Un poco trucho y bastante porno

"En la televisión, culificada y banalizada a más no poder, nos causaba mucha gracia que alguien se golpeara los huevos en un accidente o que cayera en una cámara oculta, mientras toda la clase media argentina se golpeaba los huevos y caía en la cámara oculta", dice el periodista Exequiel Svetliza sobre década menemista.

Un poco trucho y bastante porno

Por Cosecha Roja
17/02/2021

*Por Exequiel Svetliza

Se murió Carlos Saúl Menem y pensé qué nube de pedo estratosférica fue la década del noventa para mi generación o, sí se quiere menos extensivo, para mí. Creo que fue por aquellos años vertiginosos que se cocinó en el barrio una frase que se volvió una forma de saludo. Cuando pasaba alguien y veía a otro al pedo en el banco de la plaza, donde siempre había alguien al pedo, le gritaba:

– Ehhh buscate un ocho horas.

Y la respuesta, casi invariablemente, era:

– Mejor buscá dieciséis para los dos.

Nosotros nos reíamos. Éramos tan jóvenes y el bagullo de prensado costaba cinco pesos o cinco dólares. Todavía nos quedaba algo de Charly y un poco de Maradona. En la tele, uno de los adalides de la derecha mediática hablaba con un oso de peluche que movía los ojos y que vos podías tener en tu casa. Había decodificadores truchos para ver fútbol y porno. Todo era así por entonces: un poco trucho y bastante porno.

Habíamos dado un paso definitivo hacía la Tinellización del macondismo que supimos conseguir. En la televisión, culificada y banalizada a más no poder, nos causaba mucha gracia que alguien se golpeara los huevos en un accidente o que cayera en una cámara oculta, mientras toda la clase media argentina se golpeaba los huevos y caía en la cámara oculta. Era un chiste malo, pero reíamos. Adrián Suar hacía explotar cosas en la pantalla y explotaban también la Embajada de Israel, la Amia y Río Tercero.

El menemismo no careció de efectos especiales ni de grandes actores con porte del siglo XIX, pero arriba de una Ferrari. Tampoco de su literatura de espías, cohetes a la estratósfera, inquinas judiciales, vedettes, golf, fútbol de las estrellas, Madona y los Rolling Stones. Todo el show. Toda la fiesta. Todo el glamour tercermundista, pero sin dictadores y con guantes blancos.

Fueron los años en que vimos llorar las obras completas de Sócrates junto a un calefón importado. Fueron esos tiempos, otros tiempos, donde todos sabían que para triunfar bastaba con aprender inglés y computación. Ahora me pregunto que habrá sido de ellos -los que hicieron las cosas bien y aprendieron inglés y computación- después de aquella ficción. Qué fue de nosotros y qué de nuestras risas.

*Exequiel Svetliza es periodista y editor en la revista digital de periodismo narrativo Tucumán Zeta (www.tucumanzeta.com). También es doctor en Letras egresado de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y Licenciado de la especialidad por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT).