Ricardo Nidd camina de un lado al otro de la oficina de decanato de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Desde que se levantó, su teléfono no para de recibir llamados de medios de todo el país. Mientras habla, rodea la enorme mesa ovalada donde desde hace casi cien años el Concejo Directivo se sienta a debatir y votar lo que considera mejor para la formación de un estudiante de medicina. En menos de 72 horas, más de diez mil mails entraron en la casilla de contacto de la casa de estudios. Con distintos destinatarios, todos tenían el mismo texto copiado y pegado. Y un pedido. Que la facultad dé marcha atrás con la decisión que, en esa misma mesa y de manera unánime, aprobó que en el segundo cuatrimestre se imparta una materia electiva sobre aborto. Es la primera cátedra que incluye esa palabra y sólo eso alcanza para que se enciendan los apoyos y rechazos. “Lo que molesta es el debate que esto está generando”, dice el decano Nidd, entre cansado y entusiasmado. Para las docentes que la idearon y propusieron, hablar del aborto en el ámbito académico es una conquista del creciente movimiento de mujeres argentino. “Discutir sobre esta problemática es una deuda que tenemos como país democrático”, sostiene Raquel Tizziani, una de sus titulares y miembro de la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir.
El 4 de mayo pasado, el Concejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas aprobó el dictado de la materia electiva “El aborto como problema de salud”. La iniciativa había sido presentada un año antes por las doctoras María Paula Blotta y Raquel Tizziani, junto con un equipo de mujeres integrantes de la Red por el Derecho a decidir. En octubre, la casa de estudios pasó por una jornada de debate que fue clave para la votación unánime de la asignatura. Pero para las titulares de la flamante cátedra, la aprobación no hubiese sido posible sin el marco de los debates que se vienen dando en el movimiento de mujeres. “Muchas de nosotras nos consideramos feministas y queremos que se garanticen los derechos sexuales de las mujeres. Para eso es necesario que los profesionales de la salud estén capacitados”, explicó a El Ciudadano Tizziani.
En las clases de dictado semanal no se hablará sólo de aborto, sino que se tratará la salud sexual y reproductiva de manera integral y social. Para la docente, las opiniones responden a las mismas voces que a lo largo del tiempo se han manifestado en contra del aborto. “Son los sectores eclesiásticos que desde hace siglos sostienen el aborto como tema tabú y buscan controlar el cuerpo y la sexualidad de las mujeres. Y, en esta doble moral, amparan un negocio clandestino de miles y miles de pesos”, expresó Tizziani y agregó: “Todos sabemos que los abortos existen y se hacen igual en la ilegalidad. Y las mujeres que se mueren son las pobres. Desde la medicina sostenemos que la muerte por aborto es absolutamente evitable”.
La palabra
La problemática del aborto no estaba exenta de la currícula de un estudiante de medicina. Pero esta es la primera vez que una cátedra lleva en su nombre la palabra que, de sólo mencionarla, abre la discusión. “La palabra aborto es una mala palabra y consideran políticamente correcto hablar de interrupción legal del embarazo. Nosotras creemos que hay que llamar a las cosas por su nombre para empezar a entenderlo como un problema social que atraviesan las mujeres”, dijo Tizziani.
La facultad, a la vanguardia
Detrás de la primera materia en la que se discutirá sobre aborto dentro de una facultad de medicina argentina hay un paradigma. Según el decano Ricardo Nidd, el plan de estudios bajo el cual se forman los estudiantes en Rosario, y que fue aprobado en 2001, parte de un eje epistemológico en el cual se entiende al médico como sujeto social y a las patologías como parte de un entramado también social. “En segundo año se dicta una materia obligatoria que se llama «Sexualidad, género y reproducción». Y que se aleja de la visión de la sexualidad biologicista, basada en el hombre y la mujer como órganos reproductivos, que tuvo durante mucho tiempo la medicina. Los estudiantes discuten sobre género, identidades, deseos”, explicó Nidd.
Según el decano, desde hace años la facultad se propuso ser parte de los debates sociales y la aprobación de esta materia responde a ese objetivo. También consideró que las movilizaciones de mujeres fueron fundamentales en la legitimación. “Las movilizaciones incitan al debate, no se terminan en la cantidad de adherentes. Los que venimos de las luchas sociales sabemos que las movilizaciones generan impactos en la agenda pública”, dijo.
Repercusiones
Nidd se mostró sorprendido por el estado público que tomó la materia. Recordó que en la provincia está vigente la ley 13.348 y los protocolos de actuación en casos de aborto no punible y que los estudiantes tienen que formarse en un tema que es un problema de salud. Remarcó que, más allá de las opiniones disidentes, llegaron a la facultad apoyos de diferentes instituciones de la sociedad civil. “La materia se va a dar, no importa la cantidad de mails en contra que lleguen”, dijo e invocó la autonomía inapelable de la universidad pública.
Por lo pronto, la cátedra del aborto generó no sólo cobertura mediática. Cientos de consultas de estudiantes llegaron a la casa de estudios manifestando el interés por el cursado. Por ahora, el cupo es para 80.
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