Es miembro de las Hijas de la Caridad, tiene 70 años y es fan de Mafalda. Capacita a niños en la capital y otras ciudades sobre la trata. Critica que la Biblia esté escrita por hombres y con una visión patriarcal.
Sor Genoveva Nieto no baja la mirada al hablar. Sus ojos, que los heredó de sus abuelos maternos, son tan azules como el hábito y el velo que la visten. Desde su oficina (donde hay fotos del papa Francisco y de la madre Teresa de Calcuta, y una Mafalda tallada en madera), habla de Dios y derechos humanos, dice que es una monja activista y que el cuerpo de la mujer ha sido históricamente reducido, inclusive en la Biblia. Ella es una de las voces que luchan contra la trata de personas en Colombia, desde una alianza conformada en 2013 para combatir este delito.
Fanática del personaje de Quino, sor Genoveva comparte con Mafalda el liderazgo de una cuadrilla de amigos. Hace parte de la red Tamar, creada para prevenir la trata. Nunca se vio casada ni con hijos, y antes de querer ser religiosa soñaba con ser periodista famosa, de esas que escriben libros.
Los colegios han sido su campo de batalla: dedicó 15 años a educar. Y fue ahí donde conoció a la primera víctima de trata, y por la que terminó indagando en el tema. Una de sus estudiantes tuvo que prostituirse porque su papá falleció y necesitaba comprar la medicina para calmar los ataques de epilepsia de su mamá. Fue trabajadora sexual hasta que un italiano la enamoró y le prometió pagarle la universidad, con la condición de que se saliera de ese mundo.
La hermana Nieto se la encontró hace un par de años en un bus de Transmilenio. Su exalumna estaba deslumbrada: era un extranjero. El hombre llegaba cada seis meses al país y ella tenía que satisfacer sus exigencias sexuales. En su último viaje prometió volver para llevarla a vivir con él a Europa. La monja le pidió a la joven los datos del pasaporte del sujeto y de la agencia donde supuestamente trabajaba. Sus compañeras de la congregación en Italia confirmaron con la Policía que el documento era falso y que la compañía no existía.
“Era un caso de matrimonio servil”, dice Nieto. Esta es una de las modalidades de la trata de personas, así como la explotación sexual, los trabajos forzados, la mendicidad y el tráfico de órganos. Las mujeres y niñas configuran el 71% de las víctimas de este delito.
Unas 63.251 víctimas de trata de detectaron en 106 países entre 2012 y 2014.
Sor Genoveva acompañó a su exalumna a poner la denuncia, pero el funcionario que la recibió la revictimizó con preguntas sobre su intimidad que eran irrelevantes en el proceso. Desde entonces, la religiosa no ha dejado de hablar del tema. Y esta experiencia fue uno de los argumentos con los que intervino en una demanda de inconstitucionalidad ante la Corte Constitucional. Por ella y otra decena de personas, el alto tribunal eliminó el año pasado la denuncia como requisito para que una víctima de trata de personas reciba atención mediata del Estado. Es decir, para que la persona retorne a su lugar de origen, reciba atención médica y asesoría jurídica y ayuda para buscar empleo.
“Colombia es abanderada en leyes, incluso contra la trata. Pero no se hace seguimiento, no hay un reporte nacional de víctimas, cada organización tiene sus datos, y cada vez son menos los casos que se judicializan. Hay una brecha entre la legislación y las estrategias prácticas para erradicar el fenómeno”, asegura la monja.
De acuerdo con un informe de Women’s Links Worlwide, mientras el Ministerio del Interior reporta entre 2012 y 2015 un total de 235 víctimas de trata, la Fiscalía General de la Nación reporta 908 durante el mismo periodo. Entre enero de 2011 y abril de 2016, se iniciaron 908 investigaciones, y sólo se obtuvieron 52 sentencias condenatorias.
Menos oración y más calle
Sor Genoveva prefiere la vida consagrada apostólica, la que se concreta en las calles, donde nacieron las vicentinas hace 400 años en París. Reza dos horas al día, una en la mañana y otra en la tarde, y luego se dedica a trabajar con otras 11 personas en prevención de la trata. Su equipo creó la cartilla “Un viaje por la vida”, diseñada para ser trabajada entre profesores y estudiantes de cuarto y quinto de primaria . “La idea es que los niños lleguen a ser defensores de su vida y la de los otros. La captación en la trata de personas se hace a la salida de los colegios o infiltrándolos. Es importante que descubran que su vida es hermosa pero que hay amenazas y que las identifiquen”, afirma Nieto.
La cartilla ha llegado a colegios de Bogotá, como el Marillac y el Nido del Búho (en San Cristóbal). También a Arauca y 10 escuelas indígenas del Amazonas. La monja explica que los sitios de frontera, como Leticia y Puerto Nariño, son dueños de todos y que hay permanente movilidad de menores explotados sexualmente. Cruzas al otro lado y puedes estar en minutos en Perú o Brasil. “Todo el mundo sabe que eso pasa y nadie pone la mano, porque hay un afán de mantener la idea de paraíso turístico en estos lugares. Entonces la trata de personas crece porque está naturalizada”.
Siempre prepara sus talleres sin saber para quién habla. Al finalizar las jornadas varias niñas que se muestran como las más activas y sonrientes en sus salones, terminan pidiéndole una cita en secreto. En la privacidad se derrumban y narran que son víctimas de abuso sexual o trata. Como aquella jovencita que contó que nunca quería que llegara el viernes. Ese día se tenía que devolver a su vereda, y su padrastro la esperaba en el rastrojo para violarla toda la noche.
Las niñas, aclara la mujer de 70 años, no son iguales a los niños. “Tienen una carga más grave sobre todo desde los 10 años, cuando sus cuerpos tienen cambios físicos y hormonales. El cuerpo se vuelve presa de todos, derecho de todos y un factor de riesgo permanente”.
Como ella, hay unas 1.300 Hijas de la Caridad en Colombia. Su sensibilidad por la situación de las mujeres se afianzó hace 17 años, cuando inició sus estudios de licenciatura en Sagradas Escrituras, en la Universidad Bíblica Latinoamericana, de Costa Rica. “Durante cuatro años busqué a las mujeres en la Biblia. Hay que ponerse una lupa para encontrarlas, porque ha sido escrita por manos varoniles, con una lógica patriarcal”, explica Nieto.
Su tesis se tituló “Cuando los cuerpos hablan”, y se refiere a que los cuerpos de las mujeres han sido objeto de opresiones. De acuerdo con la religiosa, uno de los episodios bíblicos que evidencia esto es la historia de una mujercita que llevaba 18 años encorvada y se metió en la sinagoga de los judíos en busca de sanación. “Ella no habla, porque en ese culto no debe haber una mujer, se necesitan 30 varones. Pero es intrépida y Jesús la ve, la llama, la toca, y la incorpora. Esa es mi inspiración. Si hay una mujer doblegada queremos hacer algo”.
“Me gusta conocer todo sobre lo que se haga de la segunda guerra mundial. Refleja lo peor y mejor de la humanidad”. Sor Genoveva, monja
Con ese trabajo de grado y la idea de unirse a un colectivo de mujeres, llegó al país en 2004. Pero un cáncer de endometrio la obligó a postergar sus proyectos durante dos años. En 2007 nació la red nacional Tamar y ella se vinculó rápidamente.
La mayor de siete hermanos y el trauma de una madre
La mamá nunca le perdonó a sor Genoveva, la hija mayor, que ingresara al convento, pero su papá fue el hombre más feliz al recibir la noticia, porque en su pueblo (La Uvita, Boyacá) era motivo de orgullo tener una monja o un cura en la familia. No se arrepiente de haber dejado al ingeniero industrial con el que, dice, conoció el verdadero amor. Le rechazó la propuesta de matrimonio a los 17 años, después de un año y medio de relación, entregándole la carta en la que madre superiora la admitía a la congregación.
“¿Genoveva si tú eras inteligente, por qué te metiste a eso?”, le pregunta con frecuencia una de sus dos hermanas. “¿Por qué te casaste tú con Hernando?”, réplica la monja. “Porque me enamoré”, le responde la mujer. “Ah bueno, yo también”, puntualiza ella. En su diminuta habitación conserva las fotografías de su familia. En su nochero está el libro “La guerra no tiene rostro de mujer”, de la nobel Svetlana Alexiévich, y “Mujeres que corren como lobos”.
En medio de la polarización que vive el país, en la que ha participado la Iglesia católica, sor Genoveva dice que “se ha manipulado el sentimiento religioso como se manipula el sentimiento político”. ¿Cuál es la mejor religión? “dime cuál es la que hace mejores seres humanos y tendrás la respuesta”, concluye.
*Fotografías: Gustavo Torrijos
**Este artículo se realizó en el marco de la Beca Cosecha Roja. Fue publicado también en El Espectador
0 Comments on "Colombia: una monja contra la trata"