Jésica Minaglia trabajaba como maestra de segundo grado y tenía 30 años. Vivía en Luis Piedra Buena, un pueblo de Santa Cruz.
El miércoles de la semana pasada su ex pareja, padre de su hijo de 3 años, llamó por teléfono a la policía:
-Está muerta -dijo.
En la casa había un fierro ensangrentado.
“Hace muy poco se había separado de su pareja que es policía. Ya no vivían juntos pero se veían por el hijo que tenían en común”, dijo a Cosecha Roja Silvina Comachi, que conocía a Jésica porque habían dado clase juntas en la Escuelita del Río. Además, Jésica era la actual maestra de su hija y estaban conectadas en un grupo de WhatsApp que servía de apoyo escolar desde la cuarentena.
La ex pareja de Jésica, Pablo Núñez, es un cabo de la Policía de Santa Cruz. Tiene 36 años y es el principal sospechoso de lo que la jueza Noelia Ursino investiga si fue un femicidio.
Según una versión del diario local La Opinión Austral, a Núñez lo encontraron “desmayado y ensangrentado en el cementerio de la ciudad. Hay un fuerte hermetismo en la cúpula policial por estar involucrado en la causa un efectivo de la fuerza”. Ahora está con preventiva.
Unos días antes la llamaba por teléfono y amenazaba constantemente. En una de las últimas llamadas le dijo “no me hagas hacer cosas que no quiero hacer”. La mamá de Jésica dijo que su hija no le dijo nunca que le hubiera pegado, pero que solía hacerse el malo prepoteándola.“Piedrabuena es una localidad chica y todo lo que tiene que ver con violencia de género siempre se ha escondido bajo la alfombra, es bastante difícil por la idiosincrasia del lugar”, cuenta Silvina, que integra el grupo Insurgentes, una junta feminista que visibiliza y denuncia casos de maltrato.
Desde el Plenario de Trabajadoras de Santa Cruz se sumaron al pedido de justicia: “Ante este nuevo femicidio decimos basta de impunidad y encubrimiento, ni una menos, el estado es responsable”, dijeron en un comunicado.
Para no incumplir con el aislamiento social, las Insurgentes llamaron a una acción de reclamo pegando en las ventanas #JusticiaxJesi #NiUnaMenos y los femicidios no se toman cuarentena.
También se pintaron las consignas en los barbijos, e hicieron una caminata por las calles principales, manteniendo un metro de distancia entre sí. Nadie en esta ciudad de 12 mil habitantes ignora que a Jésica la mataron.