Al doble femicida Juan José Campos no lo encontró la Justicia ni la Policía. Una mujer de Santa Fe llamó a la Policía después de ver en la televisión la cara de su vecino en los carteles que sostenían las amigas de Stefanía Abril Wilson en una marcha para reclamar justicia por ella y por su madre. Las amigas de la joven de 19 años, que durante tres años recorrieron pasillos judiciales y canales de televisión, aprendieron a descifrar el lenguaje de los expedientes y con su lucha lograron la captura de Campos. Hoy lo vieron sentado en el banquillo de los acusados: en la primera audiencia del juicio se negó a declarar y siguió el resto del debate a través de audio desde una sala contigua.
El juicio comenzó dos horas después de lo previsto. “Estábamos todas las chicas que empezamos a luchar y que quisimos ser parte querellante”, contó a Cosecha Roja Mercedes Villarreal, una de las amigas de la joven asesinada. Las amigas de Abril no solo lograron la detención del acusado, después del doble crimen fueron las encargadas de limpiar el departamento de Constitución lleno de sangre y caca de gatos en el que Abril fue asesinada junto a su madre, Elizabeth Angélica Wilson, alias Romina, de 44 años. También consiguieron nuevos hogares para los 22 gatos que vivían con ellas y organizaron colectas y marchas.
Cuando el asesino fue detenido, buscaron una abogada para impulsar la causa: preguntaron en la Defensoría General y en espacios feministas y consiguieron que Marina Barbitta, presidenta de la Asociación de Mujeres Penalistas de Argentina, aceptara el caso. Había un problema: el Código Procesal Penal establece como requisito de la querella ser familiar directo, y las víctimas no tenían ninguno.
Cuando la causa ya estaba cerrada y a punto de ser elevada a juicio, la Justicia aceptó que la abogada representara a Marta Haydée Visco, tía de Romina y tía abuela de Abril. La nueva querella presentó pruebas y se preparó para el juicio. Pero la mujer de 74 años murió hace un mes y el Tribunal le impidió a Barbitta intervenir en el juicio.
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Las amigas de Abril siguieron con atención la primera audiencia del juicio. Uno de los testigos contó que la noche del viernes 20 de febrero de 2015 llamó al 911 porque escuchó gritos. Los policías revisaron los ocho pisos del edificio de Constitución 1734 y hablaron con Campos, que hacía cinco meses se había mudado a la casa en la que vivían Romina y Abril. El hombre les dijo que estaba todo bien. Los policías no tenían orden de allanamiento y se fueron.
También declararon en el juicio una vecina y un vecino que contaron que al día siguiente se cruzaron otra vez con el acusado cuando volvía del supermercado. Durante ese día, varios vecinos recibieron mensajes de texto desde el celular de Romina. La Justicia cree que los mandó Campos. En ese momento, las dos mujeres ya estaban muertas.
Hoy también declaró Domingo Loiácono, el padre de crianza de Romina. El domingo 22 de febrero de 2015 fue hasta la casa de su hija y su nieta. Hacía varios días que no tenía noticias de ellas y no atendían el teléfono. El hombre entró acompañado por una vecina y un policía. Un olor nauseabundo inundaba el departamento. Hacía varios días que nadie limpiaba el pis y la caca de los 22 gatos.
El cuerpo de Abril estaba en la bañera con agua hasta la mitad. Tenía cinco puñaladas. Romina estaba en living, tirada detrás de un futón y envuelta en una sábana, con tres cuchillazos. Juan José Campos ya no estaba. Había desaparecido después de pasar una noche junto a los cadáveres.
En Santa Fe nadie lo conocía por su nombre verdadero. Ni siquiera Giselle, su nueva novia, sabía que el hombre que vivía con ella y con su hija de siete años, y al que conocía como Gerardo Aráoz, estaba prófugo por un doble femicidio.
La mentira de Campos se derrumbó el día que una vecina vio su cara en los carteles con la palabra “Buscado”. La mujer miró en internet y confirmó la sospechas: su vecino era el doble femicida de Romina y Abril. Después se contactó con las amigas de la víctima y presentó la denuncia ante la delegación local de la Policía Federal y de la Secretaría de Violencia de Género.
Con la detención de Campos se aceleró la causa. El juez cerró la instrucción y la elevó a juicio. Las declaraciones de los testigos durante la primera audiencia no dejan dudas: Campos estuvo en el departamento en el momento en que las dos mujeres fueron asesinadas a puñaladas.
El juicio continuará el miércoles 13 y el 20 la fiscalía y la defensa dirán sus alegatos. Las amigas de Abril, que desde hace tres años exigen Justicia, esperan que el Tribunal lo condene a perpetua.