Arte: Federico Mercante
La fría tarde en que Cristina Kirchner habló de L-Gante, Trueno y Wos en el Parque Eva Perón de Lomas de Zamora, a 5 kilómetros de ahí, en la Escuela Media 2 de LLavallol del mismo distrito, un profesor de Literatura escribía en el pizarrón “Pa’ ser el primero hay que estar en las última’”. La estrofa es de “Azul y Oro”, una canción de Trueno.
Alejandro Córdoba, el docente en cuestión, jura que fue pura casualidad. “La clase la tenía pensada desde antes. Y cuando salí de la escuela, me enteré de todo lo que había pasado”, dice a Cosecha Roja y cuenta que recibió cargadas de unos amigos: “Dale, lo hiciste a propósito”.
En esa misma clase, lxs chicxs de 5° año también analizaron letras de Wos y de Actitud María Marta. ¿Cómo se mete el rap en un contenido curricular?
Córdoba tiene 49 años y hace 12 que da clases. Actualmente enseña literatura en cuatro escuelas de Lomas. “Uno de los temas que se ve en 5° año es Literatura Realista. Hasta el año pasado cuando nos tocaba ver poesía elegía trabajar con letras de tango”, cuenta. Pero no cualquier tango. En realidad lo que él hacía era comparar letras más antiguas con la nueva movida tanguera. “Les daba para leer y les contraponía “Amablemente”, de Edmundo Rivero, una letra espantosa que habla de un femicidio, con “Milonguita feminil”, de Cintia Trigo, que es actual y cambia la mirada del enfoque de la mujer en el tango”, dice.
Los pibes y las pibas quedaban movilizadxs e incluso anotaban los nombres de los tangos para después buscarlos en sus casas. Algo que con otros temas no pasaba.
Desde el año pasado, Córdoba notó que los nuevos cursos ya no se enganchaban como antes. Pensó en incorporar el rock como canción de protesta y de reflejo de la realidad, “una serie de características de la literatura realista”. Pero creyó que tampoco les iba a generar empatía. “Yo trato de buscar eso: que, sin forzar demasiado la cuestión, lo que lean les genere algún tipo de interés por fuera del “aprobemos la materia””, destaca.
A partir de eso, se puso a investigar un poco más sobre el tema del rap. “Más allá de que en los ‘90 yo había consumido algo de Actitud María Marta y de los Kuryaki, me puse a leer lo que están consumiendo los chicos ahora, que tiene que ver con las batallas”, cuenta. Para Córdoba, los fenómenos de Wos y Trueno son los más interesantes.
Llevar el rap y el trap al aula fue algo experimental. Un “ver qué pasa”. “Y ahí fuimos encontrando muchos puntos en común con otras cuestiones: las marcas de oralidad, el tema de la urbanidad y la juventud, de sus problemas y sobre todo de los problemas de las clases sociales populares”, agrega.
“Sobre todo, me parece interesante la cuestión de la oralidad porque tiene mucho para linkear con cuestiones de otro tipo de literatura. Por ejemplo, la literatura gauchesca, con esas cuestiones del gaucho perseguido o mirado mal por la sociedad, que optaba esta idea de contar/cantar”, dice.
Así como antes se juntaban a payar, hoy lxs pibes se juntan a rapear. Antes en el campo, hoy en las urbes.
“Se engancharon mucho. Hubo intercambio, porque me tiraron letras y autores que no conozco y tengo que ponerme a buscar”, dice.
El affaire Cristina- L-Gante trascendió las redes y los días y muchxs que nada sabían de trap empezaron a prestarle más atención, más allá de los tironeos político partidarios. Como lxs pibes con el tango, pero al revés: del pasado hacia el presente.
Esta semana se viralizó un posteo de L-Gante rapeando el abecedario con base de “cumbia 420”.