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Investigadores del CTI de Pasto (Nariño) recogieron sorprendentes testimonios en contra de Álvaro Gámez Torres, pastor de la Iglesia Evangélica Salem, quien hace una semana fue denunciado por abusar sexualmente de sus fieles. El caso causó gran impacto a nivel nacional. Muchos se preguntaron cómo lograba doblegar a sus fieles hasta tal extremo. Testigos revelaron la estrategia utilizada por el pastor:
Gámez se ganaba la confianza de sus fieles. Les inculcaba un “mandamiento de obediencia total”, los obligaba a leer solo la Biblia y les prohibía acercarse a otros libros. Tampoco podían tener amistades ajenas a la iglesia de Salem. Además, la única música que podían escuchar era la cristiana, especialmente la interpretada por el propio Gámez.
Gámez era la única persona a quien podían obedecer. Para dar ejemplo de su ostracismo, Gámez retiró el nombre de la iglesia de la Asociación de Pastores de la capital nariñense.
En la iglesia Salem ya se había instaurado un rito denominado Profecía, en el cual el pastor Gámez convencía a sus fieles de que él tenía la facultad de comunicarse con Dios, recibir sus mensajes y transmitírselos a ellas. Con el enajenamiento de las primeras fieles que comenzaron a creer ciegamente en el pastor, inició otra práctica denominada “Ministración”, un acto que consistía en despedir de beso en la boca a la fiel que acababa de orar y luego recibir una profecía susurrada al oído; con eso, supuestamente, se les garantizaba la Divinidad de Dios.
El pastor se aseguraba de que las jovencitas que apenas estaban entrando a la sumisión total vieran “ministraciones” (besos en la boca para despedirse) como algo normal. El siguiente paso era integrarlas al grupo de danza de la congregación. Al séquito se le denominaría “Doncellas”. Se hacían largas jornadas de adoración, testimonios de salvación, interpretaciones de la Biblia y demostraciones de que Álvaro Gámez Torres era dirigido por los designios de Dios.
Luego de lograr las anteriores aprobaciones, el pastor le pedía a una de experimentadas sumisas realizar estudios bíblicos personalizados con las nuevas subyugadas. Sesiones donde le revelarían la condición Sine qua non para obtener de verdad visiones y favores del Altísimo: someterse a la penetración del miembro viril del líder.
Sin embargo, para validar aún más sus teorías, el pastor invitaba a las jovencitas a ver una “ministración” completa con una de las veteranas fieles. El poder de la palabra, los ritos de embelesamiento, la validación de otras mujeres y la condición social, económica y de bienestar del pastor llevaba hasta tal punto de degradación, según dicen los testigos a los investigadores, de una decena de jovencitas.
Los rumores de estas prácticas se difundían por la iglesia. Gámez tomó la decisión de expulsar a quienes se opusieran a ellas lanzándoles maldiciones.
Dos mujeres que salieron del letargo denunciaron hace dos meses todo lo que sucedía bajo el techo de aquella iglesia ubicada en pleno centro de Pasto. Ellas sintieron indignación, asco y repudio, dejando de lado el miedo que les había inculcado todo un séquito de evangelizadores. Como muchos no creían en sus denuncias, instalaron cámaras de vídeo y grabaron varias sesiones de “ministraciones” donde aparecen otras mujeres abusadas sexualmente. Un delito tipificado como Acceso carnal abusivo, en el que no hay violencia, pero sí embobamiento, engatusamiento, desorientación y engaño.
La Fiscalía tiene en su poder cuatro vídeos, grabaciones y los testimonios de varias mujeres que denunciaron esta increíble historia.
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