Por qué la justicia tardó tanto tiempo en investigar? ¿Hubo encubrimiento político? ¿El cuerpo fue plantado? Pero todavía no es el momento.
A 78 días de su desaparición forzada, en la redacción de Cosecha Roja seguimos preguntando ¿dónde está Santiago Maldonado?