Por Carolina Rojas N. – Cosecha Roja .-
Al asesino de Daniel Zamudio, los otros reos no le decían Pato Core. Lo llamaban Walala, una deformación del nombre de aquel niño gordo y rapado de un dibujo animado chileno. Quienes conocieron a Patricio Ahumada (25) en la torre tres del presidio de San Miguel lo describen como a un joven tímido y retraído, sobre todo cuando hablaba con las chicas trans.
Silvia Parada, dirigenta de Traves Chile, convivió con él en el encierro. Recuerda que era curioso respecto a la sexualidad de las transgéneros, pero que cambiaba su forma de ser si estaba con amigos. Sólo entonces dejaba escapar toda su homofobia. “Yo creo que tenía muchos conflictos con eso”, cuenta Parada.
Pato Core esperaba que se bañaran todos los reos y se aseaba último para no tener contacto con algún interno homosexual o travesti. Cuando miraban la teleserie nocturna y aparecía una escena sexual entre dos hombres, el Walala decía “Que asco, mataría a estos caballos”, que es como se le llama a los homosexuales en la cárcel.
A pesar de que conversaba con Silvia y otras internas travestis, de pronto le bajaba un odio repentino contra ellas y subía el volumen del televisor para despertarlas. “Nosotras no lo pescábamos porque sabíamos que era problemático y que contaba con el apoyo de algún capitán”, agrega.
Los presos lo consideraban un mitómano: contaba que era un joven adinerado, que las gendarmes se desnudaban delante de él para provocarlo y que afuera lo esperaban muchas mujeres. Estaba preocupado de su apariencia. Tanto, que varios de sus delitos tuvieran que ver con ello: fue detenido tres veces por la policía mientras robaba ropa de marca en locales comerciales del centro y del barrio alto.
En el encierro también hablaba de las barridas -golpizas a homosexuales y travestis- que salía hacer con sus amigos neonazis que lo esperaban afuera.
Tiempos violentos
Pato Core nunca tuvo un buen pasar. Su padre era un humilde carpintero. Él vivía con la madre en Cerro Navia, una de las comunas más pobres de Chile. A los 16 años lo sorprendieron deambulando en la calle con un bate de béisbol alterado con clavos para hacer más daño. No alcanzó a usarlo.
Cuando cumplió los 18 ya sumaba 14 detenciones, cuatro juicios por robo, asaltos con intimidación y violencia. Su primera condena de mayor fue un robo que cometió el 29 de marzo del 2007, en un sector acomodado de Santiago. A la policía le llamó la atención la violencia que usó para amedrentar a su víctima, un joven al que golpeó con las manos y los puños.
El 8 de diciembre del 2010, la cárcel donde estaba preso se quemó. Fue una de las tragedias más grandes ocurridas en Chile, con 81 presos calcinados. Después del incendio, Pato Core fue trasladado a Colina I, donde supuestamente terminaría de cumplir su pena.
Hace una semana, salió a la prensa que obtuvo su libertad quince meses antes de lo que le correspondía. En septiembre del 2011 se le dio salida dominical y como cumplió, a fines de enero, Gendarmería le otorgó otro beneficio carcelario: dormir de lunes a jueves en el recinto penitenciario y salir los fines de semana.
Un sapo neonazi
En la cárcel era el encargado de limpiar las piezas y la oficina de los gendarmes y oficiales. Los demás presos lo consideraban “sapo”: un delator. “Era el hombre de confianza de los altos mandos de gendarmería y vigilaba que no hubiera tráfico de drogas o peleas”, recuerda Parada. “Era distante con los demás presos: estaba encargado de informar todo lo que sucedía”.
En algún momento se convirtió al evangelismo. A Silvia y a Denisse, otras dos trans, les quedó grabada la escena de su conversión. “Lo hicieron comer en el baño, era como una prueba. Generalmente, cuando los presos tienen miedo o tienen algún problema se meten a evangélicos”, dicen.
En Facebook aún se puede ver sus álbumes de fotos. Llama la atención uno titulado“Ocio”. Allí Pato Core aparece posando de brazos cruzados, cabeza rapada y vestido de negro, en una actitud intimidatoria. También se puede comprobar lo que hacía los fines de semana que salía en libertad. El 22 de enero comentó en la red social: “El próximo domingo aviso cuando me lanzo”, lo que en Chile quiere decir que saldría de fiesta. El 29 de enero escribió “Con flor de caña hoy después de 4 años sin saber lo que era eso. Saludos a todos”.
Entre las frases sueltas y a veces ininteligibles que posteaba en Facebook, hay sólo una oración de cariño. “Hoy hace 8 años nació el ser que cambió la vida por completo y al cual le debo mucho más de lo que algún día queda darle, te amo”. Se la dedica a uno de sus retoños. Silvia Parada recuerda que Pato Core siempre decía “que su mayor miedo en la vida era que un hijo le saliera gay”.
En la madrugada del 3 de marzo, junto a su grupo de amigos torturó y asesinó a Daniel Zamudio. Sus compañeros declararon que Pato Core fue el más cruel de todos. Lo acusan de haber sido el que le grabó con el gollete de una botella las esvásticas en la piel.
Hace una semana, mientras se encontraba en el modulo de arresto preventivo, el asesino de Zamudio recibió dos heridas cortantes: una en el tórax y otra en el antebrazo. Tuvo que ser trasladado a enfermería. Dicen que no delató a sus agresores.
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