Hace 20 años un policía bonaerense mató a uno de sus tres hijos: Mariano, de 23 años. Pero Raquel Witis no buscó justicia sólo para él. Se unió a Ana María Liotto, la madre del otro fusilado, y peleó para que las muertes no quedaran impunes. Hoy Mariano cumpliría 43 años.
“Es fundamental visibilizar la violencia institucional que tantas vidas se ha llevado. Es algo que no hemos podido superar a pesar de los años de democracia y es complejo porque hay muchos actores que participan y muchos otros más que la sostienen”, dijo Raquel a Cosecha Roja. “Hoy es el cumpleaños de Mariano y lo llevamos siempre en nuestro corazón, pero como este año no lo podemos hacer en la plaza como siempre, lo estamos haciendo en las redes, la memoria se mantiene, porque quien cuida y guarda la memoria, guarda y cuida la vida”.
La mañana del 21 de septiembre de 2000, en una toma de rehenes, Darío Riquelme de 16 años lo tomó a Mariano Witis como escudo tras escapar de un robo. El cabo Rubén Emir Champonois los fusiló a los dos. Desde entonces Raquel se convirtió en un símbolo de las víctimas de la violencia institucional: no buscó justicia sólo para su hijo, se unió a Ana María Liotto, la madre del otro fusilado, y peleó para que las muertes no quedaran impunes.
Esa mañana Raquel había salido cerca del hipódromo de San Isidro y la acompañaba Mariano. Se separaron y el chico se puso a hablar con una ex compañera de la escuela que estaba en un auto. Ahí aparecieron Darío Riquelme y un cómplice, lo subieron a Mariano al auto y se metieron ellos. Obligaron a la chica a manejar hasta un banco Itaú en Béccar, donde robaron 5.400 pesos y escaparon.
A pocas cuadras, un vehículo del Comando de Patrullas de San Fernando les cerró el paso. Uno de los ladrones escapó. Riquelme tiró el arma oxidada que no servía para disparar y se iba a rendir. Pero el cabo Rubén Emir Champonois y otros bonaerenses abrieron fuego contra el auto.
Julieta se refugió contra el volante y no tuvo lesiones. Darío y Mariano recibieron varios tiros. El primero tenía algunas entradas en la comisaría, era un talentoso jugador de fútbol. El segundo era el hijo de Raquel. La versión policial presentó el caso como una persecución entre policías y delincuentes: dos años más tarde quedó demostrado en el juicio que no había existido tal enfrentamiento. También se supo que Darío quería rendirse.
El viernes pasado, Día Nacional de Lucha Contra la Violencia Institucional, varixs referentes de la justicia y los derechos humanos fueron invitadxs a subir videos a sus redes por la Comisión Memoria Verdad y Justicia Zona Norte, donde participa Raquel: “En esta época especial de aislamiento preventivo, sabemos que es muy fácil que aparezcan abusos cuando se alienta a que la policía cuide más el espacio público. Por eso nos pareció muy importante visibilizar la violencia que no hemos superado”.
Siendo madre de una víctima de violencia, su discurso es muy diferente al punitivismo que se escuchó por estos días, a partir de las prisiones domiciliarias.
“Lo que pasa nos duele porque hace mucho que venimos dando un mensaje diferente, si bien el Estado es quien afirma el valor de la vida y debe sancionar sobre todo a aquellos agentes que están para cuidarla, esto no quiere decir que se deban pudrir en la cárcel, la sanción es la privación de la libertad en lugares dignos. No conozco otra cosa que la cárcel para delitos graves, pero para otros delitos buscaría otras alternativas porque me parece que como están hoy los sistemas carcelarios no permiten la recuperación de las personas”, dice Raquel.