Ilustración: Federico Mercante
Un dedito, dos, tres. Una mano.
Aprendé lo que te gusta. Tocate: aprovechá ese momento con vos.
Se recomienda no hacer reuniones y evitar el contacto social para que el coronavirus no se expanda. Pero no te quedes sin tu orgasmo.
Que la policía del deseo siga de largo.
-Se queda todo el día en la casa, ¡qué pajero! Y aquella no hace nada ¡Qué pajera!
Sí, llegó el momento de las pajas. Pajas con juguetes. Pajas con frutas y verduras. Pajas con helado y caramelos de menta. Pajas rápidas en la ducha. Pajas largas con tu pareja.
Fueron siglos de culpa y de mitos: que los granos, la concentración y las ojeras. Siglos de estigmatizar a quien se toca por egoísta y mezquinx. Llegó el momento de acabar con los mitos.
Hay una sola regla. Sin consentimiento no hay placer, porque tu fantasía puede ser una pesadilla. Masturbarte a la vista de los demás, si no te lo pidieron, es un abuso.
El límite es ese, queridx pajerx.
El universo de estímulos es infinito: están los recuerdos y las fantasías. Están las novelas, la poesía y los videos.
El principio psicoanalítico dice “no hay relación sexual”: tenemos máscaras, señuelos, semblantes. La masturbación reivindica la máscara y pone en acto la fantasía.
Como toda práctica, el placer puede sofisticarse. La delicadeza del frote y el ritmo de las caricias pueden combinarse con la potencia de un pensamiento.
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos
El verso de Alejandra Pizarnik invita a hackear el universo de lo táctil. Si somos cyborg, si las zonas erógenas también son una construcción cultural, ¿por qué dejar de lado la electricidad de las conexiones neuronales? Quien haga fuerza podrá llegar al orgasmo sin siquiera acercarse un dedo. Lo que se dice una verdadera paja mental.
En “Coger y comer sin culpa” María del Mar Ramón asume que el placer es feminista y cuenta ese momento de emancipación que encontró en la paja:
Indagué sobre mi concha en un espectáculo que era solo para mí y me sentía drogada de mí misma y de mis posibilidades. Me miraba con espejos: la abría, la contemplaba en todas sus formas y me sentía profundamente atraída por lo que llevaba ignorando más de 20 años y que solo creía posible si incluía la mirada de los hombres.
A quienes tienen el privilegio les toca quedarse en casa, para no abarrotar las guardias, para dejarle el transporte a quienes van a las guardias, para evitar que lo inevitable suceda más rápido y todxs a la vez.
Quedate en casa es el leitmotiv.
Y ya que estás, hacete una paja. Reivindicá el derecho al placer.