Alice Maria Coachman fue la primera mujer negra en ganar una medalla olímpica. Cuando volvió a Estados Unidos la recibieron con un homenaje pero la hicieron sentar atrás- adelante se sentaban los blancos- no la dejaron hablar y la hicieron salir por la puerta de servicio. Alice nunca se rindió y dedicó su vida a ayudar a otras atletas. Danila Saiegh rescató su historia en este nuevo #InformeTijerola, su columna semanal en FutuRock.fm.-
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Alice Marie Coachman nació en Albany, Georgia el 9 de noviembre de 1923, cuando todavía faltaba bastante tiempo para personas y blancas y negras pudieran sentarse juntas en un colectivo. Alice tenía 9 hermanos y le encantaba correr. Hacia grandes caminatas con su bisabuela.
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También le gustaba jugar baseball y softball. A veces se escapaba de su casa y se unía a algún partido callejero. Esas tardes terminaban con las golpizas de su papá quien creía que Alice tenía una “negativa a comportarse como una dama”. Veía dificil dedicarse al atletismo y, como le gustaba el saxofonista Coleman Hawkins y Shirley Temple, pensó que podía ser bailarina o música. Por eso se inscribió a clases de baile.
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Su maestra de quinto grado y su tía sabían que tenía un gran potencial y la ayudaron a entrar al equipo del colegio La felicidad de Alice duró poco: no podía acudir a los entrenamiento en el campo de deportes porque asistían atletas blancos. Tuvo que ejercitarse en la calle que rodeaba el estadio y sustituyó las barras transversales que se usan para practicar saltos de altura con sogas y trapos.
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No prosperó. Daba igual que fuera la mejor atleta del momento. Su problema era ser una mujer y negra. Empezó a trabajar de empleada en un comercio, también fue ama de llaves. Hasta que a los 16 años la Universidad de Tuskegee, Alabama, una Universidad dirigida a la comunidad negra le dio una beca deportiva.
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En la primera competencia batió el récord de salto de altura de la Universidad. Y lo hizo descalza, porque así era como había tenido que entrenar siempre. Aquel salto le permitió entrar en la Unión de Atletas Amateurs, convirtiéndose en el primer año en campeona nacional en todas las disciplinas de atletismo: 50 metros, 100 metros, 400 metros y salto de altura.Títulos que mantuvo los siguientes diez años.
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Tuvo muy mala suerte de que sus mejores años como atleta coincideran con la Segunda Guerra Mundial y no se hicieran los Juegos Olimpicos. De todos modos, seguramente hubieran encontrado alguna excusa para no dejarla participar. Recién pudo competir en Londres 1948. Y a lo grande: con un salto de 1,68 metros se convirtió en la única mujer estadounidense en la primera una medalla de oro en Londres y en la primera mujer negra que conseguía un oro olímpico. Recibió la medalla de la mano del Rey Jorge VI. Los medios lo cubrieron como una “decepción” para los fanáticos británicos de otro de los deportistas, el señor Tyler.
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A la vuelta la recibieron con un desfile para celebrarla, pero la obligaron a sentarse en la parte de atrás del escenario porque adelante se sentaban los blancos. No la dejaron hablar. Recibió la mención de mano del alcalde de Albany quien no quiso darle la mano por ser negra. Acontinuación, la invitaron a salir por la puerta de atrás. Recibió flores y regalos pero sin tarjeta: ningún blanco queria que se sepa que enviaba felicitaciones a una mujer negra.
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A los 26 años decidió que había llegado la hora de retirarse del atletismo. En ese momento dijo: “Gané la medalla de oro. Le demostré a mi madre, a mi padre, a mi entrenador y a todos los demás que había llegado al límite de mi capacidad”. Fundó la Alice Coachman Track and Field Foundation, para ayudar a jóvenes atletas con problemas de recursos, generalmente negros.
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Terminó su carrera como atleta pero su carrera como modelo acababa de comenzar. En 1952 se convirtió en la primera mujer negra en ser la cara de Coca Cola. También se casó con su novio, tuvo un hijo y empezó a trabajar como maestra en escuelas primarias y secundarias. En 2004, a los 80 años, entró en el salón de la fama de los juegos olímpicos. Murió en 2014, a los 90 años, en Albany.
Nota escrita en el marco de la Beca Cosecha Roja –