Jorge está tirado de espaldas sobre la tierra reseca. Con una mano alcanza a tocarse la herida. Debía ser una pelea mano a mano, puño a puño, sin fierros, facas ni puntas: como se pelea cuando se bate a duelo. Pero Lucio siempre se cagó en los códigos. De pie junto a su enemigo sostiene en su mano la navaja ensangrentada que llevó escondida en su bota tejana.
Con ese duelo a cielo abierto en la canchita de la villa arranca No permitas que mi sangre se derrame, un western urbano de ritmo acelerado y tono vertiginoso que narra el enfrentamiento entre dos bandas de pistoleros por el control de la Jerusalén. A lo largo de 192 páginas, el periodista y escritor Juan Carrá arrastra al lector a través de ese laberinto indescifrable de casillas de chapa de una villa ficticia hasta los pabellones de la cárcel con un realismo desgarrado.
“La prosa de Juan Carrá es una máquina de vértigo”, define la escritora Gabriela Cabezón Cámara. “De una dolorosa humanidad son las poderosas narraciones que tiene para compartir Juan Carrá. Historias rojo sangre. Historias de un rojo vino tinto”, agrega el escritor Leonardo Oyola, autor del libro Kriptonita, que narra la historia de una banda de superhéroes del conurbano.
Con esta obra, Juan Carrá se consolida como una de las voces más destacadas de un género en auge: la novela negra argentina. Con potencia narrativa, diálogos filosos y la construcción de personajes complejos y ambiguos construye un mundo de santos y arcángeles criados en el barro de los márgenes. No permitas es una historia de amores, traiciones y venganzas. De policías ladrones y ladrones que se convierten en policías. De cerveza, balas y cocaína. De hermanos enfrentados a muerte. Las sagradas escrituras se imprimen -literal y metafóricamente- en la piel de los protagonistas: guían sus sueños, sus vidas y sus muertes. “Mucha Biblia detrás, mucho yeso de santería volado como para una película de animación, Caín y Abel”, dispara la escritora y periodista María Moreno.