Tomás Rodríguez y Joaquín Guevara llevaban una hora en el primer piso del Burger King de Plaza Italia, en Palermo. Mientras tomaban un café se dieron unos besos y se abrazaron.
—Disculpen, chicos, yo se que hay una ley, pero acá no pueden besarse —les dijo el guardia de seguridad.
En la mesa al lado de ellos había una pareja heterosexual abrazándose y dándose besos. Más allá, otras dos parejas hacían lo mismo. “Le preguntamos a la pareja que estaba al lado nuestro si a ellos también le habían dicho lo mismo y nos dijeron que no”, contó a Cosecha Roja Tomás, de 21 años.
El guardia les dijo que incomodaban a los clientes y que era una política de la empresa. Tomás y su novio se quejaron.
—Bueno, hagan de todo menos curtir —contestó el hombre y se fue.
Tomás y su novio buscaron al encargado. “Él se encargó de defender a la empresa y responsabilizó al empleado”, contó Tomás, militante de la agrupación Conurbanxs por la Diversidad. “Queremos denunciar y visibilizar lo ocurrido como parte de las violencias que sufren cotidianamente las personas LGTBIQ. Violencias que no llegan a visilbilizarse ni a difundirse, ni a convertirse en denuncias”, dijeron desde la organización en un comunicado.
Unos días después los chicos volvieron al local de Burger King y presentaron una queja formal redactada por Conurbanes por la Diversidad y Quimera, la organización donde milita Joaquín. “Todavía no tuvimos respuestas”, contó Tomás.
“Nuestra furia no es hacia un trabajador. Es hacia una política de empresa que necesita anular las disidencias en espacios de comida rápida”, planteó Conurbanxs por la Diversidad en el comunicado. “Al clóset y al calabozo no volvemos nunca más”.