Por Javier Sadir – Colectivo La Palta .-
La primera vez que Soledad Deza se interesó por casos de violencia hacia las mujeres fue cuando eligió hacer una maestría en género en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. La abogada egresada del colegio católico Santa Rosa conoció el feminismo desde lo teórico. Desde ese lugar de comodidad donde todo lo que se lee se siente distante. Desde ese lugar de hija de abogada que no tiene que empezar de cero para hacer carrera. Desde ahí, Soledad se encontró con el caso de María Magdalena, una joven de 26 años, de escasos recursos, que fue denunciada por dos médicas de la Maternidad de Tucumán Nuestra Señora de las Mercedes ante un aborto en curso. Soledad auspició la causa de la mujer que fue sometida a violencia obstétrica y violación del secreto profesional. Una mujer que desconocía estar embarazada, que negaba haberse sometido a un aborto, que estaba bajo tratamiento por una patología biliar y que utilizaba un método anticonceptivo inyectable por recomendación del Centro de Asistencia Primaria de Salud. Esa historia, esa causa, esa vida generó un antes y un después en Soledad. Esa fue la primera causa que le quitó el sueño, le dio impotencia y le valió lágrimas. “Fue la causa en la que me comprometí y la que me llevó a sentir que una pelea con un sistema en el que no son solo los argumentos jurídicos, no solo es el derecho, sino que hay una cosmovisión y un entramado detrás de todo. Sentí la asimetría a la que somete el poder judicial a las mujeres pobres”, cuenta Soledad.
Un llamado fue la chispa. Un testigo que debía declarar en un juicio en el que una chica estaba imputada por un aborto. A esa persona le dijeron que Soledad trabaja con este tipo de casos y que la podría asesorar antes de declarar. Así, de casualidad, la abogada Deza conoció el caso de Belén. El testigo la llamó por la mañana con la intención de conocer hasta donde estaba comprometido con el secreto profesional. Confidencialidad. Una consulta personal. Soledad le dijo que no podía atenderlo porque no le daban los tiempos. Las clases que empezó a dictar en la cátedra libre de género la dejaban sin tiempo para más compromisos. Cortó el llamado.
“Mi familia me acompaña, pero hay casos que no te permiten dividir el trabajo de tu vida”, sostiene Deza. Esta abogada lleva a la mesa familiar las causas de las mujeres que defiende. Una familia católica que le dio los sacramentos del bautismo, la comunión y hasta la confirmación. Por eso, Soledad se define como una católica que lucha por las cosas que cree justa. Integrante de la asociación feminista Católicas por el derecho a decidir, mantiene una disidencia con las jerarquías católicas. Para ella no forman parte de los dogmas de la iglesia los que se focalizan en autorizar, legitimar o deslegitimar algún tipo de moral sexual. Soledad cree que cada persona, en base a la propia libertad de conciencia, es la que está en mejores condiciones éticas de tomar las decisiones que tienen que ver con su propia vida. Eso, para ella, no puede generar una reprobación en torno de pecado y no tiene que ver con las enseñanzas de la iglesia, sino con un avance del tiempo.
Por la tarde, el testigo volvió a llamar. “Yo no te dije que este caso tiene una chica presa desde hace dos años”, le dijo a Soledad. Ella se paralizó y solo atinó a preguntar “¿cuándo es el juicio?”. Se fue a la audiencia, averiguó. El juicio pasó a cuarto intermedio hasta la siguiente semana y Soledad vio que esa era la oportunidad para acercarse a Belén. El sábado se fue a la cárcel y no pudo entrar, pero dejó una tarjeta y solicitó que le avisaran a Belén que la quería ayudar. Belén la llamó esa noche.
Fue en el Hospital Avellaneda de Tucumán donde Belén ingresó con dolores abdominales y sufrió un aborto espontáneo, como consta en su historia clínica. Un feto encontrado en el baño por una enfermera se relacionó con el aborto de la joven. La denuncia del personal médico terminó con la detención de la chica en el hospital. Luego del juicio oral, la Justicia falló que se trató de un homicidio y Belén quedó sentenciada a ocho años de prisión.
El domingo 17 de abril fue uno de esos días grises. Con frío y lluvia, Soledad llegó a la cárcel de mujeres temprano para reunirse por primera vez con Belén. Se encontró con una mujer culpabilizada, que desconocía sus derechos y que sentía que nada podía hacer para demostrar su inocencia. Llanto, mucho llanto. Cuatro horas estuvo Soledad y en ese tiempo la abogada habló del caso de María Magdalena y le explicó a Belén que la única víctima en el caso era ella.
La justicia, para Soledad, es sin duda patriarcal y conservadora. Un poder judicial que se ensañó con Belén, ante un fiscal que no archiva una causa que cuenta con precedentes de otra causa similar, como la de María Magdalena. Y a esto se suma el sector de la salud pública, el Poder Legislativo que no adhiere a las leyes como la de salud sexual y el Poder Ejecutivo que no hace una bajada de línea al respecto. Soledad ve con esta causa cómo la forma de actuar en base a cosmovisiones morales genera inconsistencias en la investigación y viola las garantías procesales. Por eso sostiene que no se puede buscar la verdad material basándose en prejuicios morales. “Yo creo que todos somos en cierta forma operadores del derecho. También la gente común forma el discurso del derecho. No es solamente una norma o una sentencia. Yo sobrevivo pensando que yo también formo parte y pienso distinto. Y, como yo, mucha otra gente también piensa distinto”, comenta Deza y asegura que “las mismas pruebas para darle la libertad a Belén estaban en el expediente”.
El momento más duro para Soledad no fue en cárcel, sino en la galería de su casa. Ese sábado a la tarde estaba con su marido, también abogado, cuando leyó el expediente. Y a él le comentó: “No puede ser cómo le tiraron el aparato encima a esta criatura”. Leyó, releyó, anotó y lloró. Dos cuerpos de expedientes que la marcaron. “A nosotros cuando nos forman como abogados nos hacen ver que las causas quedan reducidas a expedientes. Es todo un ejercicio entender que detrás de los expedientes hay personas”, manifiesta Soledad. Detrás de ese papel estaban los cinco minutos que hicieron que Belén vaya presa, las tres horas que hicieron que ella esté con custodia policial y una autopsia mal hecha que la imputó por homicidio. Momentos de la vida de una persona que interrogaron a Soledad sobre la injusticia.
El sostén de la abogada en la lucha fue la mesa de apoyo por la libertad de Belén. Esta mesa encontró a más de 40 organizaciones sociales, agrupaciones de género, sindicatos, movimientos feministas y estudiantiles que pusieron el cuerpo a la visibilización de la causa. Soledad siente que sin el apoyo de esta mesa jamás se habría conseguido justicia y considera que “esta mesa pudo sobreponer una demanda de un derecho puntual de las mujeres y sobreponerse a las lógicas patriarcales. Fue un ejercicio de ciudadanía muy fuerte”.
Cuando Belén estaba esperando el oficio para recuperar su libertad, luego de que la Corte Suprema de Justicia de Tucumán ordenara su inmediata liberación, Soledad vivió un momento insólito. La abogada en un intento por resguardar la identidad de su defendida ante los medios de comunicación, le sugirió que se colocara una máscara para salir infiltrada con otra chica, de manera que no pueda ser identificada. Ante esto, la directora del penal le ordenó a Belén no acceder a la estrategia orquestada por la mesa de apoyo. “Vos no te vas a poner la máscara. Vos vas a salir con la frente en alto y tu cara al descubierto”, persuadió la directora. Tensión y nervios ante la presión de los medios y la necesidad de evitar la exposición de la joven. “Mire, Belén va a salir como quiera”, dijo Soledad a la directora. Insistencias. “Yo le digo lo que va a pasar cuando llegue el oficio: usted no le va a dar ninguna orden”, se plantó Deza y agregó “cuando ella sea libre, usted no le va a dar ni una orden más. Entonces ella sale como tiene ganas”.
Un día después de que se haya ordenado la inmediata libertad, Belén salió de la cárcel. Afuera la esperaban periodistas desesperados por captar el momento y el rostro de la joven. La máscara fue el elemento que la resguardó. Soledad sintió que todo eso representaba una carrera de obstáculos, porque no se la hicieron fácil. A pesar de eso, la salida para Deza fue impagable. La barrera generada por las integrantes de las organizaciones de la mesa de apoyo para la libertad de Belén permitió que el derecho a la identidad no se vulnere. “La prensa alternativa local le dio un tratamiento mucho más respetuoso. Incluso desde los medios nacionales hubo un apoyo. Pero los medios hegemónicos locales cristalizaron la alineación de los sectores conservadores que detentan el poder”, dice Soledad.
Si se le pregunta a la abogada Deza qué significa para ella la libertad responderá que la libertad es el bien más importante que tiene la sociedad, pero a la vez es un gran signo de pregunta. Porque para Soledad la libertad no siempre depende de lo que uno decide en término de autogobierno. “Casos como este nos demuestran que hay distintas libertades. Que la libertad tiene una trama distinta según el lugar donde uno esté parado. Es un punto de partida, pero también una gran meca. El gran interrogante es cuál es la verdadera libertad y hasta dónde son verdaderamente libres las personas que no cuentan con los conocimientos acerca de qué derechos tienen. Que no cuentan con los recursos simbólicos para poder defender sus derechos, ni con las necesidades básicas cubiertas. Tenemos una constitución que dice que somos todos libres e iguales. ¿Lo somos?”
Hoy la causa de Belén sigue pendiente del recurso de casación para rever su condena. La defensa de Belén cuenta con el dictamen favorable del ministro fiscal, que toma las líneas que la defensa de Belén tomó como argumentos en la casación. Según estos argumentos, la causa es nula desde fojas uno, a consecuencia de la violación de confidencialidad médico/paciente. Por otro lado, toma los cuestionamientos referidos al cuadro probatorio como la edad gestacional del feto y las contradicciones de las pruebas y testimonios.
Ante esto, la mesa de apoyo por la libertad de Belén organizó un abrazo simbólico para el viernes 16 de septiembre frente al Palacio de Tribunales. Allí se exigirá la absolución de la condena que deje intacta la inocencia de Belén.
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