Femicidio en José León Suárez: otro cuerpo descartado en un basural

María Angélica Andrada tenía 19 años. Cuando su hermana fue a denunciar la desaparición a la comisaría minimizaron el caso y le dijeron que vuelva en 48 horas. Al día siguiente lxs vecinxs encontraron su cuerpo sobre una montaña de basura.

Femicidio en José León Suárez: otro cuerpo descartado en un basural

Por Cosecha Roja
13/05/2020

Fotos: Facundo Nívolo

Hacía seis días que María Angélica Andrada no volvía a la casa. La hermana, Isabel, la buscó por todo el barrio: no había rastros de ella. El miércoles 6 quiso hacer la denuncia: caminó hasta la comisaría 4ta de José León Suárez embarazada de siete meses, sin un peso en la sube y con miedo a contagiarse de coronavirus.

María nunca se iba más de dos días. Por eso nadie quiso tomarle la denuncia. “Me pidieron que volviera en 48 horas”, contó a Cosecha Roja. El jueves en el barrio se rumoreaba que había un cuerpo en las calles San Martín y 4 de la villa Independencia, cerca del basurero de José León Suárez.

La policía tardó cinco horas en aparecer pero Isabel la reconoció. “Era mi hermana, que estaba muerta. La gente sacaba fotos y hacía videos que empezaron a compartir, me dolió mucho todo eso”, dijo.

La última vez que la vieron María estaba con un hombre. Según la autopsia, murió por estrangulamiento a lazo. La causa está caratulada como femicidio en la UFI 1 de Fabricio Iovine. “Ya están pedidas las filmaciones y el hombre está aprehendido, a la espera de que el juzgado confirme la detención. El detenido también pidió que se investigaran las imágenes de las cámaras”, dijeron desde la fiscalía.

María vivía con Isabel hacía cinco años, desde que murió la madre. Entonces tenía 14 años y era la menor de nueve hermanxs. A veces hacía changas de limpieza y otras recolectaba cosas para revenderlas. No tenía celular ni redes sociales. Estaba yendo al centro Hogar de Cristo, un espacio que coordina el Padre Pepe en la estación de José León Suárez.

La familia vive en el barrio 13 de julio, uno de los más humildes de la zona. El cuerpo apareció arriba de “la montaña”, una pila de chatarras, basura y autos. Un mini Ceamse que divide los barrios Carcova y Curita. Frente a la montaña está el galpón de la línea San Martín, donde hay cámaras de seguridad.

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En San Martín ya tienen un mural de homenaje a las pibas asesinadas: Melina Romero, Araceli Fulles y Micaela García. El barrio los respeta y los cuida. Teresa Pérez es la autora de los murales que se hicieron con el apoyo de la Secretaría de Derechos Humanos del municipio. Conoce de cerca el territorio, porque es vecina y hace unos diez años que trabaja en diferentes programas de asistencia, ahora desde educación en una escuela en el barrio, dependiente de la Universidad de San Martín. “El feminismo de las compañeras cirujas es diferente a otros feminismos porque ellas están mucho más expuestas de manera estructural a la violencia de género. Las que van a la quema tienen que pagar el doble de derecho de piso para entrar y como la basura siempre se relacionó con lo ilegal, hay un montón de violencias que aparecen”.


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“Para muchas la primera relación que tienen con el Estado es la policial, donde ante cualquier cosa sos culpable. Hay un montón de compañeras que están en situación de violencia de género pero no tenés dónde mandarlas y tienen que seguir con el agresor”, dice Teresa, que forma parte de la Mesa Reconquista (un espacio que articula con varias organizaciones para trabajar con los problemas estructurales que tiene la zona). “La organización popular y el cuidado comunitario es lo que sostiene al barrio, porque la falta estructural de acceso a otras oportunidades es muy difícil de terminar más allá de cualquier ayuda que se reciba desde lo estatal”.

En la zona la principal fuente de ingresos es el cirujeo en la quema o el trabajo en las cooperativas de reciclaje que trabajan con el CEAMSE. Desde la cuarentena está todo parado. No hay plata circulando y la violencia crece a la par de la pobreza. Para Lucía Capra, coordinadora de un espacio de acompañamiento para mujeres en situación de consumo problemático del Movimiento Evita, muchas veces “estas pibas quedan como botines de guerra en el medio de los transas, violentadas, violadas o prostituidas por los soldaditos de los transas. Hay una situación compleja entre la connivencia policial, el narcotráfico y un Estado ausente que no las cuida”.

Andrada es la víctima número 69 en lo que va del año y la 35 desde el inicio de la cuarentena por la pandemia de coronavirus, según estadísticas de la agencia Télam.

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