Por Carolina Rojas y Josefa Barraza
El taconeo de la alcaldesa interrumpía la calma de las reuniones de los viernes en el Concejo de la Municipalidad de Olmué (ciudad de la quinta región de Chile a una hora y media de Santiago). Antes de saludar, ella escudriñaba el lugar por completo. En cada Concejo hacía gala de su seguridad y zanjaba cualquier discusión con un “¡Aquí la que manda soy yo!”.
El pelo rubio prolijo, la manicure perfecta y la locuacidad que le dio su pasado de rostro de tevé, son parte de su impronta. La calidez con que trataba a los vecinos, en esas cuatro paredes, se transformaba en prepotencia. Varios funcionarios reconocen que las reuniones siempre se daban por terminadas antes de tiempo tras algún altercado.
“En reiterados concejos (municipales) ella perdía el control. Lícita y llanamente paraba las grabaciones de los concejos, para que posteriormente no existiese una transcripción de lo que allí sucedía. No escucha más que su punto de vista, y si hay un punto de vista que es diferente al de ella, pasas a ser su enemigo”, recuerda Pablo Altamirano, concejal de la misma ciudad.
Para algunos funcionarios municipales trabajar con Macarena Santelices podía ser una experiencia traumática. La recuerdan con una personalidad dictatorial, sobre todo con su género, no por nada la apodaron “La Quintrala”. Un par de despidos injustificados y una acusación de acoso laboral también la persiguen hasta el día de hoy. Las tres denunciantes son mujeres.
“Vi funcionarias de la municipalidad llorando en alguna oficina, o en algún rincón. Parecía una película de terror”, recuerda el concejal.
La ciudad de Olmué es reconocida por ser la capital del folclore chileno, aún predominan tradiciones latifundistas, se hacen rodeos y se valida el machismo. También es una zona de “segundas casas” para la clase alta chilena. Los vecinos de Olmué, los oriundos, los que votaron por ella, trataban a la ex alcaldesa como “La señora Macarena”.
Sus seguidores lloraron su partida de la alcaldía y hasta el día de hoy agradecen “su mano dura” con la delincuencia, sumado a su proyecto de tele vigilancia. A sus detractores, en cambio, les molestaba su sobre exposición y su carácter histriónico (fue rostro en los programas de turismo de la alcaldía) en una agenda que sólo remarcaba su figura y no el trabajo del municipio. En este afán de protagonismo, ordenó la construcción de un parque acuático a pesar de la crisis hídrica que azota a la quinta región. Además la acusan de haber eludido una evaluación medioambiental relacionada con este proyecto.
Macarena Santelices Cañas –militante del partido de derecha Unión Demócrata Independiente (UDI)- llegó a la alcaldía el 6 de diciembre de 2012 y fue reelecta en 2016. Su figura y su discurso representan todo el extremismo del partido fundado por el Chicago Boys Jaime Guzmán. Antes solo había trabajado como periodista en un noticiero de la región y en algunos programas de entretenimiento de la televisión chilena.
En el video de su despedida – durante el aniversario 126 de Olmué- la escoltó una banda de concierto militar. “No va a ser un adiós, va a ser un hasta pronto, nunca los voy a dejar”, dijo sobre el podio entre sollozos. Era octubre de 2019 y renunciaba para candidatearse como gobernadora regional. Ya desde la alcaldía había tomado un repentino interés por los temas de la mujer y llegó a ser vicepresidenta de la Asociación Chilena de Municipalidades.
Estaba a un paso de sus sueños.
Siete meses después, el miércoles 6 de mayo de 2020, fue anunciada de forma sorpresiva como nueva ministra de la Mujer y Equidad de Género. El movimiento feminista catalogó la noticia como una “afrenta y provocación” y rápidamente viralizó el hashtag #Notenemosministra.
El puesto que asume Santelices se encontraba vacante desde el 13 de marzo y su antecesora Isabel Plá fue muy criticada por distintas organizaciones feministas por guardar silencio durante la crisis de Derechos Humanos que se originó el 18 de octubre, la más grande después de la dictadura de Augusto Pinochet. En medio del estallido, las conocidas denuncias de golpizas y torturas de connotación sexual por parte de agentes del Estado -además de uso indiscriminado de perdigones y lesiones oculares- también afectaron a mujeres y niñas. Plá nunca hizo un comentario al respecto.
En los meses de protesta Macarena Santelices tampoco condenó las agresiones, al contrario, utilizó sus redes sociales para realizar una férrea defensa de las Fuerzas Armadas y hacer un llamado al orden en medio de la revuelta social. Pero por sobre todo pidió “mano dura” para detener “los desórdenes”.
“¡A cuidarme en casa de esta neumonía! Me acaban de comunicar el alta. Gracias, gracias infinitas. Que Dios los llene de bendiciones, que este gran susto, nos haga darnos cuenta que este maldito virus nos puede afectar en cualquier momento (…)”, publicó en su Facebook para agradecer que la enfermedad no había sido Covid. Fue el 6 de abril, casi un mes antes de ser nombrada ministra. El mensaje iba acompañado con una foto que habla de estar “bendecida por Dios”. En otros post anteriores, habla que la milagrosa cura fue resultado de “sus fervientes oraciones”.
El 14 de marzo de 2018 abordó en Twitter la llegada de haitianos a Chile. “Y los municipios ya no damos abasto. Las ayudas sociales deben ser para nuestra gente: Los chilenos. Salud, vivienda, ni siquiera tenemos resueltos nuestros problemas. ¡Urgente, no más migrantes!”, publicó como respuesta a otro comentario sobre la comunidad.
En las entrevistas -como sobrina nieta de Augusto Pinochet- también ha dejado muy claro su nacionalismo, deja escapar frases como “La patria es el segundo hogar”, defiende el legado económico de la Dictadura y solo deslizó a duras penas algún grado de condena a las violaciones a los derechos humanos.
Para Tatiana Hernández, socióloga e investigadora del Observatorio de Género y Equidad, más allá del apellido y parentesco de la ministra con Pinochet, le preocupa cómo ella ha usado ese capital simbólico para posicionarse en la política. Es consciente y lo reproduce. “Distinto sería si ella tuviera una idea, una opinión irrestricta sobre las violaciones a los Derechos Humanos, pero es preocupante cómo usa y es consciente de ese capital simbólico que significa ser pariente del dictador y opinar lo que dice. Es una mujer que está en política, tomando decisiones que dictaminan cómo convivimos en un determinado territorio. Preocupa también su pasado profesional, que trabajara en un programa de perfil editorial donde se cosifica a las mujeres”, explica.
La socióloga recoge las palabras de la escritora Diamela Eltit para señalar que estamos en presencia de una mujer “colonizada por pensamientos militares” a propósito de las publicaciones en redes sociales donde Santelices comentó cómo debería haber actuado el gobierno y los militares en el Estado de sitio durante la revuelta social.
“Preocupa esa animosidad frente al patriotismo, a los imaginarios en torno a cómo se debe actuar frente a la protección de la patria. Ella es fiel representante de una ideología fundamentalista que busca someter a las personas con regímenes que son de carácter autoritarios, donde no hay un interés real por los derechos humanos de las personas, veo una “Bolsonarización” de sus discurso”, agrega.
Durante el juramento como nueva ministra, junto al presidente Sebastián Piñera, Macarena Santelices trató de salir al paso de las críticas. “Una posición política no tiene nada que ver con los derechos humanos y por lo mismo desde hoy soy ministra de todas las chilenas”, dijo ante las cámaras. Su primer acto público fue un paso en falso: visitó un refugio de mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, saltándose todos los resguardos para conservar la seguridad e impedir que se conozca la ubicación de este tipo de lugares.
“Lo primero que ella hace como ministra es vulnerar el acuerdo para proteger la vida de las mujeres. ¿Preguntó a las expertas que tiene en el ministerio si podía o no hacerlo? Con eso nos vulnera a todas, con esa acción nos manda un claro mensaje”, concluye la socióloga.