En abril una preceptora del Politécnico, en Rosario, le dijo a una alumna que su vestido era muy corto y la hizo firmar el libro de faltas. Ella se sacó una foto al lado de un compañero que había entrado a clase usando una bermuda. El largo del vestido era igual al de la bermuda, pero él no fue sancionado. La foto pasó de celular en celular. Días después estudiantes de todos los cursos entraron a clases en vestidos y polleras. Fue el primero de tres “vestidazos” que hicieron este año contra las reglas de la escuela. En julio y por la pelea del centro de estudiantes consiguieron que no haya más reglamento de vestimenta. “Cada uno se hará cargo de cómo ir y representar a la escuela”, explicó la presidenta del centro de estudiantes, Luna Garat. El Politécnico no será el único que liberará del uniforme a estudiantes. El Normal 1 ya no será obligatorio usar el uniforme. Así lo probarán durante los primeros seis meses de 2019.
Rebote
En septiembre una alumna de cuarto año del Normal N°1 llegó a clases y la preceptora la frenó en la puerta. Le dijo que tenía que firmar el libro de faltas porque usaba una calza provocativa. Al día siguiente tres compañeros llegaron usando calzas. Nadie les dijo nada. Días después hicieron un “calzazo”, donde estudiantes eligieron no respetar el código de vestimenta. El único al que le hicieron un llamado de atención fue a chico en pollera. Desde ese día el centro de estudiantes empezó a escribir un reglamento de vestimenta nuevo. Querían dejar atrás reglas estrictas que incluían el uso obligatorio del uniforme de chomba o remera mangas cortas con el logo de la escuela con jean o jogging. Ese código prohibía las calzas, polleras, vestidos, musculosas y hasta las pulseras con tachas. También pedía que predominen los colores al azul y no dejaba usar ropa estampada. “Son normas que no se cumplen en el día a día, pero que los directivos aplican a su criterio. Escribimos un reglamento más amplio que no discrimine de acuerdo al criterio de cada preceptor”, contó a El Ciudadano la presidenta del centro de estudiantes, Renata Labrador.
Cuando presentaron el texto las autoridades les dijeron que tenían una respuesta superadora. Desde el 2019 no será obligatorio el uniforme. Durante un período de prueba de seis meses se vestirán como quieran. Los estudiantes podrán usar pollera o vestido si quieren. “Ya usábamos cosas por fuera del reglamento. Pero nos pone en igualdad de condiciones porque los preceptores lo aplicaban en base a prejuicios, muchas veces discriminando o diciendo que las mujeres éramos provocadoras por usar calzas”, agregó la presidenta del centro de estudiantes.
Libre elección
“Mi vestido no determina mi calidad educativa”, fue uno de los carteles que chicas y chicos del Politécnico usaron en los vestidazos. Querían mostrar que aún con los avances del feminismo y la diversidad sexual en las escuelas todavía hay directivos discriminan por la forma de vestir. El Politécnico depende de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y el reglamento de vestimenta fue aprobado hace ocho años. Establecía que se podía usar ropa hasta la rodilla y no permitía musculosas ni vestidos. Con los años las reglas fueron más flexibles. El centro de estudiantes presentó un proyecto ante el Consejo Asesor, un organismo que sugiere a los directivos pero no tiene poder de decisión. Este año las autoridades eligieron dejar de aplicar el reglamento temporalmente. Si dijeron que incluirán en el nuevo código de convivencia que está en debate un apartado amplio sobre la vestimenta donde no se discrimine entre varones y mujeres ni entre estudiantes y docentes y no docentes. “Es un avance que seamos considerados iguales. Cada uno tiene que ser responsable de cómo ir y representar a la escuela. Si los directivos no tienen reglamento de vestimenta es porque creen que son responsables. Queremos el mismo trato”, dijo la presidenta del centro de estudiantes, Luna Garat. Según ella, desde que dejó de aplicarse hay menos llamados de atención. “Les cuesta acostumbrarse pero lo importante es que ya no tiene sanción”, agregó.
Ejemplos
En abril una alumna de cuarto año de la escuela Reconquista del barrio porteño de Villa Urquiza fue sancionada por la rectora por no usar corpiño. Sus compañeros reaccionaron y empapelaron el colegio con consignas a favor de la chica. “Mi corpiño no define que tan buena alumna soy”, “La cantidad de ropa que uso no determina la cantidad de respeto que merezco” y “La ropa no define nuestro rendimiento escolar”, fueron algunos de los mensajes.
“Mi mamá vino a hablar con la rectora, a quejarse y a pedir explicaciones. Esta señora tiene una manera de ver las cosas bastante anticuada. Si no quiero usar corpiño, no tengo que usar corpiño”, dijo la joven en un móvil televisivo. El caso fue uno de los que abrió la discusión sobre el derecho de estudiantes secundarios, sobre todo mujeres, a usar la ropa que quieran.