Cosecha Roja.-
Nayaret Muñoz Díaz tiene 24 años, es trans y vive en Rancagua, al sur de Santiago de Chile. No sabe leer ni escribir y desearía dejar la prostitución pero no puede. Es el principal sostén de la familia: sus padres, hermanos y pareja dependen de ella. El viernes fue atacada por un cliente. La víctima denunció desatención médica y la justicia resolvió su caso en pocas horas condenando al agresor a una multa. Este caso no es aislado y se suma a otras agresiones motivadas por el odio, según denunciaron las organizaciones que defienden los derechos de gays, lesbianas y trans.
Era la 1.30 y Nayaret estaba en la esquina de Bueras y Cáceres, en el centro de la ciudad de Rancagua. La chica explicó que el agresor se acercó pretendiendo sus servicios.
-No soy mujer biológica- dijo ella.
Él le respondió peyorativamente que no quería “un caballo”, sacó un alicate de su bolso y comenzó a darle puntazos en el cuello y en la cabeza.
Una compañera de Nayaret intentó interceder con un palo pero el hombre se lo quitó y comenzó a golpear a ambas. Según la Organización de Transexuales por la Dignidad y Diversidad, las chicas fueron apaleadas en la cabeza, caderas, pechos y piernas. También las zamarreó y les arrancó parte de las extensiones de pelo.
Para escapar del agresor, Nayaret corrió algunas cuadras hasta refugiarse en un autoservicio de la zona. Los guardias de seguridad del local no le permitieron el ingreso al agresor, quien se quedó en las inmediaciones esperando que saliera. A los pocos minutos, llegó un grupo de carabineros y el sospechoso fue detenido.
Víctima y victimario fueron trasladados en la misma patrulla. Sin pasar por un centro asistencial para que la mujer fuera atendida, los carabineros pasaron por una mueblería de la zona que había registrado un robo. Después de una media hora, una agente policial vio el estado de Nayaret, que a esa altura estaba empapada de sangre , y se apiadó de ella. Fue trasladada de urgencia al SAPU -Servicios de Atención Primaria de Urgencia- donde tuvo que aguardar en la sala de espera nuevamente en compañía del agresor.
La chica denunció que fue asistida “con asco” por un médico que sólo la revisó superficialmente y ni siquiera le limpió las heridas. “Ya se te va a pasar”, le dijo el hombre.
Juicio abreviado
En la mañana siguiente, se realizó el juicio abreviado contra el agresor. La víctima no pudo asistir debido a los dolores que tenía y su madre, Jacqueline Díaz Morales, se presentó en el debate oral pero no fue tenida en cuenta en el proceso. El imputado no desmintió las agresiones pero se justificó al señalar que Nayaret le había robado su billetera.
En el juicio, se llegó a un acuerdo y el sospechoso fue multado a pagar seis UTM –Unidad Tributaria Mensual-, 238 mil pesos chilenos: unos 480 dólares. La familia de la víctima se quejó de que ese dinero fuera a parar a las arcas de la fiscalía y que el juicio se cerró sin constatar fehacientemente el estado de salud de la chica.
A los dos días del ataque, aún con intensos dolores en su cabeza, en uno de los oídos y a pesar de que no sentir sus dientes, Nayaret debió salir de nuevo a las calles para poder pagar algunas deudas.
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