Por Sebastián G. Rosa*
¿Por qué las expresiones de los jugadores de Los Pumas generaron tanto repudio generalizado? Si, son claramente xenófobas, racistas, antisemitas, misóginas. Pero también otras tantas, de otra gran cantidad de personas, incluyendo figuras públicas como otros deportistas, mediáticos, artistas, influencers y hasta políticos.
Retomemos algunas claves de lectura para entender este rechazo masivo e inmediato con estos jugadores, y las posteriores sanciones y consecuencias.
1- El antecedente. El 18 de enero de este año un grupo de jóvenes que eran jugadores de rugby del Club Náutico Arsenal Zárate asesinó a Fernándo Báez Sosa a la salida de un boliche en Villa Gesell. Mientras lo golpeaban le gritaban “negro de mierda”. El crimen abrió un show mediático que se abordó principalmente desde un amplio repudio a “los rugbiers”, con prejuicios moralistas que señalaban el problema de “la juventud”, “la noche” y “el alcohol”. La muerte fue particularmente violenta, a partir de golpes y patadas, y con una gran componente clasista y racista. A partir del caso, se difundieron análisis sobre el lugar de la construcción de masculinidades, el racismo, y la discriminación de gran parte de los jóvenes rugbiers, para intentar explicar las constantes peleas, golpizas y prácticas violentas de estos grupos. También, se multiplicaron en redes sociales los relatos de experiencias de violencias sufridas por parte de jugadores de rugby, incluyendo golpizas, sometimiento, abusos, violaciones. Así, el año se inauguró con una crítica al sentido común establecido sobre los “valores del rugby” a partir de visibilizar una serie de prácticas violentas ampliamente difundidas entre sus practicantes.
2- El espejo de Maradona. El Espejo de los All Blacks. Además, el miércoles 25 de noviembre falleció Diego Armando Maradona. El futbolista mítico, la épica heroica, la representación de la nación, el ídolo global, el relato de superación, el desafío a los poderosos, el villero orgulloso, el plebeyo, el campeón mundial, el drogadicto, el machista, el creador de frases, el creador de mitos, el D10S. El representante de una narrativa de clase opuesta a la de Los Pumas. Y mientras los y las deportistas de todas las nacionalidades, y los argentinos en particular, realizaban tributos en su honor, el seleccionado argentino de rugby, incluyendo a la dirigencia de la UAR, simplemente agregó a su uniforme una estrecha cinta negra. Para colmo, los All Blacks, sus rivales del sábado 28 de noviembre, grandes campeones y símbolo del éxito, realizaron un sentido homenaje incluyéndolo con una camiseta en su honor en un ritual profundamente simbólico y significativo para ellos. Así, una muestra de respeto escueta, que pudo haber pasado desapercibida, fue entendida como una falta de criterio y una ofensa por gran parte del público argentino, que comparó ambas ofrendas.
3- La diferenciación social desde el prestigio social. Juan Branz dedicó su doctorado a estudiar la relación entre rugby, clases sociales y masculinidades. En su libro “Machos de verdad” explica que, en la Argentina, el rugby se erige como un espacio de prestigio social, asociado a las elites. Esto no implica que todos los deportistas sean de clase alta. Sino que, por un lado, existe una matriz de clase en el acceso a la práctica del rugby, por sus circuitos y sus clubes, en la que prima la participación de sectores altos y medios-altos. Por el otro, que la práctica del rugby está asociada en el imaginario social a los grupos dominantes. El acceso diferencial a la práctica del rugby esta relacionado a la discriminación y la distinción respecto los sectores populares, que encuentran dificultades de incorporación en los clubes desde las prácticas sociales, por ejemplo, en la exigencia de ciertos consumos como modo de inclusión. Pero, además, el amateurismo implica la necesidad de disponer tiempo de ocio para dedicar al entrenamiento, los viajes, los partidos. Así, el amateurismo permitió la continuidad de la conformación elitista del rugby. El profesionalismo, como metáfora meritocrática, incluso reconociendo que no todos parten de la misma base, amplía las posibilidades de dedicación exclusiva al deporte, permitiendo el acceso a personas que de otro modo no podrían dar continuidad a la práctica. Sin embargo, los procesos de selección y descarte de futbolistas, por ejemplo, nos recuerdan los peligros de abordar la inclusión desde el mercado. Pero esto es cuestión de otros debates.
4- “Los valores del rugby”. El proceso de distinción que venimos comentando se puede ver claramente en la celebración y presentación de “los valores del rugby”, asociados a un ideal construido en relación con la figura del verdadero hombre. Este debe ser caballeroso, honrado, rudo, físicamente agresivo, racional, culto, educado, viril, valiente. Los otros sobre los que se constituye son las mujeres, las disidencias sexuales, y también varones que no son parte del selecto grupo de verdaderos hombres honrados: los negros, las grasas y los putos. Esa distinción es moral, y señala un ideal de prácticas y de grupalidades cargada de prejuicios y de discriminación. Aunque dentro del ámbito del rugby también existen disputas y diferenciaciones, entre los clubes de Buenos Aires y los del interior, entre los más tradicionales y los más recientes, entre los asociados a las principales élites y los ligados a sectores medios y medios-altos, mostrando heterogeneidades. Sin embargo, todos se presentan desde “los valores del rugby”. Y a todos los unifica un grupo en particular, como aspiración compartida y como representantes del deporte, Los Pumas.
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5- La representación de la patria. Como señala Pablo Alabarces, el deporte tiene una gran potencialidad para narrar y representar a la nación. Pero el seleccionado nacional de rugby tiene, al menos, dos limitaciones para ser los grandes representantes de la patria. La primera es el deportivo. Incluso una semana después de la primera vez que vencieron a los All Blacks en la historia, la retórica colectiva construida en torno a Los Pumas es la de la derrota digna. Es que, más allá del claro dominio continental, no han obtenido títulos a nivel global. La segunda es que, si bien no sería la única narrativa nacional construida desde las elites, no tiene toda la potencia para la identificación del conjunto de los y las argentinos y argentinas. Porque, a diferencia del fútbol, por ejemplo, la mayoría no conoce ni las reglas del rugby, no jugó nunca un partido ni tiene una pelota ovalada. Pero, además distinción que el propio ámbito del rugby establece, dificulta la posibilidad de que todos y todas quienes quedan fuera se sientan identificados. Y por eso, la identificación de Los Pumas con la Argentina no logra ser total.
6- Twitter y la cancelación. Sin embargo, como jugadores de la selección, se los entiende como representantes del país, y se les exige una imagen frente al resto del mundo. Dos días después del fallido homenaje, algún twittero recuperó viejas publicaciones de tres jugadores. Llenas de odio de clase, de xenofobia, de racismo, de misoginia, de antisemitismo. Aunque tenían ocho años de antigüedad, la contundencia y la discriminación de los tweets impactó y tuvo efectos en el presente. El medio privilegiado del debate fueron las redes sociales, con una condena inmediata. Instantáneamente, gran parte de quienes quedan por fuera del rugby respondieron, haciéndose cargo del otro sector de esa distinción. Así, Twitter fue un festival satírico de exposición de las miserias de las elites, construidas también como alteridad: los rugbiers, los chetos. Hay algo de ritual carnavalesco, de subversión de los relatos. Por un rato, fue una parte de los sectores dominantes la que ocupó el banquillo de los acusados. A no confundir, que twitter no es la expresión de los sectores populares, ni tampoco de las mayorías, y mucho menos la de una clase revolucionaria, tiene sus propias audiencias y circulaciones de los discursos, pero permitía la ficción del ritual. Y en la inmediatez de las redes, junto a la venganza punitiva, la cancelación está a la orden del día. Es el gesto abrupto, total, que juzga y condena, que niega cualquier posibilidad de redención. Y que, además, individualiza, oculta las condiciones que posibilitan y favorecen a las prácticas condenadas y, sobre todo, renuncia a la posibilidad de comprender y transformar.
7- La UAR. Así lo interpretó en un primer momento la UAR que, de la mano de la presión mediática y la condena popular, sancionó a los jugadores con celeridad. Individualizó el problema, lo recluyó como otro caso aislado, y exculpó de cualquier responsabilidad a “la familia del rugby”. Sin embargo, las otras presiones, las internas del plantel y de dirigentes, reposicionó a la federación, que eliminó las sanciones. Parece prudente no actuar a demanda del show mediático y punitivo. Si comprobaron que no haya existido una continuidad de prácticas discriminatorias, que se reconocieron los errores y existe el arrepentimiento, seguramente sea más interesante pensar acciones públicas de concientización, promoción de campañas y de formación. También la apuesta por el programa Rugby 2030, un plan a largo plazo para trabajar sobre las prácticas violentas y que deberá ser analizado en profundidad. No parece el camino, en cambio, la continuidad en la victimización, presente en el segundo comunicado. Y, sobre todo, parece difícil que se puedan transformar las prácticas de discriminación si se mantienen los discursos que marcan una distinción moral con el resto, con los que, supuestamente, no tienen y no encarnan “los valores del rugby”.
*Licenciado en Sociología (UNLP). Becario doctoral del CONICET. Miembro del Seminario Permanente de Estudios Sociales del Deporte.