Foto: Pacifista.Tv
Entre memes, lanzamientos de hits musicales y banderas de colores, se abalanza el mes de junio como el mes del Orgullo, o Pride en inglés. En esta fecha, conmemoramos el aniversario de las Revueltas de Stonewall del 28 de Junio de 1969, hechos ocurridos por parte del colectivo disidente en contra de la represión policial y de la discriminación.
A 53 años de aquellos disturbios que duraron varios días, junio se convirtió casi mundialmente en el mes del Orgullo de la Diversidad. Un orgullo que es apropiado y llevado sobre todo al compás del mercado, de las empresas “gay friendly” y de la celebración individual de la diversidad. Se activa el modo pinkwashing, cuando las consignas del colectivo son utilizadas con fines comerciales.
Una de las conquistas más profundas de la visión neolibral de la diversidad es hacernos creer que esto se trata exclusivamente de amor entre dos personas. Love is Love se repite como un mantra que cubre el aspecto social, político y colectivo de la diversidad sexual.
Así como la heteronorma no se trata solo de la relación heterosexual entre dos personas de distinto género, la diversidad no se trata solo de la relación de dos hombres besándose, por más que esto parte y nos haga bien hacerlo en nuestras redes sociales, es importante recordar que no es lo único y sobre todo, que no es suficiente.
Desde hace varías décadas la lucha del movimiento LGBTI es la lucha por el reconocimiento de derechos, contra las violencias y la discriminación sistemática. Las conquistas varían y se diferencian según la letra de la sigla con la cual cada persona se identifique, según el país del cual provengan y, sobre todo, según las particularidades de cada persona.
El Pride que plantea el mercado le habla sobre todo a hombres gays, y dentro de ellos al hombre gay blanco, de ciudad, de crucero y vacaciones, de crossfit y dólares, porque sobre todo le hablan al hombre gay que en junio habita la zona del mundo donde es verano.
De este lado del hemisferio, en otro clima y con una historia igual o más antigua que la de Stonewall encontramos nuestras luchas. En Argentina en 1967 se creó el grupo Nuestro Mundo, el primero grupo de organización homosexual en América Latina. Desde la década del 60 hasta aquí tenemos una historia que aún no está lo suficientemente explorada.
Lo que sí tenemos como país es un marco normativo que en líneas generales avanza mucho más que los de aquellos países en donde el Orgullo está guiado por los intereses del consumo y con las consignas del Love is Love.
Es quizá CABA la ciudad más “gay friendly” de Argentina en los términos más mercantiles posibles. Desde hace años la ciudad gobernada por el PRO despliega banderas del orgullo, tiene una estación en honor a un histórico referente del activismo gay Carlos Jauregui. Es también la ciudad que cuenta con un activista visiblemente gay parte de la fuerza del PRO, Maximiliano Ferraro. Precisamente de esa ciudad, en donde se hace la marcha más mainstream de todas las marchas del orgullo del país, es donde salió hace pocos días una resolución que prohíbe el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas, en una clara avanzada sobre el derecho a la identidad de género de infancias y adolescencias libres.
CABA, la de banderas de colores es la ciudad gobernada por la fuerza política que se opuso al matrimonio igualitario en el 2010 y que sumó en la Marcha del Orgullo al legislador negacionista García Moritan y al diputado Martín Tetaz, quien recientemente se burló del uso del lenguaje inclusivo.
Junio siempre fue un mes de inspiración para el movimiento LGBTI argentino, de hecho las primeras marchas del orgullo en CABA se hicieron en este mes, luego fueron corriendo para un clima más amigable al monte, al brillo y a los cuerpos latinoamericanos.
Desde el 2015 el movimiento de travestis y trans retomó en Junio la marcha contra los travesticidios y trans feminicidios, porque así como en Stonewall fueron mujeres trans, afro y migrantes las que lanzaron la primera piedra, en Argentina el movimiento travesti refunda el sentido de lucha de las marchas.
Decir que el Pride o el Orgullo de las banderas y los besos en instagram despolitiza sería reduccionista e ingenuo. En realidad estas prácticas generan una visión política particular. La diversidad neoliberal que construye una diversidad basada en sentimientos individuales, en una estética particular y en efemérides sin contexto. Esta diversidad neoliberal toma prácticas placenteras de nuestro orgullo pero deja de lado reconocimiento de derechos y la lucha por un Estado que garantice esos derechos para todes.
Sería bueno que las empresas y los gobiernos puedan celebrar con la misma fuerza con la que celebran el aniversario de Stonewall la ley 27.636 de acceso al empleo formal para personas travestis, transexuales y transgénero de Argentina. Una ley que no necesita desplegar banderas ni que nadie se bese en público, sino que personas concretas ingresen al Estado con empleo formal, y que se sancionó solo 4 días antes del 28 de Junio.
Podríamos también celebrar el 9 de mayo, el aniversario de sanción de la ley de Identidad de Género, y avanzar entonces en una revisión consciente de todos aquellos puntos que faltan reglamentar e implementar. El acceso a la salud del colectivo travesti y trans es todavía una batalla que solo un pequeño porcentaje llega a poder dar.
Este mes de junio también podemos celebrar el orgullo como ejercicio de memoria, como fiesta, besos y revisión crítica de nuestra historia, como celebración y lucha por los derechos.
*Esta nota fue publicada originalmente en La Nota Tucumán