Esteban Rossano lleva 25 días preso. Lo detuvieron el 14 de diciembre en las afueras del Congreso durante la represión a la protesta contra la reforma previsional. Esteban no había ido a la manifestación: estaba paseando con un amigo por el centro porteño, se acercó a ayudar a una mujer que había sido afectada por los gases y lo detuvo Gendarmería. El juez federal Claudio Bonadío lo acusó del delito de “intimidación pública” y la Cámara Federal le negó la excarcelación. El padre y el abogado denuncian que le plantaron en la mochila dos piedras y cuatro panfletos de tres agrupaciones políticas que levantaron de la calle.
El joven de 19 años pasó navidad y año nuevo en el penal de Marcos Paz. Pablo Rossano, su padre y único familiar directo, lo visitó el 24 y el 31 de diciembre pero no le permitieron quedarse. “Fue horrible tener que irme de ahí sin él. Pero parece que es más fuerte que yo. Entró como un bebé y va a salir como un hombre”, contó a Cosecha Roja Pablo.
El hombre, que vende golosinas en la estación de Laferrere, volvió a ver a su hijo el viernes y el domingo. Esta vez en el pabellón de buena conducta, donde lo trasladaron hace cuatro días. “Está un poco mejor de ánimo. Pero quiere salir”, contó.
Desde chico Esteban sueña con ser militar. El año había pasado comenzado los trámites para poder ingresar al Ejercito. El 14 de diciembre, el día que lo detuvieron, había viajado con un amigo del barrio 20 de Junio, en Morón, hacia la ciudad de Buenos Aires. En Once compró la funda de una tablet para regalarle a un sobrino y un cable de audio. Antes de volver al conurbano los amigos querían pasar por el McDonald’s del Obelisco. No sabían que a unas cuadras de ahí, en las afueras del Congreso, Gendarmería repartía palazos, lanzaba chorros de agua desde los carros hidrantes y disparaba gases lacrimógenos y balas de goma a los manifestantes que protestaban contra la reforma previsional.
Los jóvenes tomaron el subte en Plaza Miserere hacia la 9 de Julio pero se equivocaron y se bajaron antes, en Sáenz Peña. Al salir de la estación respiraron el aire viciado por los gases. A unas cuadras de ahí Esteban intentó auxiliar a una mujer que no podía respirar. Un gendarme lo señaló.
—Ese estaba tirando botellas de vidrio —le dijo a sus compañeros.
Los gendarmes se le fueron al humo. Le sacaron la mochila en la que guardaba el protector de la tablet, dos pantalones y una remera roja para jugar al fútbol y lo cargaron en una camioneta.
Esteban pasó varias noches detenido en el Edificio Centinela de Gendarmería, en Retiro. Lo acusaron de “haber participado de los tumultos y desórdenes públicos (…) con la intención de infundir un temor público suficiente como para coaccionar la actividad parlamentaria”. En su mochila aparecieron dos piedras y cuatro volantes de tres agrupaciones políticas: del Partido Revolucionario de los Trabajadores, del Partido Piquetero y de Organizador Obrero Internacional. Adrián Albor, abogado del joven, denunció que Gendarmería no preservó la cadena de custodia de la mochila y que las piedras y los volantes fueron plantados.
Dos días después, el juez Claudio Bonadío ordenó un allanamiento en la casa de Morón en la que Esteban vive con su padre. “Eran 15 policías. Me dijeron que buscaban elementos terroristas”, contó Pablo. Revisaron cajones y las bolsas de la mercadería. No encontraron volantes ni textos políticos. Solo las golosinas que el hombre vende en la estación de Laferrere.
La Cámara Federal le negó la excarcelación a Esteban y a otras cinco personas detenidas el 14 de noviembre. La Justicia espera el peritaje de los celulares de los imputados y el análisis de las cámaras de seguridad de la zona encargados a la División Reconocimiento Antropométrico de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires. Los jueces Eduardo Farah y Leopoldo Bruglia creen que el joven de 19 años que vende golosinas con su padre en la estación de Laferrere podría entorpecer la investigación.