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Por Pablo Rodriguez.-

El miércoles 14 de febrero pasadas las 23, Walter Cejas entró en la casa donde Katherine Quinteros vivía con sus dos hijas mellizas y la atacó con un cuchillo frente a las pequeñas de dos años y su hermano de ocho. Le causó tres heridas: una el antebrazo izquierdo, otra en la espalda y la tercera -la letal-, en el corazón. La chica de 18 años murió camino al hospital. Había perdido más de cuatro litros de sangre.

El femicida de Rufino corrió 150 metros, llegó al terraplén que marca el fin de la ciudad, giró hacia la izquierda y encaró a la Ruta Nacional Nº 7. En el camino fue interceptado por uno de los cuatro hermanos varones de Katherine, quien se bajó de su moto y quiso reducirlo a fierrazos. Cejas volvió a sacar su cuchillo y lo atacó. Su captor se asustó, agarró la moto y volvió a donde estaba su hermana.

Walter caminó cuatro kilómetros hasta una estación de servcios. Allí habló con los empleados, que grabaron la conversación. El audio circula por Whatasapp y está incorporado a la causa:

– ¿Qué querés que hagamos? Yo llamo a la policía si querés.

– Que Walter Cejas está acá.

– Walter Cejas está acá. ¿Te querés esconder por allá? Yo llamo a la policía y que vengan ellos. Si llegan a venir los otros ya veo que te quieren agarrar.

– La policía, si puede venir un segundo deciles.

– ¿Querés quedarte un segundo sentado acá?

– Te voy a pedir un cigarro si tenés.

– No tengo, ahora compro y te convido uno.

– No se que hacer, no eran para ella. Yo no quería hacer cagada.

– No te preocupes loco –suspira hondo-, quédate ahí sentado que yo ahora llamo. Le digo que te entregás. Hacemos así.

– Yo disparé porque estaba asustado.

– Quedate ahí vieja, yo ahora te aviso. Ahora llamo a la policía y le digo que te entregás. ¿Tamos? ¿Walter sos?

– Si.

– Hacemos así bicho. Quédate ahí sentado. Yo ahora si consigo un cigarro te traigo. Yo voy a estar ahí. Los llamo de adentro. No te preocupes. ¿Se lo clavaste en el pecho decís?.  Ahí viene la policía. Parate, levanta las manos y decí que no tenés nada.

katherineLa casa de Katherine está al lado de la de sus padres, el tucumano Francisco Quinteros y la entrerriana Mónica Ortiz, ambos de 43 años. Los separa un tejido de alambre. Él es albañil, ella empleada de limpieza y entre otras patronas, tiene a la tía de Chiara Páez, la chica de 14 años a la que su novio, Manuel Vallejos de 17, asesinó y enterró en el patio de su casa en 2014. Su caso fue uno de los que disparó el movimiento #NiUNaMenos.

El padre, recuerda que su hija estaba abocada a sus hijas porque se había separado hace poco. Sus papás la ayudaban para que esté en su casa criando a las mellizas. El lunes, después e mucho tiempo, había aprovechando el feriado para ir a bailar.

Antes de regresar a Rufino, la joven ya había pasado por situaciones de violencia de género: quemaduras de cigarrillo y de agua hirviendo en el cuerpo o golpes de puño. Incluso llegó a agredir a su ex suegro: le provocó cortes con un cuchillo en el brazo izquierdo. Por esa razón, se dictó una medida judicial para que no pudiera acercarse a la casa de sus suegros o a la de su ex pareja.

El fiscal que interviene, Horacio Puyrredón, secuestró entre otras cosas un teléfono celular, donde según la madre de la víctima hay pruebas de que Cejas hostigaba y perseguía a su hija.

En la Fiscalía de Rufino se reciben diez llamadas semanales por amenazas simples. Se forman causas en la comisaría a los acusados y les imponen medidas perimetrales. Luego corre por cuenta del Juzgado de Familia determinar el plazo o los tiempos en que se deben cumplir esos regímenes.

Cejas tenía una de esas prohibiciones: desde el 27 de diciembre , por orden del Juzgado Civil, no podía tener acercamiento ni contacto con la víctima: ni mandarle mensajes, chatear o llamarla.

“A la tarde estábamos charlando y el le escribió. Le decía que la amaba”, contó la madre de Cati. “Ella le respondió que no iba a volver”. Unas horas más tarde, Cejas llegó hasta la casa armado con un cuchillo y la mató.