El dictador y último presidente de la Dictadura militar que comenzó en el 76, Reynaldo Benito Bignone, murió este miércoles, a los 90 años. Estaba internado en el hospital Militar.
Bignone estaba condenado a prisión perpetua desde el año pasado, cuando la Justicia lo condenó junto a Santiago Omar Riveros y otros cinco acusados, por la causa que investigaba los delitos ocurridos entre 1976 y 1977 en el Colegio Militar de la Nación. Las víctimas de los secuestros y torturas fueron seis conscriptos que realizaban el servicio militar obligatorio. Tres de ellos continúan desaparecidos.
Antes, Bignone había recibido una de las mayores condenas por parte del Tribunal Oral Federal N° 1, en el juicio oral por crímenes de lesa humanidad cometidos dentro del Plan Cóndor y Automotores Orletti. Le dieron 20 años de prisión por la desaparición de más de 100 personas. Además, fue sentenciado junto a su colega de mando, el genocida Jorge Rafael Videla, por la apropiación de hijos e hijas de desaparecidos.
Repasando, Bignone no sólo fue quien tomó el poder del país durante los últimos años de la Dictadura (entre julio del 82 y diciembre del 83, cuando le entregó el mando a Raúl Alfonsín), sino también un genocida, torturador y apropiador de bebés.
Como viene sucediendo en los últimos años con los represores de la época atroz de la Argentina (Videla en 2013; Ramón Genaro Díaz Bessone en 2017, y Luciano Benjamín Menéndez en 2018), todos se llevan sus condenas a la tumba y también el silencio miserable del secreto mejor guardado: la verdad de lo que hicieron con los cuerpos de los desaparecidxs.