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Sandra Ayala Gamboa fue a una entrevista de trabajo y no volvió a su casa. Una semana después, el 22 de febrero de 2007, encontraron su cuerpo en una sede del Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires que estaba vacía por refacciones. Hace unas semanas esa sede se convirtió en la Casa Sandra Ayala Gamboa, un centro de contención a personas víctimas de violencia de género.

“Sandra nació un día como hoy. Yo jamás olvido. También es una fecha importante porque es el día que empezarán a funcionar las oficinas de la Casa Sandra Ayala Gamboa. Desde este lugar nos va a guiar y acompañar”, dijo a Cosecha Roja ayer Nélida, la mamá de Sandra.

En la sede donde antes funcionaba el archivo del Ministerio de Economía, en Avenida 7 entre 45 y 46, hoy hay dos oficinas donde asisten a mujeres víctimas de violencia de género.

Sandra tenía 21 años y hacía tres meses había llegado de Perú con su novio. Se instalaron en una pensión de la Plata. En los primeros días de febrero de 2007 Wilmer, un amigo de su novio, escuchó en la verdulería que un hombre buscaba una niñera. Su esposa había dado a luz hacía poco y necesitaba alguien que cuidara a sus hijos más grandes. Wilmer pensó en Sandra, que estaba buscando trabajo.

El 16 de febrero Sandra partió hacia la entrevista. Nunca volvió a la pensión.
Seis días después, el teniente bombero del Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires Marcelo Argañaraz dejó su puesto de vigilancia y cruzó la avenida 7 a comprar cigarrillos. A unos pocos metros del kiosco, en una casona con una puerta de madera de doble hoja funcionaba el archivo del Ministerio de Economía.

Argañaraz sintió el olor y se asustó. Le dijo que a los empleados que ahí había un cadáver.
—Con la construcción hubo problemas con las cloacas —intentó tranquilizarlo uno de los empleados.

Durante casi un año, una tropa de albañiles, electricistas, pintores y herreros habían construido unas lujosas oficinas administrativas en la plata alta de esa casona. El Archivo estaba a punto de reabrirse: las obras habían terminado, pero la apertura se demoró por una falla eléctrica tras la instalación de los aires acondicionados.

—No es olor a cloaca, muchachos. Este es el olor de un cadáver —insistió Argañaraz.

Alguien se acordó de los carteles en lo árboles con la foto de una chica peruana desaparecida, a la que habían visto por última vez en esa zona.

La policía encontró el cuerpo de Sandra en la planta baja del edificio, que se utilizaba como depósito de construcción. Estaba boca abajo. Había sido violada y estrangulada con su propio corpiño.

Sandra fue la última víctima de Diego José Cadícamo. El violador serial fue condenado a 22 años por el crimen de ella y la violación de otras siete mujeres en la Plata entre 2005 y 2007.

Tras la desaparición de su hija, Nelly viajó a La Plata y se quedó ahí para siempre. En la capital provincial se convirtió en una activista en defensa de los derechos de las mujeres víctimas de violencia de género. “Es parte de su sueño y la promesa en aquel momento fue que nadie la va a olvidar”, dijo Nelly el día que se inauguró la Casa Sandra Ayala Gamboa. “Hoy por hoy, Sandra va a realizar ese sueño que tanto quería, de poder ayudar a otras mujeres”.