Por Sofía Sandoval*
Las noticias del coronavirus venían de lejos: las urbes chinas, Europa, a lo sumo en Buenos Aires. Pero nunca de Cipolletti, una localidad del Alto Valle de Río Negro que ronda los 100 mil habitantes y donde casi todos se conocen. En la madrugada de ayer se confirmó que la víctima fatal número 13 del país era un cipoleño, el traumatólogo Alejandro Passarelli, alguien que la mayoría de los vecinos había visto cara a cara alguna vez.
“Es muy muy probable que el virus ya esté entre nosotros”, decía una voz en un audio que se viralizó por Whatsapp. El mensaje indicaba que el médico de 59 años, el “Tano” Passarelli, había llegado de España e Italia el pasado viernes 13 y ahora estaba internado en una clínica privada con todos los síntomas de la enfermedad. En cuestión de minutos la mayoría de los valletanos había recibido la información.
Lo que siguió fue el pánico. Algunos criticaban al médico por haber volado a Neuquén en lugar de haber hecho la cuarentena en Buenos Aires. “¿Cómo, siendo médico, fue tan irresponsable?”, decían los posteos en redes sociales. Otros llevaban calma: el doctor había viajado con barbijo y guantes para no contagiar a los demás.
Un mensaje de WhastApp puso en la mira al vuelo 1656 de Aerolíneas Argentinas que había despegado de Aeroparque el viernes 13 a las 17. En él se llamaba a los pasajeros a hacer cuarentena. El pánico crecía y los mensajes llegaban al delirio: decían que el doctor había muerto.
En cuestión de horas, la calma que caracteriza a Cipolletti regresó. El Malbrán anunció que Passarelli había dado negativo, aunque continuaba con un cuadro grave en la clínica San Agustín de Neuquén. Los pasajeros del vuelo ya no estaban en riesgo y volvieron a salir. “El Tano es un adulto joven, sano, activo, sin antecedentes severos”, decía un amigo en Facebook.
Con el pasar de los días, mientras los medios se ocupaban de confirmar otros casos positivos, el cuadro de neumonía del traumatólogo se agravó. Los síntomas del coronavirus persistían y se decidió tomar otra muestra que fue analizada en el Laboratorio Central de la Provincia de Neuquén. El resultado fue otro: positivo en COVID-19. Muy pronto, el Malbrán ratificó la prueba. Los pasajeros del vuelo 1656 ya estaban en aislamiento obligatorio.
Aunque muchos desconfiaron de la segunda noticia de su muerte, esta vez los mensajes no se equivocaron. El comité de emergencia por el coronavirus lo confirmó y la propia hermana del médico publicó fotos del Tano en las redes, a modo de despedida. En los comentarios, cientos de cipoleños y neuquinos recordaron su operación de rodilla, la de columna o hasta el control de rutina que tenían previsto para abril.
La noticia sacó al Alto Valle de su modorra. La víctima ya no era un chino o un italiano, era una persona con nombre y apodo, un vecino del coqueto barrio Manzanar, el médico de la familia. El Tano había muerto y Cipolletti era ahora el lugar donde también pasaban las cosas.
*Sofía es periodista del diario LM Neuquén y este texto fue producido en el marco de la Beca Cosecha Roja.