La ministra no sabe lo que hicimos lxs docentes en pandemia

La ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, dijo que lxs docentes no tienen capital cultural, eligen su carrera como tercera opción y politizan las aulas. Una docente le responde punto por punto con argumentos de su vida en las aulas y (ahora) en el zoom.

La ministra no sabe lo que hicimos lxs docentes en pandemia

Por Cosecha Roja
17/11/2020

Por Irene Sívori

Los términos despectivos sobre el capital cultural para ofrecer en el aula muestran un desprecio sin límite. Más allá de lo que sería una interminable discusión sobre qué es el capital cultural, quién lo tiene y quién no, esta visión proviene de una mirada totalmente ajena a la realidad docente. A decir verdad, no saben nada de nosotrxs. No saben lo que es nuestro trabajo. Y además no les importa, lo podemos asegurar porque no hablan con nosotrxs ni nos consultan antes de tomar decisiones.

No conocen nuestro trabajo y a ese error le siguen otros como consecuencia. Por ejemplo, el decir que bajamos línea. ¿Qué línea? Toda persona tiene una posición política. Todo es político. Inclusive las posiciones que se pronuncian neutrales están políticamente posicionadas. Que no hablemos de política en el aula, se nos ha dicho. Frases así sólo se sostienen en la irreflexión. ¿Cómo dar el Martín Fierro sin hacer referencias políticas? ¿Cómo dar clases de Historia o Geografía?, ¿vamos a seguir calcando mapas con tinta china, cuando están en internet? ¿Y Cívica? ¿Qué hacemos con Cívica? 

La ministra Soledad Acuña dice que quienes eligen la carrera docente pertenecen a los sectores socioeconómicos más bajos. Una exposición tan impúdica del desprecio solamente puede darse en un contexto donde se sabe que no va a haber réplica ni crítica. Aquí habría que ir por partes. Por un lado, no es cierto. Hoy dan clases docentes de diversos sectores. Por otra parte, a decir verdad, para enseñar, hay factores de mucho más peso que el origen social. Están el conocimiento, la habilidad para enseñar, la capacidad de escucha, la percepción del otrx. Todos estos atributxs no parecen ser reconocidos en docentes formadxs que dedican sus vidas a una profesión mal retribuida. Parece una broma de mal gusto o un círculo vicioso que se señale a lxs docentes por su procedencia de sectores económicos bajos y se les quiera pagar un sueldo que jamás conformaría a las clases acomodadas. La conclusión es simple y amarga. Desde el Ministerio de Educación se desprecia a lxs educadorxs.

En las opiniones de la ministra se habla de bajada de línea en las clases. ¿Cuál es la idea? ¿Que las familias espíen las clases a ver si se puede denunciar al docente? Con esto se rompe un vínculo fundamental en la educación: el vínculo entre lxs padres y la escuela. Eso es lo peligroso. Padres y madres hacen un voto de confianza en lxs docentes, quienes nos dedicamos a un trabajo que se extiende mucho más allá de las horas en el aula. En una clase además de los conocimientos entra en juego lo afectivo. ¿Pero cómo va a ser el aprendizaje si lxs alumnxs desconfían de lxs maestrxs? ¿Cómo van a enseñar lxs profesorxs si lxs chicxs lxs pueden denunciar? ¿Cómo van a dialogar lxs docentes con padres que pueden ser espías? Y desde los padres ¿qué decir de lxs que nos dicen que espiemos a lxs docentes?        

La pandemia llegó y de un día para el otro tuvimos que cambiar nuestra forma de trabajar para dar clase en casa. No hagas ruido que entro al Zoom. Esperá que estoy en clase. A una docente se le extiende la explicación. Termina un poco más tarde. Tiene que prepararle el almuerzo al hijo, que en veinte minutos entra a un aula virtual. Rápido. Hay que digitalizar material. Buscar en internet. Poner un video. Armar presentaciones PWP. Todo con el afán de que el tema les resulte claro ahora que no estamos en el aula. Es sábado y tengo que corregir. Es domingo y no terminé. Ahora subo los trabajos corregidos a la plataforma. Eso en el privado, donde lxs chicxs tienen computadora, aunque a veces no alcancen para todxs lxs hermanxs. 

En la escuela de adultos del GCBA la situación es diferente. Son muy pocos los que mandan los trabajos prácticos desde una computadora. La mayoría los hace a mano, en las típicas hojas de carpeta N°3 o en cuadernos A4. Después le sacan una foto. Y al mail me llega la imagen de un texto escrito con letra a veces esmerada, a veces temblorosa. Por lo general, la foto es oscura, o está al revés. Hay que agrandar la imagen y hacer un esfuerzo para entender o ver lo que está escrito. Porque ellxs no tienen computadora. Acá la herramienta fundamental es el celular. Bendito sea. Y a veces, se quedan sin datos y tienen que salir a cargar, pero contra viento y marea, lxs alumnxs la pelean, y nosotrxs, lxs docentes también. 

A pesar de todo esto, se insiste ansiosamente con la vuelta a clases.  ¿La vuelta a dónde? Si nunca nos fuimos. Siempre estuvimos y seguiremos estando porque amamos nuestra profesión.