Por Cosecha Roja. –
La historia comenzó en Montevideo. La policía uruguaya y la Interpol estaban tras la pista de una red de pedofilia que, suponían, operaba localmente. Hasta que descubrieron que los usuarios se extendían más allá del Río de la Plata. Del procedimiento surgió el dato: esa misma banda tenía ramificaciones en la Argentina y otros países de Latinoamérica. Ese fue el puntapié inicial para la investigación por la que detuvieron a 7 argentinos que tenían cientos de películas pornográficas en las que participaban menores de edad.
La organización operaba a través de un sofisticado software. Los usuarios accedían al material por medio de un sistema de claves. Gracias a ese código se conectaban a los servidores de Argentina, Inglaterra y Colombia donde estaba alojado el material.
Pero el sistema de seguridad usado por los pedófilos no resistió los análisis técnicos de la Policía Federal. Las conexiones utilizadas para ponerse en contacto entre ellos y distribuir las imágenes de menores dejaba un rastro. Una vez que los investigadores identificaron el número de IP de los implicados dieron con los nombres y los domicilios de cada uno de los sospechosos.
La División de Delitos Tecnológicos de la Policía Federal fue la encargada de ponerle el músculo a la investigación. La bautizaron “Operación Pureza” y estuvo a cargo de la fiscal de instrucción porteña Felisa Krasuck. En los siete allanamientos simultáneos realizados en Tierra del Fuego, Chubut, Neuquén, Avellaneda y Moreno, detuvieron a siete sospechosos de entre 25 y 55 años. Además, la policía secuestró computadoras, discos rígidos, filmaciones, teléfonos celulares y dvds.
Los sospechosos quedaron imputados por delitos contra la integridad sexual. Se los acusa de infringir el artículo 128 del Código Penal, que prevé penas de seis meses a cuatro años de prisión para la personas que “distribuyeren imágenes pornográficas cuyas características externas hicieren manifiesto que en ellas se ha grabado o fotografiado la exhibición de menores de dieciocho años de edad al momento de la creación de la imagen”.
Según publicó La Nación, la organización formaba parte de “una red grande que funcionaba como un gran telaraña con muchas ramificaciones en varios países”. Según presumen los investigadores la banda de pedófilos extendía sus conexiones a Uruguay, Perú y Colombia. Una fuente policial reveló que “en todas las filmaciones secuestradas hay menores de edad involucrados en escenas pornográficas. Creemos haberle dado un duro golpe a la organización, peor no podemos descartar que la red tenga ramificaciones que no hayamos identificado”.
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