Karina se fue a vivir con su hermana porque tiene miedo: el hombre que la prendió fuego en 2014, Gustavo Javier Albornoz, la siguió amenazando. Por los tratamientos médicos -30 operaciones-, ella tuvo que faltar al trabajo y la echaron. El fiscal y la querella habían pedido una pena de 18 años por el intento de femicidio. Hoy, en los tribunales de Morón, la justicia condenó al ex marido de Karina a once años de prisión efectiva.
“Me encantaría leer los argumentos con los que el Tribunal define otorgar una pena reducida y no la máxima, como lo solicitó la Fiscalía y la Querella (18 años). Hoy Karina tiene un poco de Justicia después de tantas pálidas y tras más de dos años de lucha”, escribió en el muro de Facebook Maru Acosta, la hermana de Paola. Al femicida de la alcantarilla, lo condenaron a perpetua en octubre.
Después de golpear a patadas, rociar con alcohol y prender fuego a Karina, Albornoz estuvo 30 días detenido. Ella quedó con el 50 por ciento del cuerpo quemado y estuvo internada durante siete meses. Desde 2002, él amenazaba con matarla y Karina pedía ayuda, pero el Estado no intervenía.
Durante la investigación del caso, la justicia le ordenó a la Municipalidad de Morón que le diera un botón antipánico y custodia policial: nada funcionó. La semana pasada Albornoz violó la restricción de acercarse y la amenazó de nuevo.
Después de la lectura de los alegatos, el hombre salió del en libertad y se fue a su casa. “Es la misma situación que viven muchas chicas que están en peligro todos los días”, contó a Cosecha Roja Carolina Abregu, la hermana de Karina.
Recordá el caso en esta nota de Maximiliano Montenegro en Diario Popular.
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Maximiliano Montenegro – Diario Popular.-
El drama de Karina Abregú hizo eclosión el 1º de enero de 2013 cuando su marido la agredió a piñas y patadas, la roció con alcohol y la prendió fuego. Sobrevivió de milagro pero perdió su empleo y hoy ni se anima a salir a la calle.
El máximo sueño de Karina Abregú es ser Karina Abregú, pero la que era antes del 1º de enero de 2013, cuando fue golpeada a piñas y patadas por su marido, y luego quemada con alcohol y fuego. “Ahora acostate, que se te pasa rápido”, le dijo el agresor, cuando ella salió de la pileta de su casa en Merlo, luego de arrojarse en un acto desesperado por salvar su vida.
Cinco meses pasó internada, casi murió varias veces, pero un día le dijeron que la habían echado del trabajo por faltar y ya no tenía obra social. Afuera de la clínica, golpeando puertas para conseguir atención médica, ella sigue luchando por reconstruir su vida y que el atacante pague por el daño que le provocó. Hasta ahora, a la espera de un juicio oral, el hombre sólo estuvo preso 33 días.
“Me gustaría ser la Karina de antes. Yo vivía para mis hijos, mi madre, hermanas y sobrinos. Me gustaba trabajar. Ahora tengo miedo, vivo escondida porque el terror es constante. Hasta salir a la calle es un problema”, contó Karina a Diario Popular, en el comedor de la casa de su hermana Carolina y otros familiares, quienes la cuidan y protegen de un potencial ataque que podría ser fatal esta vez.
Durante 13 años estuvo en pareja Karina con Gustavo Albornoz. Se conocieron cuando trabajaban en una empresa de productos médicos de Martínez. Ella tenía dos hijos de una relación anterior. “Desde el comienzo, Albornoz fue violento. Me controlaba, celaba, insultaba y golpeaba. Todo el tiempo. Incluso en el trabajo. Yo viví 13 años con pánico. No es fácil salir de ese círculo tóxico”, dijo la mujer.
El 31 de diciembre de 2013 la mujer quería pasar el último día del año tranquila, sin el esfuerzo de cocinar. “Pero Albornoz invitó a su familia. Vinieron todos. Yo me enojé, porque me trataba como una mucama. Las agresiones se extendieron durante varias horas. Pasada la 1 del primero de enero, me fui a acostar. Me despertó a las 5 con gritos y golpes, porque quería que lleve en auto a sus familiares. Habían tomado mucho alcohol y nadie podía manejar. Hicimos dos viajes, mientras él me pegaba. Cuando llegamos a la casa, ya solos, me dio una paliza con piñas y patadas”, recordó Karina.
Entre 12 y 15 denuncias
Fueron entre 12 y 15 las denuncias que realizó la mujer antes de esa noche feroz. “Ahora estoy tratando de terminar el secundario, porque no había podido. Se me acercan muchas chicas, me preguntan, y me cuentan que son golpeadas por sus novios. Les digo que tienen que ser fuertes, que pueden salir de eso. Que no es sencillo, pero pueden. Las víctimas de violencia estamos muy solas, hasta miedo de denunciar tenemos”, expresó Karina.
En medio de la lluvia de insultos y golpes, Albornoz tomó una botella de alcohol y comenzó a rociar a Karina.
“Tenía un encendedor, y me prendió fuego. Tengo heridas desde la pelvis hasta el cuello. El me sujetaba, para que me queme más. Como era verano, la pileta tenía agua, entonces me pude zafar, salí corriendo y me tiré para apagar las llamas. Cuando salí, él me dijo que no era nada y me aconsejó acostarme para que se me pase. Yo le pedía que me lleve al hospital. Me afectó el 55% del cuerpo, perdí movilidad de brazos y cuello. Estuve a punto de morir varias veces”, relató la víctima, que en los próximos años deberá enfrentar una operación de reconstrucción de la piel, mediante injertos, cada tres meses.
Dijo que se quiso matar
“Albornoz llamó por teléfono para avisarnos. Atendió mi mamá. Le dijo que Karina se había querido suicidar con fuego. Supimos que era mentira. No podía creerlo cuando la vi toda quemada. Fui a la comisaría de la zona horas después, y se tiraban la pelota con la Comisaría de la Mujer, porque no habían abierto una denuncia de oficio. Averiguación de ilícito pusieron. Recién dos meses después cambiaron la carátula por tentativa de homicidio. Todo ese tiempo Albornoz controlaba a mi hermana, que estaba en el hospital”, explicó Carolina, hermana de la víctima.
A los cinco meses, con Karina ya internada en una clínica de Laferrere, les informaron que ya no contaba con obra social. Cuando averiguaron en la empresa donde trabajaba, la respuesta fue que estaba despedida por ausentarse de su puesto laboral. “Ella cobró el sueldo hasta febrero, después ya no le pagaron más. La echaron. Entonces, se quedó sin asistencia médica y sin un peso”, dijo Carolina.
Con el cambio de carátula, Albornoz fue detenido. Pero sólo 33 días, entre febrero y marzo, luego de un pedido de beneficio excarcelatorio presentados por sus dos abogados defensores. “Yo no tengo plata para abogados. Fui a la ANSES a pedir una ayuda y no recibí nada. Hace dos meses que me asiste gratis la abogada Ivana Cividino, por intermedio de la organización Mujeres de Izquierda Socialista. El juicio será antes de fin de año. Quiero justicia. Y saber que este monstruo no me va a matar”, cerró Karina.
“El Estado la deja aún más sola”
Irina Shalom es una joven docente y militante de la organización Mujeres de Izquierda Socialista. “Acompañamos a Karina, una sobreviviente de la violencia machista. No sólo padeció la brutalidad de su pareja, que casi le arrebata la vida, sino también de la justicia patriarcal, que mantiene en libertad al agresor hasta el juicio. Mientras tanto, la empresa para la que trabajó durante 20 años, la echó en medio de su internación, cuando más necesitaba el ingreso mensual y la asistencia de la obra social Osecac. La dejaron desamparada. Y el Estado no reacciona, la deja más sola. Ella no quiere un certificado de discapacidad, porque lo que tiene hoy es una incapacidad momentánea, hasta que se recupere completamente. ANSES tiene que brindarle una ayuda, que no llega. Hace poco la propia Karina llamó al 144, les explicó que necesitaba 20.000 pesos para unas vendas especiales, y no le dieron bolilla. Tenemos una ley contra la violencia hacia las mujeres, pero no la cumplen. Falta decisión política, porque nos están matando y parece que no importa”, señaló.
Karina dirá presente en la marcha del 3 de junio
“El próximo 3 de junio voy a estar presente en la marcha en el Congreso pidiendo para que no haya más femicidios en el país, y que la ley para la prevención y erradicación de la violencia de género se cumpla -dijo Karina-.
De casualidad, ese mismo día se comprometieron a recibirme la diputada Margarita Stolbizer y otros legisladores. Ojalá cumplan y puedan ayudarme. La realidad es que no tengo trabajo, por razones obvias, y tampoco tengo obra social, porque dejaron de aportar a Osecac. Necesito asistencia, económica y médica. Mi abogada va a iniciar una demanda civil a la compañía que me echó cuando yo estaba internada en gravísimo estado, pero eso puede demorar mucho tiempo”.
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