Por Matías Máximo – Cosecha Roja.-
Hace 135 años se publicó en Argentina La huella del crimen, primera novela en clave policial escrita en castellano. Ahora, acaba de ser reeditada Clemencia, la segunda novela de Raúl Waleis, publicada originalmente también en 1877. Con una alternancia entre el suspenso y la descripción poética, la novela -rescatada por Adriana Hidalgo Editora- es una obra valiosa por su valor histórico y su original forma de hablar con el lector.
Cuando Andrés L’Archiduc decide aprovechar el tiempo que pasa en la cárcel para leer frenéticamente, podría identificarse el comienzo de un personaje que necesita del enigma tanto como respirar. L’Archiduc quiere investigar, quiere saber todo, desde el autor de un asesinato hasta aquel que roba los juguetes de su hija, es así que con las calles francesas de escenario el lector entra en un misterio melodramático.
Hay un asesinato, una mujer bella e infiel y un detective, pero también, y sobre todo, hay una decisión en la manera de contar los sucesos, una estrategia que pone el final al principio y narra diciendo por dónde hay que ir, pensando lo que piensa el que lee: “El lector nos exige que no confundamos su imaginación atropellando fechas y sucesos… Seamos, pues, lógicos al saber quién es Clemencia. Su historia son las páginas que siguen”.
La memoria de un médico argentino que viaja a Europa para enterarse las tendencias de la época carga con fantasmas de La pampa bonaerense que lo acosan, es así que por primera vez en el género policial aparecen escenarios argentinos, principal diferencia entre La huella del crimen y Clemencia. La novela, reeditada por primera vez de los originales publicados por Imprenta y Librerías de Mayo en 1877, conserva adrede “cierta contaminación, que a nuestro entender constituye una de las peculiaridades y riquezas del texto”, dice Román Setton, editor a cargo.
Raúl Waleis es un seudónimo anagrama de Luis V. Varela, hijo de Justa Cané (tía de Miguel Cané) y el escritor Florencio Varela. Luis se recibió como doctor en Jurisprudencia y durante tres años tuvo el cargo de presidente de la Suprema Corte de Buenos Aires, además de ejercer como periodista y escribir dieciséis tomos acerca del sistema penitenciario bonaerense. Como hobby, o quizá como una forma original de intervenir en el pensamiento de su época, también se dedicó a la literatura, reconociendo entre sus maestros a Poe y Gaboriau.
Al conocer su labor legista se pueden entender ciertos pasajes de Clemencia como críticas al sistema judicial, resaltando sobre todo las desigualdades de la mujer en la sociedad, la concepción de matrimonios preacordados -“la familia y el hogar sociales no son la familia ni el hogar del espíritu”- y el divorcio -que “garantizaría la felicidad doméstica, estableciendo la moralidad de la familia”-.
La huella del crimen y Clemencia son parte de una trilogía que hubiera cerrado con Herencia fatal, aunque esta obra no fue escrita o nunca se publicó, si bien al menos otras tres novelas del autor aparecieron en los años posteriores. En la narrativa que señala a la “generación del 80” como la instauradora de un orden cosmopolita de la literatura argentina hacia el mundo, Raúl Waleis es un referente quizá opacado por otros nombres como Almafuerte, Lucio Mansilla o Paul Groussac, pero que vale las letras conocer.
(Si quieren leer un poco más de Waleis, aquí pueden bajar uno de sus cuentos)
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