El 26 de setiembre, el narco argentino Ojito volvía con su novia en un vuelo desde Colombia. En el aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires, lo esperaba la policía para detenerlo. El joven nunca apareció. La chica bajó sola y el equipaje de Ojito quedó abandonado. En una escala en Lima, Perú, el muchacho de 24 años se enteró que la policía había allanado su casa y que nueve miembros de su banda –incluido el padre- estaban detenidos. El martes, la Justicia procesó a los miembros de la banda que están presos. El jefe sigue prófugo en algún lugar de Argentina, donde ingresó legalmente por la frontera brasileña.
El 9 de noviembre pasado, un centenar de efectivos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) apareció en la zona noroeste de Rosario, Argentina. Los jueces pidieron la ayuda de fuerzas nacionales porque desconfiaban de la policía provincial, a la que consideraban cómplice de la mujer a la que buscaban.
Norma López, La Tía, vivía en Valle Hermoso al 1800. La mujer de 60 años, con antecedentes por venta de drogas, manejaba una decena de kiosquitos de droga de la zona. La fachada legal era una Rotisería a la vuelta. Desde allí coordinaba las entregas, la venta y las coimas que pagaba a la policía. Muchas de las operaciones se hacían por teléfono:
-Tía, acá tengo un comando que no me deja laburar. ¿Les doy 100 pesos? Pero no sé, son viejos esos comandos.
-Dale 200- contestó La Tía-. No pasa nada, está todo bien. Ya hablé con ellos y todo.
En las escuchas telefónicas, el juez no solo descubrió que había policías de la comisaría involucrados. También pudo identificar al proveedor de la Tía: Ojito. Cuando cayó la banda de La Tía, la justicia fue por el pez gordo.
El nombre legal de Ojito es Ignacio Mario Actis Caporale. Tiene 24 años, varios autos de alta gama y algunas propiedades. Sus llamativos ojos azules le valieron el apodo. Para la Justicia Federal rosarina, es el jefe de una banda narco que distribuye drogas a vendedores de la zona noroeste rosarina y la ciudad de Santa Fe. El 26 de septiembre pasado, cuando la policía llegó a su departamento, en el 5º piso de Presidente Roca 663, encontró tres kilos de cocaína, más de un kilo de marihuana y 250 mil pesos en efectivo. En simultáneo, la PSA realizó 14 allanamientos en tres ciudades. En total, fueron detenidas 9 personas -entre ellas Jorge Actis Caporale, padre del jefe- y se secuestraron 4 kilos de cocaína de máxima pureza, 3 kilos de marihuana, 400 pastillas de éxtasis, 40 troqueles de LSD, varias dosis de ketamina, seis autos de alta gama, ocho armas de fuego y 250 mil pesos en efectivo.
Ojito y su novia, una joven modelo argentina, volvían de unas mini vacaciones en Colombia. Desde el aeropuerto El Dorado de Bogotá tomaron un vuelo a Lima, donde harían un trasbordo hacia Buenos Aires.
-Cayó la cana a tu casa. Te están esperando en Ezeiza- le avisaron a Ojito por teléfono durante la escala.
En el aeropuerto, los policías se sorprendieron al ver que la modelo bajaba sola. Revisaron el avión y nada. El equipaje de Ojito quedó girando un rato en la cinta transportadora sin que nadie se acercara a recogerlo.
Al día siguiente, según consta en un informe de la Oficina de Migraciones, Ignacio Mario Actis Caporale entró legalmente al país cruzando la frontera brasileña. Nadie lo detuvo.
El juez federal de Rosario Marcelo Bailaque procesó a los nueve miembros de la banda. El líder sigue prófugo. “Aparentemente todavía estaría en el país. Se está haciendo la búsqueda”, explicó el juez a Cosecha Roja. Hay quienes dicen, incluso, que volvió a Rosario. Y que, desde la clandestinidad, intenta recuperar su negocio.
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