Por Irma Oviedo.-
Felicia Martinez usa un tapabocas y tiene el pelo recogido. Está sentada en una silla en el patio y corta las verduras junto a otra compañera voluntaria. Cocinan arroz con salsa roja para los niños de la zona. De postre habrá crema, lo mismo que ya comieron ayer.
Para Felicia y otras familias del Bañado Tacumbú, quedarse en aislamiento significa no tener dinero para la comida del día y acumular deuda del suministro de electricidad y de agua potable. Ninguna de ellas tiene salarios ni pensiones para sobrevivir aisladas.
Felicia es costurera y su taller está cerrado. Es su única fuente de ingresos. Tiene cinco hijos y el aislamiento está afectando su economía. “Nos están matando de hambre y las deudas no te van a esperar”, dice.
Los niños no van a la escuela, y aparte de perder días de clases, no reciben ni la merienda ni el almuerzo escolar, en una zona donde eso representaba la única comida del día. Por eso se juntaron en La Casa de la Mujer del Bañado Tacumbú para resistir la cuarentena con una olla popular.
“Teníamos merendero para los niños, pero se cerró por la prohibición. Conocemos las urgencias de las mamás que dependían de los comedores comunitarios que también se cerraron. No podemos dejar que los chicos pasen mal”, explica Feliza.
Las madres del Bañado Tacumbú son trabajadoras informales, se dedican a la venta de comidas, son empleadas domésticas, son recicladoras, gestoras y vendedoras. Todas se quedaron sin trabajo.
En la olla cocinan desde puchero hasta guisos para alimentar a 12 familias. Desde el lunes pasado entregan 90 platos por día. Las voluntarias se turnan para apoyar la iniciativa solidaria. Los alimentos los donan las propias familias del bañado. También recibieron otras donaciones, pero no alcanzan: muchas de las instituciones que recorrieron se negaron a colaborar.
Feliza solía organizar la olla popular en la época de las inundaciones. Ahora, es por la cuarentena. “Nos autogestionamos. Hay necesidades. La gente pide. Lastimosamente le decimos ‘mañana te vamos a incluir’”, dice.
Las viandas se entregan de a una para evitar la aglomeración, principal medida para prevenir la propagación del coronavirus y otras enfermedades respiratorias. Las mujeres se turnan entre tres por día para cocinar en la olla popular a carbón, llueva o haga calor. Ayer, además de la comida, se entregó a cada mamá un kit de medicina natural compuesto de miel, jengibre y limón.
Las personas solidarias pueden comunicarse con Felicia Martínez al (0981) 789-871 para hacer las donaciones o acercar los alimentos como frutas, verduras, carne y leche hasta Manuel Domínguez 597 esquina Paraguarí.
Esta nota se escribió en el marco de la Beca Cosecha Roja y también se publicó en el Diario Última Hora de Paraguay.-