Cómo fue el operativo de autocuidado organizado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Texto: Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito /Foto: Mariana Lamponi Tappatá
El 13J lo vivimos con amor. Con tensión, sí, pero con mucho cuidado y contención. Siempre estuvimos acompañadas por otras, en cada telefonazo, en cada decisión. Porque el 13J se venía organizando desde muchísimo antes y queríamos la gran fiesta que tuvimos: con festival, carpas con talleres formativos y ganas de poder recibir de la mejor manera a las miles de compañeras que sabríamos vendrían de todo el país a gritar la exigencia con el cuerpo en la calle.
Sin embargo, en la primera reunión con las autoridades del GCBA, vimos que nos iban a hacer difícil la tarea que con tanto amor se venía gestando. Nos pusieron un mapa en la mesa, con la Plaza de los Dos Congreso dividida en dos: “lado A y lado B”, con la Avenida de Mayo cortada a modo de “cordón de seguridad”. Nos indicaron que toda la jornada en términos de logística y seguridad se iba a organizar a modo espejo, porque “los azules” también decían que eran muchos. Preguntamos cuánto era “muchos” y nos dijeron que calculaban 50 mil personas por lado. Fue entonces cuando les pedimos que solicitaran los números de los Encuentros de Mujeres, de los últimos #8M y #4J.
Nos indicaron que además no iban a autorizar ningún tipo de estructura fija: adiós escenario y carpas de actividades. Explicamos que no se podían sostener entre 20 y 30 horas de vigilia sin actividades, planteamos lugares alternativos de ubicación, quedaron en analizarlo. Nos plantearon que, además, el lado de la Plaza no estaba definido, aún cuando la esquina del Molino es un lugar histórico para nuestro movimiento: porque sí, porque antes que los pañuelos verdes fueran el símbolo de la libertad y la lucha feminista en este país, fueron nuestras pioneras las que hace más de treinta años se reunían allí para exigir el reconocimiento del derecho al aborto. Quedaron en analizarlo. Era viernes.
Entonces tuvimos la primera reunión de seguridad ampliada, con distintas agrupaciones del más variado espectro político. Se organizó una seguridad centralizada en la Campaña con compañeras que coordinaron logística y relaciones institucionales, a la que todas las organizaciones aportarían con su experiencia, por turnos y con recambios. Sobre el esquema de la Plaza todas coincidimos en que era una locura, un riesgo innecesario, y que el lado del Molino no se “transaba”.
Así llegamos a la segunda reunión, a la que a las autoridades de GCBA se sumó la Defensoría del Pueblo, fuimos acompañadas por el CELS. Era lunes y la vigilia, el miércoles. Y si bien habíamos logrado que se autorizaran el escenario y las carpas, la plaza seguía dividida en partes iguales. Tratamos una vez más de romper con ese esquema con distintos argumentos que iban desde la lucha por el reconocimiento del derecho al aborto hasta los números que daban cuenta del enorme riesgo al que nos sometían al encerrarnos en Rivadavia y Callao. En esto coincidía la Defensoría del Pueblo, que manejaba un mínimo de 400 mil personas del “lado verde”. Respecto del lado de la Plaza, señalamos que eso no lo íbamos a transar ni nosotras ni todas las agrupaciones que habían confiado la representación en nosotras.
El ambiente se puso tenso cuando un funcionario del GCBA dijo que no estábamos en posición de exigir nada, que ellos eran el gobierno y decidían. No sólo le contestamos nosotras, sino que el Defensor del Pueblo adjunto indicó que no eran maneras de dirigirse.
Terminada la reunión nos acercamos al secretario de Transporte y al jefe de Gabinete del secretario de Seguridad y les dijimos que si no estábamos desde ya tomando la Plaza en vigilia, era porque nos lo habían solicitado en pos de la seguridad de la jornada, que así dividida era ya un riesgo del que iban a tener que responder si pasaba algo, pero que de no asignarnos el lado que nos correspondía, existía la probabilidad de que ese mismo día se tomara, porque el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans está organizado pero no es vertical ni acepta injusticias.
Finalmente lo logramos. Pudimos llegar a la reunión de seguridad ampliada con permiso del GCBA para escenario, carpas y el lado norte, el del Molino. Ganamos aplauso de las compañeras de las distintas organizaciones y comenzó la tarea de logística de la seguridad.
Hasta último minuto no teníamos el mapa de la Defensoría del Pueblo para poder difundir los consejos de autocuidado y en la ansiedad comenzaron a circular mapas de la primera reunión con las autoridades y los antiderechos se colgaron de esos mapas para solicitar cambios de última hora, demorando así, una vez más, toda nuestra logística de seguridad.
Sin embargo, gracias a compañerxs que se pusieron a disposición para difundir la seguridad logramos sacar flyers y audio de autocuidado, enfocando en no responder a provocaciones porque queríamos vivir una fiesta por nuestros derechos y no tener que lamentar compañeras lastimadas ni un escenario de represión.
Finalmente fue una fiesta que coincidió con la masividad planteada a las autoridades. Como no entrábamos en Rivadavia y las vallas estaban abiertas, rápidamente la Plaza de los Dos Congresos se fue contagiando de la energía de compañeras autoconvocadas.
Hubo un momento de tensión alrededor de las siete de la tarde: fue cuando se abrió una de las vallas que separaban la Plaza del lado de lxs antiderechos y las autoridades colapsaron nuestros teléfonos. Les reiteramos que el riesgo lo habían generado ellos pero resolvimos el problema: formamos un cordón en la zona para proteger a nuestras compañeras en compañía de la Defensoría del Pueblo. Nos agradecieron.
Nunca más se animen a no escucharnos. A pesar de las situaciones de peligro a las que nos expusieron, nos cuidamos entre nosotras de la forma que aprendimos: organizadas.