Por Alejandra Carmona y Carolina Rojas
Tenían fe. O al menos eso buscaban en la entrada de Casa Piedra, un salón de eventos decorado con una pequeña escalera y un cartel. Una frase flanqueada por el dibujo de un gato negro decía: ¿Se atreve a pasar? Muchos decidieron esquivarla. Era martes 13.
La metáfora sería explicada pasadas las siete de la tarde por el presidente del gremio empresarial, Roberto Fantuzzi, quien invitaba a los empresarios y autoridades presentes en la cena a hacer gestos de osadía frente al mercado, a alimentar el vértigo del riesgo. Mientras, los asistentes lo miraban y hacían guiños de aprobación en medio de una cena regada de comida y de premios para todos.
Hubo una bicicleta para el ministro de Energía Andrés Rebolledo y una peluca de Donald Trump para José Miguel Insulza, precandidato presidencial, quien se negó a usarla pese a los gritos del público. Todo era jolgorio, incluso cuando el ministro de Economía Luis Felipe Céspedes subió al escenario por su premio: una muñeca inflable con un papel pegado en la boca y escrito con la frase-espaldarazo del club de Toby empresarial “Para estimular la economía”. “Es como las mujeres, hay que estimularlas”, le dijeron.
Todos se rieron. Nadie protestó. Menos los empresarios que habían sido recibidos en la puerta por una mujer escultural y bronceada, que el gremio había contratado como principal recepcionista de los invitados a la ceremonia. Era solo una más en medio del resto de modelos que tradicionalmente asisten a la cena de la industria, con trajes ajustados y escotados, un gancho que parece ser atractivo para los integrantes del gremio.
La costumbre hizo que sólo hubiera vítores, gritos y aplausos. Incluso la prensa no reparó en la situación. Había cámaras, pero sólo un periodista de Radio Bío-Bío atinó a sacar fotos del ministro posando con la muñeca inflable.
“Es sólo un gesto”, lo defendieron algunos en las redes sociales. Pero a veces un gesto lo es todo. El machismo en Chile sigue muy activo mientras los femicidios ya cierran en 50 este año y la brecha salarial entre hombres y mujeres es de 31,6 por ciento. En medio de ese cuadro, casos como estos aparecen así, normalizados en la política o en el ámbito laboral. Para muchos, los ejemplos más evidentes del machismo en la política fueron los dos momentos en que Michelle Bachelet fue candidata y luego presidenta de Chile respectivamente: en ambas ocasiones, recibió comentarios comentarios peyorativos sobre su contextura física o su forma de vestir en los medios de comunicación o las redes sociales.
Otro ejemplo calcado al de la “muñeca gate” es la Expomin, reunión anual de Codelco, un encuentro internacional de negocios donde asisten varones y mujeres. Allí, todos los años, las recepcionistas son modelos con muy poca ropa, y el sexismo llega a tal nivel que algunos nightclubs se ubican afuera para entregar descuentos a los participantes. Como si se tratara de un evento discotequero y no de una feria internacional de negocios.
Carolina Valenzuela, psicóloga experta en género de la organización Hay Mujeres, mira la foto en un diario online donde aparecen los siete hombres posando alegres con la muñeca de látex. “¡Qué sonrisas más cómplices!”, dice y se sorprende de que no exista ninguna reacción de rechazo, alguna repercusión en el grupo, que parece más una tropa de varones en una despedida de solteros que autoridades ilustradas. Por el contrario, todo es broma chinchosa. Entonces, Valenzuela explica a Cosecha Roja que mientras hay retórica sobre la violencia de género en Chile, lo más peligroso de esa imagen es que la violencia de género se limita solo a eso: a la retórica.
“Un gesto así nos deja como país machista, nada más que decir”, dice. Y agrega: “Si te fijas en la fotografía, en ese momento ninguno de los hombres logra ver que en ese gesto hay un acto de violencia. El humor es una forma soslayada para decir cosas y que finalmente terminan dañando el tejido social, porque la violencia no se puede permitir en una situación, por muy básica que parezca”.
Apenas las fotografías comenzaron a circular por las redes sociales, los usuarios de Twitter estallaron de ira. Una molestia que se hizo aún más presente cuando en la mañana de este miércoles la presidenta Michelle Bachelet escribió en su cuenta: “La lucha por el respeto a la mujer ha sido un principio esencial en mis dos gobiernos. Lo ocurrido en la cena de Asexma no se puede tolerar”.
“Pedimos perdón: Tengo esposa, hijas y nietas, jamás la intención fue generar violencia contra la mujer #Asexma”, se excusó Roberto Fantuzzi, el dirigente gremial a través de su cuenta en Twitter. El ministro se disculpó esgrimiendo que se vio sorprendido por el regalo.
Para Valenzuela en ese acto y en la desidia de los presentes hubo un retroceso en la conciencia sobre la inequidad de género. “En este caso son autoridades masculinas, es un más grave aún. ¿Qué significa un gesto público de este tipo y cómo este acontecimiento invade el tejido social? En otros países no se permite que el chiste sea sobre una mujer, recordemos que el humor es el arma subterránea con que se llega a las personas”, concluye.
Chile ocupó el lugar N°73 en equidad de género en 2015 y ha retrocedido siete puestos desde 2014 (cuando figuró en el lugar N° 66) en el último informe del Foro Económico Mundial (Global Gender Gap Report, 2015), superado en Sudamérica por Bolivia (22), Ecuador (33), Argentina (35) y Colombia (42).
El gremio encabezado por Fantuzzi acostumbra a entregar presentes en sus cenas anuales, generalmente objetos con cierto tono humorístico y es así como se volvió a excusar hoy. “Es grave, pero no para este revuelo”, fue la frase con que dio por zanjada toda la polémica. Mientras tanto, la foto de los siete hombres sonrientes con la muñeca inflable da vuelta al mundo. Así se reafirma, que en la batalla contra el sexismo, Chile no obtiene medalla ni de cartón.
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