El Tribunal Oral Federal 2 continuó con la recepción de declaraciones testimoniales en el juicio que debe probar la responsabilidad de trece acusados en la maniobra global para encubrir a los responsables del atentado a la AMIA. En la audiencia número 35 declararon dos testigos (Daniel Francica y Claudio Camarero) y sus aportes fueron muy pobres.

Camarero

La audiencia 35° se centró en una de las líneas de investigación adoptadas inmediatamente después de la explosión por el entonces juez de la causa, Juan José Galeano, y abandonada al poco tiempo, según se cree, por orden del ex presidente Carlos Menem. Se trata de la llamada “pista siria” que investigaba a la familia Kanoore Edul, cercana al entonces presidente, por un llamado telefónico realizado a Carlos Telleldín -último poseedor conocido de la Trafic que habría explotado en la mutual-, días antes del atentado. Además, tenían el número del agregado cultural de la embajada iraní en la Argentina y de otro sospechoso del caso, Moshen Rabbani.

En ese sentido fueron dirigidas las preguntas que, durante más de dos horas, le hicieron a Claudio Camarero, un licenciado en seguridad e higiene que al momento del atentado trabajaba como policía federal en la División Protección al Orden Constitucional. La máxima autoridad de esa división era Carlos Castañeda, imputado en este juicio.

“Nos dedicábamos totalmente a la causa AMIA. Trabajábamos durante días enteros”, comenzó Camarero ni bien le preguntaron por las generalidades de su trabajo en la investigación. Sus respuestas, sin embargo, fueron evasivas cuando se lo interrogó sobre cuestiones puntuales, como su participación en la detención a Carlos Telleldín o en los allanamientos realizados a los domicilios de la familia Kanoore Edul días después del atentado. “La verdad no recuerdo mucho”, dijo en reiteradas ocasiones.

La mala memoria de Camarero coincidió con los testigos de las últimas audiencias (otros ex policías que trabajaron en esta investigación que la mayoría definió como “la más importante”). La impaciencia de los abogados querellantes los llevó, esta vez, a hacer un pedido formal al Tribunal para exigirle al testigo un mayor esfuerzo. “Si era tan importante la causa, ¿cómo es que no recuerda nada? Se advierte renuencia por parte del testigo sobre episodios centrales”, dijo con ironía el abogado que representa a ex agentes de la Bonaerense e incitó al resto de las partes, incluso a las defensas, a sugerir algo similar. Hasta a la abogada defensora de Carlos Castañeda se le escapó una frase propia de un familiar de las víctimas: “Hace 20 años que queremos saber qué pasó”.

Algún efecto tuvieron las presiones en el testigo que, agarrándose la cabeza con las manos como si eso le aclarara los recuerdos, se tomó unos segundo y dijo: “Estuve haciendo memoria y me parece que eran tres los allanamientos”.

Se refería a los procedimientos realizados en la calle Constitución, primero en el local comercial de los Kanoore Edul y, luego, en la vivienda ubicada a media cuadra. “No recuerdo por qué finalmente no se allanó el tercer domicilio. En general, la orden la daba el juez”, dijo sin hacer ninguna referencia a una de las pruebas centrales de este juicio por encubrimiento: el llamado de Munir Menem -hermano del ex presidente- a Galeano para pedirle que dejara de investigar a los Kanoore Edul, quienes ese mismo día habían sido advertidos por el comisario Jorge “Fino” Palacios del allanamiento a sus propiedades. Esto fue incluso reconocido por Palacios cuando se le tomó declaración indagatoria en este juicio. “Era algo habitual avisar del procedimiento. Evitaba llamar a un cerrajero”, había explicado.

Camarero, sin embargo, contradijo al imputado Palacios cuando describió el operativo. En sus palabras: “Íbamos vestidos de civil, creo que sin patrulleros. La idea del allanamiento era que fuera sorpresa”. Sobre la cantidad de personas que participaron, los horarios, si hubo objetos secuestrados o personas detenidas, no recordó ni un solo detalle.

Así, ante la imposibilidad de dar datos concretos sobre su participación en la detención a Telleldín, Camarero se retiró de la sala.

Ser testigo para no recordar

Daniel Francica, un empleado de 56 años, declaró durante media hora sobre el único hecho que lo vinculó al atentado a la AMIA: los allanamientos a los Kanoore Edul. Según contó, en ese entonces trabajaba frente al local comercial en cuestión y, por estar ”curioseando”, le pidieron participar como testigo.

En línea con lo declarado por Camarero minutos antes, Funcica recordó haber ingresado al comercio de la esquina y luego haber sido testigo del allanamiento a la vivienda de la familia, a la que conocía por ser del barrio. Nada pudo decir sobre el personal policial ni el modo de proceder. El único dato que precisó fue que los procedimientos comenzaron a las 16 o 17 y concluyeron por la noche. “A mi me pareció una eternidad”, concluyó.

El Tribunal rechazó todo

Tras el enojo de varios familiares y otros querellantes con el ex presidente Menem, quien hace unos días asistió sin inconveniente a declarar en la causa por la muerte de su hijo, el abogado que representa a los ex policías pidió por la presencia del imputado en el juicio: “ahora que no tiene secreto de Estado y pareciera estar bien de salud”. La abogada del ex mandatario se anticipó con lo obvio: “Mi defendido no va a poder venir porque además de sus problemas de salud está con un cuadro psicológico severo”.

Previo a concluir la audiencia, la presidenta del Tribunal, Karina Perilli, leyó una por una las resoluciones de los jueces respecto a diversos planteos, la mayoría pedidos de incorporación de pruebas que defensas y querellas realizaron en las audiencias anteriores. Tal vez, en un intento de mostrarse equilibrados y tratar a todos por igual, los jueces contestaron con la negativa a la totalidad de los pedidos.

Ilustraciones: María Paula Doberti y Mirta Rosenberg integrantes de Dibujos Urgentes en el Juicio de encubrimiento del Atentado a la Amia, Tribunales Federales de Retiro, 2015 – 2016.