Cosecha Roja.-
Un grupo de antropólogos encontró esta mañana pequeños restos óseos que estaban en una casa abandonada en 10 y diagonal 77, La Plata. Aunque todavía no se sabe si son de humanos o de animales, los investigadores los lavaron y los guardaron para analizar si pertenecen a Miguel Bru. En esa misma zona vivían los amigos y compañeros de facultad del estudiante de periodismo desaparecido en 1993. “Sería muy perverso si llegaran a encontrarse los restos ahí, sería muy macabro saber que alguien dejó el cuerpo bajo los pies de esos chicos”, dijo a Cosecha Roja Pablo Morosi, periodista y autor de ¿Dónde está Miguel? El caso Bru, un desaparecido en democracia.
La casa de 10 y diagonal 77, que está por ser demolida para hacer un edificio, queda a tres cuadras de La Escuelita, la antigua sede de la Facultad de Periodismo ubicada en 44 entre 7 y 8. “Toda la zona era muy requerida por quienes estudiaban ahí, era muy cerca. La diagonal entre las plazas Italia y Belgrano estaba llena de casas, casitas y pensiones que alquilaban los pibes de periodismo”, contó Morosi.
En la esquina siguiente -sobre diagonal 78- vivía el actual diputado Gastón Harispe con su hermano. Del otro lado, compartían casa los periodistas Cristian Alarcón y Josefina Giglio. En ese recorrido se hicieron las primeras reuniones del grupo que militó por la aparición de Miguel Bru. Cuando Rosa llegó al lugar también recordó la zona que había recorrido para buscar a su hijo. “No me digas que estábamos ahí, tan cerca, a media cuadra”, les dijo a los amigos que la acompañaron durante el operativo que comenzó el jueves pasado y continúan mañana.
Rosa Bru es cauta. La pista que inspeccionan la justicia es la número treinta y siete y no es la primera en la que encuentran huesos. Una vez aparecieron en una escuela del barrio de un ex comisario. Otra vez cerca de la casa que Miguel cuidaba antes de desaparecer. Ambas veces el ADN dio resultado negativo.
Esta vez la noticia llegó como un rumor de un joven que se acercó a la familia Bru. “En 10 y 77 hay una casa que está abandonada, adentro hay un Falcon, ahí tienen algo que ver con Miguel Bru”, le había dicho una mujer al muchacho. Él se puso a investigar, pasó varias veces por el lugar y nunca vio nada. Hasta que un día apareció la camioneta a la que se refería la señora. Lo inquietó el recuerdo de aquella conversación y llegó con la información hasta la fiscalía y a la puerta de Rosa y su marido.
El jueves pasado un equipo de Gendarmería encabezó un operativo con georadares. La casa quedó bajo custodia de caballería y esta mañana volvieron con una retroexcavadora. “Me negaban a que lo hicieran con una máquina pero era necesario por las condiciones en que estaba la tierra: había escombro, chapas, basura, latas, maceta, fuentones”, contó a Cosecha Roja la presidenta de la Asociacion Miguel Bru.
El análisis de los restos óseos está en manos de los antropólogos forenses del Museo de La Plata. No lo puede hacer la policía porque hay oficiales condenados por la desaparición de Miguel Bru. Según el fiscal Fernando Cartasegna, no se sabe aún si los huesos son de animales o humanos: “se van a ir clasificando y se van a ir enviando a la asesoría pericial”. Mañana a la mañana continuará el rastrillaje.
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En 1993 Miguel Bru denunció que la policía había allanado ilegalmente su casa. Desde ese día las amenazas y las persecuciones no cesaron. El 17 de agosto de ese año cuidaba la casa de unos conocidos camino a Magdalena. Por algunos meses ese fue el último rastro que tuvieron de él sus compañeros. Miguel había desaparecido. Nadie quería creer en la hipótesis de que la policía estuviese involucrada.
Con el correr de los días se fueron abriendo distintas puertas, distintos relatos y entonces lo supieron: Miguel había sido torturado y asesinado en la comisaría novena. Fueron algunos de los detenidos esa noche en la comisaría quienes con sus testimonios ayudaron a que sus asesinos fueran encarcelados.
Dos policías bonaerenses fueron condenados a cadena perpetua por el asesinato de Miguel: Walter Abrigo y Justo López. Uno de ellos murió y el otro -después de negarle dos veces la condicional- fue liberado. El pacto de silencio que trazaron esa noche los bonaerenses de la comisaría novena no tuvo ni tiene una sola grieta. Nada se supo del cuerpo de Miguel.
Fotos: Télam
Nota publicada el 14/10/2015
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