Sea cual sea la razón por la que empezaste a leerme, te pido que no te detengas, aunque no seas víctima de abuso o nunca te haya interesado hablar de esta realidad. Por el contrario, si formas parte del alto porcentaje de víctimas de violencia de género (abuso/acoso), estos consejos, basados en mi experiencia, son para vos.
Cuando tenía nueve años fui abusada. Pasó en mi casa durante dos años en los que un primo vivió con nosotros. Él fue quien abusó de mí. Nunca logré recordar con exactitud cómo fueron aquellos tiempos. De hecho, hasta que cumplí 15 años, lo olvidé. Una parte de mi vida fue borrada involuntariamente de mi memoria explícita. Hasta que un día todo lo que había reprimido para poder sobrevivir golpeó la puerta de mi consciencia. Ya no estaba en peligro y podía permitirme recordar. Habían pasado seis años de aquella vivencia traumática.
Es muy importante que te escuches cuando eso pasa, por más doloroso. Es necesario nombrar y poner palabras al episodio que genera tanta angustia para poder desatar el nudo. Yo empecé escribiendo. Después hablé con dos personas que fueron claves en aquel entonces: una amiga que me hizo entender la importancia de contárselo a mi mamá, y un amigo que en el momento indicado me dijo algo que me salvaría para el resto de mi vida, “No todos los hombres son iguales”.
Hablé con mi mamá con la luz apagada. No sabía cómo mirarla a los ojos (como si yo hubiera hecho algo malo), no sabía cómo decirle lo que había pasado, no encontraba la forma, pero ella, dando la importancia y el tiempo necesario, me ayudó a hablar. De inmediato se lo contó a mi papá y a mis hermanos. Todos ellos me acompañaron y ayudaron a atravesar el sufrimiento y la tormenta que vino después.
Hablá, no importa cómo. Buscá a tus seres queridos, amigos, familia, compañeros. Respetá tus tiempos. Buscá ayuda profesional, en mi caso hacer psicoanálisis fue esencial (y lo sigue siendo). Confiá en vos misma y en los demás. Yo sé muy bien lo difícil que es volver a creer una vez que tu confianza fue traicionada. Pero necesitas hacerlo para seguir adelante. No dejes de buscar ayuda hasta que la encuentras, la vas a encontrar. No te quedes con las personas que no te escuchan. Hoy existen numerosas instituciones que dan asistencia a víctimas de abuso, recurrí a ellas.
No sientas vergüenza y no tengas miedo. Denunciá pública y judicialmente cuando te sientas fuerte y segura como para hacerlo. Los delitos de abuso sexual a menores de 18 no prescriben. Y sobre todo, no odies porque el odio requiere de un gran esfuerzo y absorbe todas tus energías. Enojate, protestá, gritá, llorá, luchá, pero no odies porque el odio se puede llevar tu vida. Sos fuerte y vas a poder salir adelante, convencete de esto. Todos nacemos con un mecanismo autorregulador que nos acompaña a enfrentar la adversidad. En psicología existe el término Resiliencia: un proceso dinámico y constructivo en el que yace la capacidad de los seres humanos de superar y salir fortalecidos de situaciones traumáticas. Te aseguro que es posible transformar las adversidades en oportunidades para el desarrollo personal, yo lo hago todos los días. Intento siempre superarme a mí misma, busco hacer lo que me da alegría en la vida, estudio, escribo, viajo. Ya no tengo miedo a vivir ni a salir de la baldosa porque ya estuve en peligro y aprendí que lo peor puede pasarme en cualquier lugar del mundo, incluso en mi propia casa.
Asumir traumas y enfrentarlos nos aporta el poder de despertar nuevas consciencias.
Hoy tengo 28 años y puedo elaborar mi historia desde otro lugar. Todavía me cuesta mucho hablar de esto y aún tengo traumas físicos y psíquicos. Vivo en estado de alerta, aunque no se note. Cuando un varón se me acerca un poco de más en el subte o en el colectivo, o me dice algo por la calle, lo miro amenazante. “Ni te atrevas”, dicen mis ojos.
No me quiero callar, por más dolor que me cause, quiero hablar para todos los que estén dispuestos a escuchar. Me cansé de los silencios. Hablo por mí y hablo por vos.
Vivimos inmersos en un sistema patriarcal en el que la violencia hacia las mujeres es cotidiana, sistemática, está normalizada y se repite en todos los ámbitos sin distinción de clase. Por eso, tenemos que levantar la voz bien alto para que el mundo entero nos escuche. Es necesario cambiar de paradigma y dejar de reproducir este modelo. El Estado tiene que hacerse presente, implementar políticas, crear registros, educar y garantizar el acceso de las víctimas a la justicia.
Y vos, varón o mujer, prestá atención a tu alrededor, no hagas chistes con esto, no naturalices la violencia, el acoso y el abuso. Abrí bien los ojos porque esto le puede estar pasando a tu novia, a tu hermana, a tu hija, a tu madre, a tu amiga o a cualquier mujer, la conozcas o no. No es necesario tener un vínculo con la víctima para brindarle ayuda y enfrentar esta problemática que es asunto de toda la sociedad.
Vos desde tu lugar y yo desde el mío podemos construir una nueva manera de estar en el mundo.
Hablemos de esto. Que se escuchen nuestras voces. De una vez por todas, hagámonos cargo de lo que ocurre e interpelemos al sistema patriarcal que seguimos respirando a pesar de tantos gritos.
PD: Desde este humilde lugar quiero agradecer a mi mamá por enseñarme la importancia de alzar mi voz, por darme la mano para salir al mundo y por escucharme, siempre. A mi papá, que lo extraño cada día, por enseñarme a defender mis derechos y a no dejar que nadie derribe mis sueños. A mi hermana mayor por su lealtad y por enseñarme que a veces es necesario decir que “No”. A mi hermano por ser tan generoso y enseñarme a valorar la sencillez de las pequeñas cosas. A mi hermana por prestarme siempre su hombro, por su comprensión, y por enseñarme que los grandes esfuerzos dan sus frutos. A todos ellos, por el amor incondicional, los amo.
Foto: Marlene Bergamo/Folha Imagem
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