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El proyecto de Uruguay de legalizar la marihuana, pionero en una Latinoamérica donde la guerra contra las drogas lanzada hace cuatro décadas causa decenas de miles de muertos, desató controversias en América Latina.
El primero en reaccionar fue el presidente de Guatemala -país acosado por la violencia de los cárteles mexicanos y las maras centroamericanas-, el ex general Otto Pérez, el primer jefe de Estado en ejercicio en la región en pronunciarse a favor de una legalización de producción, comercialización y consumo de las drogas.
“Aplaudo y felicito al gobierno de Uruguay por esta decisión”, dijo Pérez, agregando que “esta decisión que está tomando Uruguay se debe a que en más de 40 años la lucha frontal contra el narcotráfico ha fracasado”.
“Cada país está decidiendo por sus nuevas rutas para combatir el narcotrafico y espero que algún dia (la estrategia) sea en conjunto”, añadió el presidente guatemalteco, país de tránsito junto con Honduras y México del 90% de la cocaína consumida en Estados Unidos.
Para Ethan Nadelmann, líder de Drug Policy Alliance (DPA, alianza para una política en materia de drogas), la mayor organización en Estados Unidos en favor de la despenalización, el proyecto uruguayo va en el sentido correcto.
Pero “un monopolio estatal raramente es la mejor forma de regulación”, dijo Nadelmann, felicitando no obstante al gobierno de Mujica por la “audaz” propuesta.
En cambio, el presidente de Colombia Juan Manuel Santos, cuestionó la decisión uruguaya por ser “unilateral” y llamó a tener “un enfoque común”.
“Si un país legaliza y otro país lo tiene totalmente ilegal se generan esas distorsiones que muchas veces tienden a agravar el problema”, dijo Santos, presidente del mayor productor de cocaína del mundo, junto a Perú.
El ministro venezolano del Interior, Tareck El Aissami, también cuestionó la medida, que calificó de una “trampa” y abogó por invertir más en prevención. “Parece una medida defensiva y no preventiva”, indicó.
El presidente uruguayo José Mujica defendió su decisión indicando que “alguien tiene que empezar en América del Sur”, en declaraciones realizadas al margen de la Cumbre del Medio Ambiente de la ONU Rio+20 a la que asiste en Rio de Janeiro.
“Tenemos que buscar otro camino, aunque algunos lo consideren osado. Uruguay es un país pequeño, donde se pueden hacer las cosas más fácilmente”, indicó el mandatario, comparando la medida con otras que en su momento generaron polémica, como la legalización de la prostitución.
“Acuérdense que (el ex presidente José) Batlle legalizó la prostitución en Uruguay y todo lo que se dijo. Lo mismo pasó con el alcohol y la ley seca en Estados Unidos”, indicó.
En la cumbre de las Américas de Cartagena de abril pasado se aceptó por primera vez el principio de debatir estrategias alternativas a la guerra contra las drogas, dada la percepción creciente de que se ha perdido.
Los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso de Brasil, César Gaviria de Colombia y Ernesto Zedillo de México, lanzaron un movimiento hace ya algunos años para legalizar las drogas.
Puertas adentro
En Uruguay, en tanto, la oposición política mostró cautela ante el anuncio, mientras los promotores de la legalización celebraron y en las redes sociales el anuncio fue recibido con humor.
Juan Vaz, vocero del Movimiento de Liberación del Cannabis, dijo a la AFP que el proyecto gubernamental “sienta las bases de una discusión más profunda sobre la legalización del cannabis” aunque estimó que ésta no sería completa sin la inclusión del autocultivo.
“Más allá de que el Estado tome la regulación y la venta no se puede prohibir a un usuario autoabastecerse”, indicó.
En cambio, Cristina Chevalier, de la asociación civil Madres de la Plaza contra la pasta base de cocaína, droga vinculada con el incremento de la violencia y la que precisamente el gobierno aduce que pretende combatir con la legalización de la marihuana, consideró que las medidas planteadas el miércoles por el gobierno “son muy turbias” y dejan muchas interrogantes. “La gente que propone que el consumo de marihuana va a disminuir el de pasta base no tiene ni idea de lo que habla”, añadió.
Actualmente el consumo y la tenencia para uso personal de marihuana no están penalizados en Uruguay, aunque sí la comercialización. Los jueces determinan si la cantidad que tiene una persona es para consumo propio o para venta.
El proyecto que ahora deberá ser estudiado por el Parlamento implica que la droga sea producida y vendida bajo control estatal.
Mujica informó que para mantener el control del consumo, a quienes compren marihuana se les exigirá devolver la colilla del cigarrillo para volver a adquirir otro.
Además, se planea usar marcadores químicos para identificar el origen de la marihuana comercializada.
¿Qué dicen las redes sociales?
En las redes como Twitter o Facebook, las bromas se sucedían bajo el eslógan “El Porro del Pepe”, apodo del presidente Mujica.
El grupo de Facebook con ese nombre reunía cerca de mil adhesiones y mostraba fotos de Mujica con estética rasta o rodeado de una plantación de cannabis, además de cajillas de cigarrillos con la leyenda “La chala del Pepe” o “Chala strong”.
El proyecto de “legalización controlada” de la marihuana fue presentado en el marco de 15 medidas para combatir el aumento de la violencia y que incluyen el agravamiento de las penas de prisión para casos de corrupción policial y tráfico de pasta base, incremento de las penas a menores delincuentes y planes para aumentar la eficiencia policial.
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