En Mendoza aparecieron 34 cóndores envenenadas con agrotóxicos. La muerte de las aves pone a la especie en peligro de extinción.

condor

Un grupo de personas que hacía trekking de alta montaña descubrió 34 cóndores muertos en un llano en el valle de Los Molles, en Mendoza, a más de 3000 mil kilómetros sobre el nivel del mar. Los animales estaban amontonados y quemados. A unos pocos metros encontraron un puma, dos ovejas, un cordero y una cabra en descomposición.

Las personas alertaron a la Fundación BioArgentina, que lleva adelante el Programa de Conservación del Cóndor Andino (PCCA), a partir del cual rescataron 230 animales de esta especie y restituyeron más de 100 a su hábitat natural. Desde la ONG dieron intervención al Departamento de Fauna de la Secretaría de Ambiente de Mendoza y dieron inicio al operativo de rescate.

Después de más de cuatro horas de caminata a través de la montaña una bióloga del PCCA, dos integrantes del Departamento de Fauna y un policía rural llegaron hasta el llano. Los especialistas identificaron 20 machos y 14 hembras: 30 adultos, un sub adulto, dos juveniles y uno indefinido. Algunos llevaban unos pocos días muertos. Otros eran solo huesos.

La bióloga tomó alrededor de 20 muestras biológicas de los cóndores, el puma y los animales domésticos que fueron enviadas al Laboratorio Toxicológico de Buenos Aires. Al cóndor que estaba en mejor estado lo llevaron al Eco Parque de Mendoza donde le practicaron la necropsia. Después trasladaron el cadáver a la Fundación Cullunche, una organización que promueve la conservación de la flora y de la fauna en Mendoza, donde le tomaron radiografías con rayos X.

Los resultados preliminares confirmaron que no había restos plomo en el cuerpo. Es decir, no se habían alimentado de un animal cazado con perdigones. La principal hipótesis es que murieron envenenados con carbofurán, un agroquímico de venta libre y alto nivel tóxico que sirve para combatir plagas en los cultivos y que los pobladores de la zona utilizan para matar a los animales que atacan el ganado.

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Mendoza integra el corredor biológico que une Argentina con Chile, donde habita -junto con Bolivia- la mayor población de cóndores andinos del mundo. Los treinta y cuatro animales de esta especie que murieron representan un número mayor que la población total de Venezuela y casi la mitad de la población total de Ecuador. “Es el caso de muertes más grave de la historia”, explicó a Cosecha Roja Vanesa Astore, directora Ejecutiva del Programa de Conservación del Cóndor Andino. “Es un caso que afecta a la especie en todo el continente”, agregó.

Los especialistas creen que algún poblador de la zona envenenó las ovejas y las cabras para matar a los animales que atacan el ganado, como los pumas y los zorros colorados. Estos animales, después de cazar suelen esconder la presa para volver a comer. “En ese interin, si un poblador encuentra el animal cazado le puede poner el veneno para cuando vuelva”, explicó a Cosecha Roja Adrián Gorrindo, jefe del Departamento de Fauna de la Secretaría de Ambiente.

En la zona también está extendida la idea de que el cóndor es un ave rapaz que mata la cría del ganado, cuando en realidad solo se alimenta de animales muertos. “Este mito hace que algunas personas dejen animales contaminados en ambientes abiertos para que se envenenen”, contó Gorrindo.

Los agrotóxicos no solo provocan la muerte de algunos cazadores y las especies carroñeras. “También contaminan el suelo, el agua y ponen en peligro todas las formas de vida, incluso la humana”, explicaron desde el Ministerio de Ambiente de Mendoza.

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En marzo de 2017, 19 cóndores andinos murieron en Jujuy al comer una vicuña envenenada intencionalmente para controlar especies predadoras de animales. Los pobladores utilizaron carbofuran, el mismo pesticida que habría envenenado a los cóndores de Mendoza.

Los pobladores de antes usaban otros métodos, como la estricnina, para eliminar a los predadores. “Ahora utilizan esta bomba atómica: no tiene sabor, es más económico y tiene un impacto social más grande”, explicó Astore.

En algunas provincias, como en Mendoza, existe un registro público de proveedores de agroquímicos pero no hay registro de quienes los compran ni dónde lo utilizan. “Hay una proyecto de ley, que espero que ahora se acelere, para conocer la trazabilidad de esos productos, para que no sean destinados a usos prohibidos”, dijo Gorrindo.

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El cóndor andino (Vultur gryphus) es una especie en peligro que habita desde Tierra del Fuego a Venezuela, donde está casi extinguido. Se alimentan de animales muertos, salvajes o domesticados, y cumplen una importante función de limpieza y prevención de infecciones.

Originariamente también habitaban la Costa Atlántica pero se extinguieron hace más de un siglo. El Programa de Conservación del Cóndor Andino liberó 53 cóndores nacidos en cautiverio en la zona de Pailemán, Río Negro, junto al mar Argentino. Con los años se formaron parejas reproductoras y ya nacieron nueve pichones. “Y unieron el Atlántico con la cordillera a través del corredor biológico de la meseta de Yamuncurá, que atraviesa Río Negro y Chubut, que se había perdido hace más de 100 años”, explicó Astore.

En los 23 años que lleva el Programa de Conservación lograron rescatar 230 animales. La mayoría de ellos habían sido envenenados con cebos tóxicos usados para matar animales cazadores o plomo de los perdigones. “Cuando cazan un animal herbívoro, el cóndor ingiere esquirlas. El plomo pasa a la sangre y a los huesos y el animal se debilita”, contó la directora ejecutiva del Programa.

El tratamiento de los animales dura más de un año en los que están aislados en el Eco Parque de Buenos Aires y son atendidos por veterinarios. Si después de la recuperación están en condiciones, vuelven a su hábitat natural, donde llegan a trasladarse más mil kilómetros por los corredores naturales. Por eso el trabajo de recuperación y restitución ayuda a la conservación en todo el continente. La muerte masiva de 34 cóndores pone a toda la especie en peligro.