El enemigo es un trabajador manifestándose por la fuente de trabajo que acaba de perder, el enemigo es una mujer pintando con aerosol una pared en una protesta contra los femicidios (uno cada 30 horas), el enemigo es un tatuador que se solidariza con los reclamos del pueblo mapuche, el enemigo es un herrero de 21 años que hace apenas dos o tres meses comenzaba a indagar en sus orígenes ancestrales.
El enemigo es el de la vereda de enfrente. El que no respeta el supuesto estado de ley y orden. El que resiste, por acción u omisión, el desguace de las fuentes de trabajo, el aniquilamiento de las mujeres, el atropellamiento de las fuerzas armadas. El enemigo es también el que se escapa para no ser alcanzado por esa bala que le atraviesa la espalda y cae muerto en Villa Mascardi.
Siempre hay un enemigo. O una construcción y demonización del enemigo. Siempre habrá alguien que gastará un minuto de su vida para en unos pocos caracteres defender y justificar una muerte. Porque las muertes –los crímenes, mejor- son válidos si los muertos –los asesinados, mejor- están en la vereda de enfrente.
El ejército de trolls pagos (con nuestros impuestos) es lo de menos: ya los descubrimos, ya sabemos que son trolls, ya sabemos qué, cómo y cuándo escupirán sus post verdades. Lo peligroso, lo alarmante es la voz que los digita.
“No necesitamos pruebas de las fuerzas de seguridad, le damos carácter de verdad a la versión de Prefectura”, dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Hay fe en sus palabras: una creencia que no necesita razones ni pruebas, sólo la palabra. Bullrich no necesita una investigación sobre el accionar de las fuerzas armadas, ella ya manifestó su apoyo incondicional, aún sin conocer la otra versión. Similar a lo que sucede en estos tiempos: no importa cuántas pruebas haya de lo que pasó, lo importante es lo que uno piense que pasó. ¿No es éste un acto de soberbia e impunidad? ¿No es un silenciamiento deliberado a quienes tienen otra versión para dar? ¿No es todo lo contrario a lo que se cansaron de decir que venían a instalar en la Argentina? ¿No es un balazo a la democracia?
El enemigo ya está construido y demonizado. Es la RAM. No importa que Rafael Nahuel no formara para de esa organización, como no importó lo mismo de Santiago Maldonado. En el imaginario reaccionario social, la culpa de las muertes (asesinatos) de ambos es de la RAM. Y una batería de informes escritos por periodistas de wikipedia lo avalan. Y aseguran que utilizan armamentos de alto calibre que nadie se explica de dónde sacan conociendo la miseria en la que viven las comunidades mapuches en la Patagonia. Así que la fórmula es simple: según el comunicado oficial que difundió Prefectura -una especie de Rambito y Rambón, primera misión- sólo rastrillaban Villa Mascardi cuando fueron atacados (con piedras, primero, con armas de grueso calibre, inmediatamente después) por los bravos mapuches y ellos sólo atinaron a disparar, para defenderse, a los árboles. Bullrich cree eso. Y no necesita nada más que su fe ciega y todopoderosa.
Los mapuches dispararon con: piedras, boleadoras y lanzas. Uno de los efectivos repelió el ataque con un “arma no letal con munición no letal de pintura con motivo de hacer cesar la actitud violenta del grupo en cuestión y de hacerlos retroceder”. Pero después los salvajes mapuches también los atacaron con armas de fuego que hasta arrancaron “ramas gruesas de cuajo”. Según el comunicado oficial, “el grupo de personas comenzó a avanzar utilizando movimientos tácticos militares y adoptando una formación de emboscada envolvente sobre los cuatro efectivos, lo que demostraba la preparación militarizada del grupo, que sumada a las máscaras de gas, daban la impresión de un grupo preparado para un evento violento”.
Pero los efectivos no dispararon ni una sola bala. Esperaban, dicen, la autorización de la base, que nunca llegó. “Allí, siguiendo con el uso progresivo de armas y al no recibir respuesta de la base, producto de la mala señal de la zona, usaron una granada de aturdimiento flash bang. Frente a la situación y frente a los disparos de armas de fuego por parte del grupo violento, inmediatamente comenzaron a replegarse hacia abajo, cubriéndose con disparos de fuego intimidatorios siempre en dirección hacia los árboles y no en dirección hacia los atacantes, ya que no se podía visualizar más a aquellos hombres que se encontraban disparando con armas de fuego”.
Así y todo, ninguno de los prefectos resultó siquiera herido. El “grupo violento” fue alcanzado por las balas defensoras y justicieras y perdió a Rafael Nahuel. Además de dos heridos.
Las crónicas de los amantes del condicional y de los demonizadores compulsivos hablarán con la voz totalitaria y jamás se retractarán si, una vez investigado el hecho, se devela que Prefectura mató a un pibe de 22 años por la espalda y ese pibe no pertenece a la RAM, no estaba armado y ni siquiera es violento.
Siempre suponiendo que el hecho será investigado, claro. Y que no se borren evidencias y que no se tarde un mes en rastrillar el lugar y que no se concluya que Rafael Nahuel, 21 años, herrero, se resbaló y cayó de espaldas contra una bala de plomo.