Juan Pablo Robledo para Cosecha Roja.-
Setenta y dos horas después de la última denuncia contra la policía, la trabajadora sexual Sandra Cabrera fue asesinada en Rosario. Eran entre las 3 y 5 de la madrugada del 27 de enero de 2004. El cuerpo fue encontrado en la calle, con una bala calibre 32 en la nuca.
Sandra Cabrera era sanjuanina. Tenía 32 años y una hija de 8. Había llegado a los 23 a Rosario, donde dedicó su vida para que las meretrices fueran reconocidas como trabajadoras. Por eso vivió y murió. Fue la voz que denunció a la policía por tráfico de drogas, persecución a prostitutas y administración de las cajas negras de la zona en la que trabajaba, en los alrededores de la terminal de ómnibus.
A mediados del año 2000, Cabrera realizó su primera denuncia pública. Un grupo de dueños de prostíbulos y patovicas le habían dado una paliza. Un año después, nacía la delegación rosarina de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina). Sandra Cabrera asumió el cargo de secretaria general.
Desde allí, trabajó en todo el país por la derogación de los códigos contravencionales que criminalizan el trabajo sexual. En Rosario, los artículos del Código de Faltas que prohíben la prostitución escandalosa, el travestismo y la ofensa al pudor eran utilizados para detener, hostigar y cobrar coimas a las trabajadoras sexuales.
Durante el 2003 denunció en los medios los maltratos y amenazas que recibían las meretrices rosarinas. Tiempo después, AMMAR denunció en la Justicia a los jefes de la división Moralidad Pública de la Policía por recibir dinero de boliches para sacar del mercado a las competidoras impidiendo el trabajo de las mujeres en la calle, liberar los lugares de explotación sexual infantil y cobrar coimas a las trabajadoras sexuales. A raíz de estas denuncias, firmadas por tres integrantes de AMMAR -entre ellas Sandra Cabrera- fueron desplazados el jefe Javier Pinati y el subjefe Walter Miranda, hoy jefe de la policía rosarina.
El 9 de octubre, en la sede de AMMAR recibieron una llamada:
-Decile a Sandra que a la piba la va a encontrar muerta antes de mañana- dijo la voz al otro lado del teléfono.
La piba era Macarena, la hija de la dirigente, que por entonces tenía 8 años. Desde ese día, la sección de Seguridad Personal de la Policía se hizo cargo de la custodia de su casa. Ese mismo mes, una denuncia anónima presentada en el juzgado de Menores Nº 2 señalaba que “Sandra Cabrera manda a su hija a mendigar y que no la envía a la escuela”. Una asistente social confirmó que la denuncia era falsa.
Poco tiempo después, por orden de la Justicia, la custodia la abandonó. “No se puede hacer una custodia personal sobre una prostituta callejera, es muy difícil”, dijeron en la Policía. A principios del 2004, dos personas entraron a su casa, la golpearon, le pusieron un revólver en la cabeza a su perro y la amenazaron:
-Dejáte de joder.
El 24 de enero de 2004, Cabrera acompañó a una compañera a los Tribunales de Rosario, quien denunció que había sido detenida, junto a otras trabajadoras sexuales, a pesar de haber pagado a un policía de Moralidad Pública la cuota semanal de 50 pesos que debía alejarla de los problemas.
Tres días después, Sandra Cabrera fue asesinada con un balazo en la nuca. Tenía 32 años y una relación amorosa con Diego Parvluczyk, un policía federal que quedó en la mira de la Justicia como principal sospechoso. En un primer momento se habló de “crimen pasional”, una hipótesis que fue rechazada por sus compañeras: con ese argumento se tapaba una red de corrupción profunda y siniestra.
A fines de enero, el gobernador Jorge Obeid disolvió la sección Moralidad Pública y se comprometió –aunque nunca cumplió- a derogar los artículos del Código de Faltas que penalizaban la prostitución.
El 10 de junio de 2004, luego de tomar 116 declaraciones testimoniales, 25 informativas y una indagatoria, el juez Carlos Carbone dictó el procesamiento del policía Diego Parvluczyk por el delito de “homicidio calificado con alevosía”. Durante la instrucción de la causa, Parvluczyk no sólo se contradijo, sino que fue visto por testigos con Cabrera en la madrugada del 27 de enero.
Parvluczyk, el único imputado de la causa, fue sobreseído a fines de 2007. A nueve años del asesinato impune de Sandra Cabrera, sus compañeras de AMMAR la recordaron con una radio abierta frente a los Tribunales Provinciales, donde además recolectaron firmas para el proyecto de ley de despenalización de la prostitución callejera que van a presentar en el Congreso de la Nación. Desde AMMAR afirmaron que pese a que en la provincia de Santa Fe se derogaron tres artículos del Código de Faltas que penaban con arresto la oferta sexual “escandalosa” en la vía pública, la “ofensa al pudor” y el travestismo, todavía siguen teniendo problemas para trabajar.
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