Las tres cosas pasaron casi al mismo tiempo. El represor Miguel Etchecolatz salió de su prisión domiciliaria sin custodia ni esposas. Varios transeuntes lo fotografiaron bajando de una camioneta blanca, al parecer mientras iba al médico. Casi al mismo tiempo, el diario Tiempo Argentino publicó una investigación contando que en el Museo de Casa Rosada incorporaron atributos personales de distintos dictadores. Y el presidente del bloque de diputados del PRO, Nicolás Massot, dijo que las víctimas de la dictadura no quieren cerrar el tema porque obtienen “algún rédito” de eso y pidió una “reconciliación” con los genocidas.
Nora Cortiñas no quiere reconciliación ni perdón. Fotografía por Sebastián Hacher
1. Reconciliación y perdón es impunidad
“Vamos a seguir buscando memoria, verdad y justicia. Estamos empeñados en mostrarle al mundo que Argentina no olvida ni perdona”, dijo a Cosecha Roja Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Tras la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final la justicia dictó 200 sentencias por delitos de lesa humanidad. Según un informe de la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad hay 856 represores condenados.
“Cuando se habla de reconciliación y perdón lo que se busca es promover amnistías, indultos y conmutaciones de penas para los genocidas. Lo que busca es la impunidad”, explicó a Cosecha Roja Alan Iud, abogado de Abuelas de Plaza de Mayo.
2. Robo de bebés
En 40 años de lucha las Abuelas de Plaza de Mayo lograron restituir la identidad de 127 nietos apropiados durante la dictadura. “Todavía hay más de 300 nietos que continuamos buscando. Son personas desaparecidas en vida y respecto de quienes los represores continúan sin brindar ningún tipo de información”, dijo Alan Iud.
En total hubo unos 500 bebés apropiados como “botín de guerra” por los militares y sus aliados. El plan para apropiarse de bebés nacidos en cautiverio fue sistemático. Las Abuelas denuncian que en la ESMA, en Campo de Mayo, Pozo de Banfield y otros centros de detención hubo maternidades clandestinas, con listas de matrimonios en “espera”.
3. Adónde están los desaparecidos
A 35 años del fin de la dictadura y a 15 años de la reapertura de los juicios los represores siguen sin decir qué hicieron con los cuerpos de las miles de personas que aún continúan desaparecidas.
“Muy pocos cuerpos fueron encontrados. Eso se logró gracias a la investigación del Equipo Argentino de Antropología Forense, la Justicia y los organismos de derechos humanos y no por información aportada por los represores”, explicó Alan Iud. “Tampoco vimos un arrepentimiento, sino que repiten discursos justificatorios en la escena pública y en los tribunales. Lo único que hay para discutir son las pruebas y el monto de las penas”, agregó.
“Para hablar de reconciliación me estarían faltando estos actos de justicia 1) Que mí hermanx recupere su verdadera identidad. 2) Saber cual fue el destino de mis padres. 3) Poder juzgar a sus asesinos y apropiadores”, escribió en Twitter Lorena Battistiol Colayago, hija de Juana Colayago y Egidio Battistiol, secuestrados en 1977 y que aún hoy continúan desaparecidos. Junto a su hermana Flavia buscan al tercer hermano o hermana que nació en el centro clandestino de detención de Campo de Mayo.
4. El único lugar para un genocida es la cárcel
De los 2979 acusados por delitos de lesa humanidad solo 1038 -solo el 35 por ciento- están detenidos. Desde la llegada de Cambiemos al poder el número de represores libres pasó de 791 a 1305.
Del total de detenidos, 435 están presos en alguna unidad del Servicio Penitenciario Federal, 54 en hospitales y dependencias de las fuerzas armadas o de seguridad y 549 cumplen arresto domiciliario. Uno de ellos es el genocida y múltiple condenado Miguel Etchecolatz.
“Acá se cometieron crímenes de lesa humanidad. No vamos a reconciliarnos con los genocidas. Ellos tienen que estar en la cárcel, no en prisión domiciliaria”, dijo a Cosecha Roja Cortiñas.
5. Nunca más
Massot comparó el proceso argentino de memoria, verdad y justicia, basado en el juzgamiento de los responsables del terrorismo de Estado y reconocido a nivel mundial, con el proceso sudafricano que garantizó la impunidad de los responsables a cambio de que confesaran sus crímenes. “La mayoría de las víctimas sudafricanas siguen luchando, sobre todo para conseguir reparaciones adecuadas y una auténtica justicia”, explicó el abogado Howard Varney, asesor del Centro Internacional para la Justicia Transicional e integrante de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación.
Desde el punto de vista jurídico, además, un intento de perdón y reconciliación que garantice la impunidad son inviables jurídicamente y violatorio de los tratados internacionales. “La Corte Interamericana de Derechos Humanos ya dijo que las amnistías, indultos y conmutaciones de pena para crímenes de lesa humanidad violan el derecho internacional y los derechos humanos. También la Corte Suprema argentina, tanto en la integración que declaró la nulidad de las leyes de obediencia debida y punto final como en su integración actual, también adscribieron a esa postura”, explicó Iud.
“Queremos una Argentina sin impunidad”, dijo Cortiñas, “y por lo que estamos luchando hace tantos años en la calle. Vamos a seguir adelante con nuestra lucha y no vamos a bajar los brazos”.