El Tribunal falló por unanimidad: Carlos Archie Phillips fue encontrado culpable del femicidio de Evelyn Tatiana Lehr en Trelew. Hoy, diez días después del veredicto los jueces dieron a conocer el monto de la pena. Lo condenaron a perpetua por el delito de “homicidio doblemente agravado” por “haber dado muerte a una mujer con quien mantuvo una relación de pareja mediando violencia de género”
En los alegatos el fiscal había remarcado el odio y la violencia desplegada por el femicida: Archie Phillips la mató de más de 30 puñaladas. Cuando la madre de la chica llegó a la casa encontró manchas de sangre en el piso y las paredes, en la cocina y en la habitación. En el baño estaba el cuerpo de su hija. Al día siguiente la policía detuvo al femicida en una estación de servicio en las afueras de la ciudad.
“Nada me va a devolver a mi hija, pero espero que sirva para que no le pase a otras mujeres”, contó Alejandra a Cosecha Roja cuando comenzó el juicio. Las pruebas para condenarlo eran contundentes: los estudios de ADN que confirmaron que había rastros de sangre de él por toda la casa, los mensajes de texto en los que él insistía para volver con ella, el testimonio de su familia y las amigas que cuentan que él la celaba y la había amenazado varias veces.
Evelyn había comenzado a hacer artesanías en 2013, cuando un accidente de tránsito la dejó postrada durante varios meses. Sufrió fracturas de vértebras y doble fractura de cadera y atravesó cinco operaciones. Con el tiempo se interesó en la orfebrería y abandonó la licenciatura en historia. Aprendió a trabajar alpaca, cobre, bronce. Fabricaba alhajeros, dijes, aros, pulseras, collares y llaveros que vendía por encargo (como souvenirs en bautismos) o en las ferias.
Cuando su hermana se mudó a General Roca para estudiar diseño industrial armó su taller en el cuarto de ella en la planta alta. En la planta baja tenía otro taller donde guardaba las herramientas más pesadas.
En 2016, durante un recital de rock en Gaiman, una localidad a 15 kilómetros de Trelew, conoció a Archie. Se pusieron de novios. “Al tiempo ya frecuentaba la casa, iba a los de mis viejos. Era una persona agradable, simpatica, sociable, servicial. Siempre la trató muy bien delante nuestro”, recuerda Alejandra. En la intimidad, él la celaba y la controlaba.
En el verano de 2018 viajaron juntos de mochileros a la cordillera. Un día ella llamó a la madre. Le contó que se había peleado con el novio y le pidió si podía sacarle un pasaje de regreso. “Se volvió sola. Me dijo ‘nos peleamos con Archie’ y no quiso contar más. A una de las amigas le comentó que la había amenazado, que le dijo que la iba a matar”, contó Alejandra.
Entre un mes y un mes y medio después volvieron y él se puso más agresivo. Una noche fueron a ver una banda de rock y discutieron. Ella se volvió a su casa en taxi. Él la siguió y entró a la casa por la ventana de la planta alta. “Cuando llegué lo encontré borracho tirado sobre la cama”, dice Alejandra. Él lloró y pidió perdón. Unos meses después Evelyn finalmente lo dejó.
—Es una relación enfermiza. No es lo que quiero para mi vida —le contó llorando a su madre.
Él insistió para volver a verla y ella lo rechazó. La noche del 13 de junio de 2018 entre las 9 y las 9 y media de la noche él la llamó varias veces al celular y al teléfono fijo. El informe de las antenas de celular confirmó que él estaba a unas pocas cuadras de la casa.
Esa noche Evelyn estaba sola. Su mamá había ido a la casa de su pareja. No se sabe con certeza lo que pasó después ni cómo hizo él para entrar a la casa. “La sorprendió en el baño”, cuenta su mamá. La autopsia confirmó que Evelyn recibió 30 puñaladas. En algún momento él también se cortó con el cuchillo. Dejó rastros por toda la casa: en la habitación de Evelyn, sobre su cama, en el pasillo, en los interruptores de luz, en la heladera, en una jarra de agua y en un vaso. Antes de irse, Archie se puso ropa limpia que había llevado en una mochila y dejó la ropa manchada de sangre. En la escena del crimen dejó una mochila con una vaina de un cuchillo, cds, libros de Evelyn y una gorra con visera.
Al día siguiente Evelyn debía viajar a Rawson a una feria de artesanos donde trabajaba dos veces por semana y después iba a ir a la casa de sus abuelos. Su madre la llamó todo el día sin tener respuesta. A la tarde decidió ir a la casa a ver si le había pasado algo. La reja de entrada estaba cerrada con llave pero la puerta estaba abierta. Apenas la empujó vio las manchas de sangre. “Yo pensé: ‘este la golpeó y está tirada en el baño’ -cuenta Alejandra-. Nunca me imaginé que la iba a encontrar muerta en un charco de sangre”.