Guillermina tiene dos años y desde hace veinte días sólo pregunta por su mamá, Paola Álvarez. Todos los días la abuela y los tíos le dicen que ya va a volver aunque no tienen certezas: no saben nada de la joven de 21 años desde el 6 de mayo. La última vez que la vieron estaba entrando a la casa de un amigo, Santiago Zambrani, uno de los tres detenidos por la desaparición.
Mónica, la mamá de Paola, contó a Cosecha Roja que lo que más le gusta a su hija es estar con Guillermina. No puede esperar a llegar a la casa del trabajo y de la escuela para verla y jugar con ella. La nena va al jardín a la mañana y después se queda con la abuela hasta la noche, que viene su papá a buscarla. Al otro día la rutina empieza otra vez sin su mamá. Las seños dicen que también pregunta por Paola en la salita. Está más mimosa y toda la familia está pendiente de que no se quede sola.
Antes de desaparecer, Paola estaba terminando el secundario en el Bachillerato Salteño para Adultos N° 7169. No le gustaba faltar y era una estudiante aplicada. En los últimos días se dedicó a preparar un proyecto sobre violencia de género, que debía entregar la semana pasada. A ella le interesó la problemática y participó de las marchas de Ni Una Menos que se hicieron en Salta.
Paola no vive con su familia, pero pareciera que sí. A su casa vuelve después de las 11 de la noche, sólo para dormir o para lavar la ropa de la nena los sábados. “Ella está casi siempre con nosotros. Sale mucho conmigo y con sus hermanos. Vamos al parque o a la casa de mi mamá”, contó Mónica. El papá de Guillermina, el ex de Paola, está viviendo con ellas hasta que consiga otro lugar. Según Mónica, se llevan bien y se separaron en buenos términos.
El 5 de mayo Paola le avisó a su mamá que llegaría más tarde pero que antes de la medianoche estaría de vuelta. Esa fue la última vez que Mónica habló con su hija. “Me quedé dormida después de que escuché un ruido, pensé que había llegado”, contó. Al otro día, el papá de Guillermina llevó a la nena a la casa de Mónica y le dijo que Paola no había vuelto. Mónica le mandó un mensaje preguntándole donde estaba. “Ella siempre avisa a qué hora vuelve y si se retrasa por algo”.
Paola no respondió y Mónica fue a trabajar. En el colectivo se acordó que tenía el teléfono de Santiago -el amigo- y le escribió: “¿Vos sabes algo de Paola? Anoche no volvió a casa”. Él respondió que Paola había estado con él, pero que a las 5 de la mañana salió corriendo de la casa por una broma que le había hecho. Al mediodía Mónica se fue del trabajo, todavía no tenía noticias de su hija. A las 3 de la tarde presentó la denuncia en la comisaría.
Las imágenes que la muestran a Paola por última vez son de las cámaras del cajero automático de la cuadra en la que vive Zambrani. Esa noche se la ve entrar a la casa pero no salir. A las 4.30 de la madrugada del 6 la madre del amigo llega a la casa en una camioneta Amarok negra, busca al hijo y salen juntos. Ambos están detenidos junto a Alfredo Zambrani, padre y esposo, quien contó un relato contradictorio. La justicia lo acusa de encubrimiento.
Los primeros análisis técnicos en el teléfono celular del acusado demostraron que antes de la desaparición de Paola, Zambrani buscó en Internet sobre cómo usar cloroformo y donde se podía comprar. También hizo una extraña publicación en Facebook despidiéndose de Paola, casi al mismo tiempo en la que buscaba que efectos tenía el sedante Diazepam y qué pasaba cuando se mezcabla con alcohol.
Ayer, la familia de Paola volvió a marchar. Exigen que Paola aparezca con vida, y que los Zambrini digan que pasó.
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