Durante más de nueve horas los cadetes de la Escuela de Policía de La Rioja corrieron bajo el sol y realizaron ejercicios sobre la cancha de básquet a una temperatura de 40 grados. Dieciocho jóvenes debieron ser internados. Emmanuel Garay, de 19 años, murió cinco días después. El de La Rioja no es un caso aislado, es una práctica común en la formación policial en Argentina. En las escuelas de policía se la conoce como ‘el baile’. “Son sometidos hasta que no da más el cuerpo, hasta que se desmayan”, contó Roque Garay, el papá de Emmanuel, un ex agente que estuvo 25 años en la fuerza. El maltrato tiene un fin: torturar para enseñar a torturar.
Los casos de abusos y torturas en la formación policial salen a la luz cuando hay muertos o heridos. En enero de 2017 dos cadetes catamarqueños fueron internados después de ser sometidos a un entrenamiento extremo. Dos años antes los familiares de un grupo de aspirantes de ese Instituto habían denunciado que los jóvenes que no soportaron el ‘baile’ fueron obligados a firmar la baja voluntaria. En 2007, veintidós alumnos de la Escuela de Cadetes de la Policía Federal del barrio porteño de Villa Lugano fueron internados con un severo cuadro de deshidratación y agotamiento físico después de un ejercicio extremo.
Marcelo Saín, ex director de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, doctor en Ciencias Sociales, politólogo y profesor e investigador de la Universidad Nacional de Quilmes, difundió en Twitter el mail de un ex oficial del Grupo Halcón que contó que en el entrenamiento de supervivencia selvática a los ingresantes los obligan a matar víboras con los dientes, los entierran y los mean. El ex funcionario también difundió la versión de un comisario mayor: “En 2 años en la Vucetich, salimos sin una sola práctica de allanamiento, sólo tiramos 10 tiros calibre 22; 5 9 mm y 5 de FAL y por año. Pero sí éramos expertos en salto de rana, carrera march, cuerpo a tierra. Y desfilábamos mejor que el Colegio Militar”.
“El problema no es que estas prácticas del baile policial sean habituales e históricas sino que se sepa públicamente. Los gobiernos son ignorantes sobre sus policías, no saben nada de qué carajo pasa en esas instituciones pero les dan el manejo de la calle de manera ciega”, explicó Saín.
La madrugada del 5 de febrero los 83 cadetes entraron a la Escuela a las 5. Desayunaron, se cambiaron y comenzaron el entrenamiento. Hasta las 9 estuvieron formados de pie. Después les dieron una charla y arrancaron los “movimientos vivos”: salto rana, trote de espaldas, flexiones de brazos y vueltas sobre el asfalto caliente de “La Sartén”, como le llaman a la cancha de básquet. Estaba prohibido tomar agua. El jefe daba las órdenes. Seis cadetes de segundo año controlaban que nadie las incumpliera.
Un enfermero les tomaba la presión arterial a los cadetes que caían desmayados. “Nos revisaba, nos recuperábamos y volvíamos a entrenar”, contó una mujer. Cuando trotaban detrás de los campos de instrucción algunos aprovechaban para tomar agua podrida a escondidas de una pileta sucia llena de sapos. Otra chica contó que fue hasta el baño para tomar agua. “De la canilla no, era del inodoro”, explicó.
El entrenamiento era rutinario. Los cadetes no lo soportaron. Garay cayó al piso y quedó tendido durante media hora bajo el sol. Después le tiraron un baldazo de agua. Él y otros 17 fueron internados.
Cinco días después, Garay murió en el Hospital Vera Barros por una falla multiorgánica a partir de una extrema deshidratación. Luis Oropel, otro de los cadetes internados, fue trasladado a Córdoba. Todavía continúa internado en terapia intensiva. Su familia contó que tuvo una leve mejoría y que ya no recibe diálisis.
Ocho policías fueron detenidos acusados de homicidio simple e incumplimiento del deber de funcionario público: el subdirector general del Instituto de Seguridad, comisario mayor Dardo Nicolás Gordillo; el director de la Escuela de Cadetes, comisario inspector Ramón Alberto Leguiza; el jefe del Cuerpo de Personal Masculino, comisario Jorge Marcelo Leguiza; y la jefa del Cuerpo de Personal Femenino, comisaria Adriana Mabel Rodríguez; la oficial inspectora Nadia Soledad Bravo, los oficiales subinspectores Elio Gonzalo Marcial e Ivana Karina Luna y el oficial ayudante Marcos Antonio Miranda.
El fiscal general Hugo Montivero anticipó que también pedirá la detención de los seis cadetes de segundo año que participaron en el entrenamiento. Solo un año antes, ellos habían sufrido las torturas a las que son sometidos los ingresantes. Hoy se convirtieron en torturadores.