Rosario Marina. Cosecha Roja-. El cuerpo de Gregorio Gimenez, Goyo, apareció en una fosa clandestina. Con él, había otros dos cadáveres. Lo encontraron en una casa de seguridad de la colonia José María Rosado de las Choapas. La versión oficial es que lo asesinaron por una venganza personal. Las organizaciones de prensa piensan como su familia:”Lo mataron por hacer periodismo”, dijo la viuda.
“Fueron las diferencias personales y familiares con la señora Teresa de Jesús Hernández Cruz y José Luis Márquez Hernández, jefe de una célula delincuencial que operaba en la zona y a quien le pagó 20 mil pesos para cometer la agresión”, dijeron desde la Procuraduría de Veracruz. Una pelea barrial. Aunque uno de los últimos trabajos periodísticos de Goyo haya sido sobre el secuestro de migrantes en el bar ‘El Mamey’, de Teresa de Jesús Hernández Cruz.
Los reporteros de la organización Artículo 19 insisten que no se puede descartar el móvil periodístico. La Procuraduría de Justicia de Veracruz lo ha hecho en todos los casos de periodistas asesinados en ese estado.
“Ese cuento de la vecina que pagó para mandar matar a Goyo, sin motivos lo suficientemente explicados, no es más que una treta del gobierno para decir que su muerte no tuvo que ver con el ejercicio de su profesión”, dice David Espino, miembro de la organización Periodistas de a Pie. “Con este tipo de salidas el Estado no hace sino mandar un mensaje de impunidad a los criminales.”
Ya son quince los periodistas muertos durante el gobierno de Javier Duarte. Y en todos los casos, la idea de que los matan o desaparecen por lo que publican no se investiga.
“Los descartan porque hay periodistas que estaban investigando actos de corrupción entre gobiernos, o actos criminales que pasan impunemente y la autoridad no investiga o se hace de la vista gorda para no investigar”, explica Francisco Sandoval Alarcón, de la organización Artículo 19.
En octubre, Goyo había sido amenazado. Investigaba el asesinato de dos migrantes secuestrados por el crimen organizado en el bar “El Mamey”. A él lo habían amenazado en particular, pero hacía seis meses que todos los medios de comunicación del sur de Veracruz lo estaban. La orden la había dado un grupo que llegado a la región para controlar las rutas del tráfico de migrantes. Los periodistas se estaban metiendo en su camino.
“Han ordenado que no se hable de esos temas en la prensa. Por eso, que la Procuraduría de Justicia Estatal en Veracruz, a cargo de Javier Duarte, diga que fue por un pleito entre vecinos es parte del mismo discurso de la autoridad estatal de no ir al fondo de las denuncias que estaba investigando Gregorio”, dice el periodista Francisco Sandoval.
Lo mismo pasó con la corresponsal de la revista Proceso Regina Martínez. Ella investigaba las violaciones a los derechos humanos y actos de corrupción en Veracruz. La Procuraduría dijo que la mataron para robarle. Un año después, la única persona detenida fue liberada. La habían torturado para que se declare culpable.
Enoc Maldonado, director de Investigaciones Ministeriales de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de Veracruz, investigó el caso de Regina. Es el mismo que ahora investiga el de Gregorio.
En Villa Allende, Goyo era conocido como el fotógrafo del pueblo. Todos los días salía en su moto a cubrir como corresponsal -para Notisur y Liberal del Sur- lo que pasara en su comunidad.
Para llegar a su casa hay que andar quince minutos en lancha. Es una de las colonias más pobres de Puerto México. La casa es pequeña, en un terreno de diez por veinte metros vivían seis personas. Una casa que construyó él mismo, con su familia. Al principio tenían una de lámina de zinc, hasta que pudieron hacer los cuartos de material y tirar la casa anterior.
A cinco días de su desaparición, ya todos los reporteros de México estaban movilizados. “Goyo, me gustaría asegurarte que cambiaste la historia, que lograste unir al gremio, que no habrá otra desaparición que ocurra en silencio. Pero no puedo adelantarme. Eso sí, tu caso fue diferente porque tu jefa y tus compañeros se la jugaron por ti, porque en Veracruz ya se sacudieron el miedo” escribió ayer la periodista Marcela Turati.
Veracruz es el estado más peligroso de México para ejercer el periodismo. “Por política de la organización nosotros no vamos a Veracruz, no podemos, es mucho el riesgo, no hay condiciones para ir a documentar y hacer trabajo con los periodistas. Cuando hemos hecho trabajo de protección con periodistas de Veracruz, los traemos a la Ciudad de México.”, cuenta Francisco Sandoval.
Apenas unas horas después de que apareciera el cuerpo de Goyo, Marcela Turati escribió: “Queremos volver a reportear, tú lo entiendes. Queremos seguir haciendo periodismo y morir de viejos, y morir tranquilos, llenos de experiencias, y morir sonrientes, y morir vivos”.
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