Redacción Cosecha Roja.-

En la madrugada del 26 de noviembre de 2011, cuatro mujeres fueron asesinadas a cuchillazos y palazos dentro de una casa de la ciudad de La Plata. El fiscal de la causa, Álvaro Garganta, días después de la masacre detuvo a Osvaldo “Karateca” Martínez, el novio de Bárbara Santos, una de las víctimas. El Karateca pasó 38 días preso pero quedó en libertad por falta de méritos. En la escena del crimen la Policía Científica había recogido muestras de ADN del presunto asesino pero no lo encontraban. Seis meses después pudieron dar con él. Javier “La hiena” Quiroga, plomero y albañil, salía de su trabajo cuando fue detenido por la Policía Bonaerense acusado de ser coautor de la masacre.

El hombre de 34 años, padre de tres hijos, confesó llorando que el día del cuádruple crimen fue a la casa de Bárbaba Santos, por pedido del Karateca. “Me dijo que fuera para hacer unos arreglos, unas reparaciones”, declaró La Hiena. Según Quiroga, Martínez cometió los asesinatos con guantes: acuchilló y golpeó a Bárbara (29), su madre Susana de Bárttole (63), su hija Micaela Galle Santos (11) y su amiga Marisol Pereyra (35). Por orden del Juez Guillermo Atencio volvieron a detener a Martínez.

Los investigadores quieren determinar si los dos participaron de la masacre. Una fuente de la investigación reveló a Cosecha Roja que la Policía Científica encontró ADN de Quiroga debajo de las uñas de las víctimas. También detectaron sus rastros genéticos en la bombilla del mate, en los cajones y en colillas de cigarrillo. “Quiroga estaba en rehabilitación por el consumo de cocaína y Martinez le habría ofrecido droga y dinero para que fuera a la casa de las mujeres”, dijo una fuente del caso.

El juez de la causa, Guillermo Atencio, explicó que antes de los crímenes Martinez y Quiroga tuvieron una charla dónde tomaron alcohol y consumieron alguna sustancia. Los hombres habrían hablado sobre sus parejas y el momento malo por el que estaban
atravesando.

Luego del cuádruple crimen, por orden del fiscal se le tomaron muestras de sangre a todas las personas que habían ido a esa casa. Entre ellas estaba Quiroga.

La declaración del albañil

Cuando el miércoles 2 de mayo llamaron al fiscal para darle la noticia del ADN, estaba mirando a su hijo jugar al fútbol. El albañil declaró unas horas más tarde, en plena madrugada. Su versión fue considerada creíble, pero “con algunos puntos oscuros” y quedó detenido como coautor de los asesinatos.

La noche de la masacre, según Quiroga, cuando llegó a la casa de la calle 28 entre 41 y 42, Martínez todavía no estaba allí. Tocó timbre y la atendió Susana, la madre de Bárbara, la novia del Karateca. Cómo Quiroga ya había ido a esa casa hacer unos trabajos de albañilería, Susana lo dejó pasar.

-¿Está Osvaldo?- le preguntó a la mujer.
-No- contestó Susana.
-¿Cómo que no está? Él me dijo que iba a estar acá.

-Pasá, esperalo que seguramente está por llegar. Me venís justito porque necesitaba que me arregles un cajón.

Quiroga entró, y le dijo a Susana, la dueña de la casa, que él no tenía herramientas para hacer el arreglo. La mujer le habría contestado que no se preocupara porque ella tenía. Mientras Quiroga trabajaba, Susana le cebaba mates. Él fumó unos cigarrillos. En las colillas dejó su ADN. “En ese ínterin salió Bárbara de la habitación, que me vió en la casa, arreglando los cajones”.

-¿Cómo andás?- le preguntó Bárbara.
-Bien. ¿Cómo quedó el techo?-preguntó Quiroga.
-Bien- contestó.
-Viene a ver el cielo raso-le dijo Susana a Bárbara, su hija.
-Lo vine a buscar a Martínez-contestó Quiroga.
-Ahora lo llamo-contestó Bárbara.

Quiroga declaró que Bárbara intentó llamar a Martínez pero que no se pudo comunicar. Luego le dijo a su madre que se iba a bañar. Media hora más tarde sonó el timbre, Bárbara salió de la habitación con una toalla en la mano. Antes de atender la puerta dejó la toalla arriba de la mesa y salió al pasillo. “Volvieron hablando con Martínez, que traía un par de zapatillas debajo del brazo. Yo seguía en la cocina con Susana y ellos entraron, charlaron un poco en el living y ella se fue a la pieza para bañarse”, declaró Quiroga ante el fiscal Álvaro Garganta.

Siempre según Quiroga, el Karateca entró a la cocina y sin saludarlo le preguntó si se había fijado el trabajo que tenía que hacer. Quiroga no le contestó, se levantó de la silla y se fue a ver el yeso del living que estaba roto. “Cuando hago eso siento un “ay” y me di vuelta. Lo veo a Martínez que me apunta con un arma de fuego. Le agarro la pistola y me amenazó a Susana y a mí”, dijo Quiroga.

-Correte para allá abajo hijo de puta- le habría dicho Martínez.

Quiroga declaró que se corrió al lado del patio. En ese momento, el Karateca se fue al baño y él escuchó como si se rompiese algo. “Vi que venía Bárbara desnuda y queriendo taparse con la toalla. Se cayó en el living. Martínez salió del baño y agarró a Bárbara y la levantó. Yo estaba medio escondido y veo que la estaba apuñalando y luego la suelta. Sin hablar, me miró de nuevo y se fue a la pieza otra vez. Salió nuevamente, me volvió a mirar con el arma en la mano y en ese momento sonó el timbre”, declaró Quiroga.

Según el relato de Quiroga, Martínez se sacó la remera, atendió por el portero y salió a recibir Marisol Pereyra, una amiga de Bárbara “Antes de salir a atender me dice: “Correla de los pies -por Bárbara- hijo de puta”. Ya para ese entonces había asesinado a Susana y a la nena. Luego de correrla, entró Martínez hablando con una chica y le preguntó a ella: ” ¿Van a salir? Ahí la chica abrió la puerta y preguntó: “¿Qué pasó?” Martínez la empujó, la llevó a la cocina y se sintió un ruido como de algo que se rompía. La chica grito y se cayó al suelo”, dijo Quiroga.

Los investigadores creen que Quiroga participó activamente de los crímenes, además hay una prueba irrefutable: debajo de las uñas de alguna de las mujeres había ADN de “La Hiena”.

Según Quiroga, Martínez cerró la puerta, levantó un cuchillo que estaba al lado del cuerpo de Bárbara, la arrastró hacia la cocina y la siguió apuñalando al lado de la mesa.

Se levantó, lo miró y apuntándolo le dijo:

Si abrís la boca vas a terminar como ellas.

Para la justicia, los hechos podrían haber tenido una mecánica similar, pero es inverosímil que el albañil haya presenciado toda la escena sin participar. Para la familia del karateca, la versión de Quiroga es funcional al intento de cerrar el caso rápido y demostrar eficiencia. Poco después del crimen, el karateca Martinez había sido detenido y tanto el fiscal como el juez de la causa, guiados por la versión policial del asunto, habían anunciado que el caso estaba esclarecido. Apenas 38 días más tarde, el karateca tuvo que ser liberado. Entre otros elementos, en la escena del crimen no había rastros de su ADN. Ahora que la versión de Quiroga vuelve a involucrarlo, nadie quiere volver a poner las manos en el fuego y decir que el caso está resuelto.